Cultura

Le Corbusier: el visionario romántico que revolucionó la arquitectura

Ahora que está tan de moda la burbuja inmobiliaria y su pinchazo, debería ser tiempo para echar otra mirada a los maestros de la arquitectura y del urbanismo. Hoy lo hacemos con Le Corbusier.

  • Cité Radieuse en Bouches-du-Rhône (flickr | endymion120 - imagen con licencia CC BY 2.0).

No cabe duda que uno de los maestros de la arquitectura y el urbanismo es Charles Edouard Jeanneret-Gris, mas conocido por su seudónimo de Le Corbusier (variación irónica que adoptó el genial arquitecto del apellido de su abuelo Lecorbésier, y decimos que irónica porque el seudónimo de marras significa “cuervo”. No se debía llevar muy bien con su ancestro).

Nació en la Suiza francófona el 6 de octubre de 1887, pero a los 29 años se trasladó a París entrando en el estudio de otro precursor, Auguste Perret, pionero en la técnica de construcción a base de hormigón armado. Viajó por Alemania y por Estados Unidos, donde se familiarizó con la obra de otro genio de la arquitectura moderna, Frank Lloyd Whright y donde abomina de la idea urbanística y filosófica del suburbio norteamericano al que califica como “la esclavitud organizada de la sociedad capitalista que lleva al individualismo aislado y la destrucción del espíritu colectivo”.

Ideas como ésta son, quizás, la que han llevado a muchos de sus biógrafos a tenerle por socialista. Sin embargo, esta ideología se compagina difícilmente con haber colaborado con el régimen de Vichy en la Francia ocupada, con el que rompió al no poder llevar a cabo sus proyectos.

‘La máquina para vivir’

Comienza desarrollar sus ideas, tanto de la vivienda como del urbanismo de las ciudades. Así, en 1926, presenta un documento con sus principales ideas arquitectónicas, sus famosos cinco puntos: los pilotes (bloques elevados sobre pilares); la terraza-jardín (cubiertas planas ajardinadas); la planta libre; la ventana longitudinal y; la fachada libre independientemente de la estructura. Concibe la casa como la machine à habiter, en la que sobre todo ha de primar que su funcionalidad ha de estar orientada al vivir.

Lo mas curioso es que nuestro maestro moderno se basaba en los maestros esotéricos de la antigüedad, pues ideó un sistema de medición basado en las proporciones humanas en el que cada magnitud se relaciona con la anterior a través del número áureo (ya ven, Fidias resucitado), así como también jugar con las series de Fibonacci (Leonardo al estrado). Dicen, los que de esto entienden, que la máxima expresión de sus ideas arquitectónicas sobre la vivienda se encuentran plasmadas en la Villa de Saboya de Poissy.

Desde el punto de vista urbanístico Le Corbusier es un visionario y, permítaseme, un romántico. Sus ideas se plasman en el descongestionamiento de los centros urbanos, dotándolos de vías vehiculares rápidas e incrementar las áreas verdes. Porque para el maestro las ciudades tenían que servir para que las personas pudieran cumplir en ellas cuatro funciones principales: vivir, trabajar, circular y mantener el cuerpo y el espíritu.

Le Corbusier, romántico, ideaba sus ciudades ajeno a las consideraciones especulativas

Sus ideas las plasmó en Chandigarh, ciudad hindú, capital hoy de dos estados sin pertenecer a ninguno de ellos, cuyo proyecto presentó al Pandit Nehru (padre de la independencia de la India y de Indira Gandhi) en 1951, y que es el lugar donde se encuentra la mayor concentración de sus obras .

La dividió en varios sectores (del 1 al 60). Cada uno de ellos es una ciudad independiente, con sus propios mercados, templos y escuelas, situados a una distancia inferior a diez minutos andando desde cualquier extremo. Cada sector tiene 1,5 km.  por 1,5 km y el número 17 es el centro de la ciudad. Chandigarh es hoy candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Los árabes construían sus ciudades buscando formar corrientes de aire y zonas sombrías; los occidentales construyeron sus ciudades en torno al centro del poder; los especuladores de hoy las construyen buscando el mayor rendimiento económico a sus inversiones. Le Corbusier, romántico, ideaba sus ciudades ajeno a las consideraciones especulativas, para que la persona pudiera vivir y esparcirse, para que estuvieran al servicio de la persona y no al revés.

Lo dicho, de vez en cuando, aunque sea solo de vez en cuando, hace falta echar una miradita hacia atrás y buscar a los maestros.

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