Suyos son los logotipos del Círculo de Bellas Artes, la Fundación Juan March, el Teatro de La Zarzuela y las universidades de Salamanca y la Complutense, pero también lo son el logo de la Once, el de la Biblioteca Nacional y hasta el de la cajetilla de Ducados. Diseñador en activo desde los años sesenta, Alberto Corazón ha dado identidad a media España, por no decir que al país entero, y lo celebra con el libro Trabajar con signos y una exposición itinerante que puede verse ahora en el Palacio Almudí de Murcia y en la que Corazón exhibe lo mejor de su trabajo en los últimos 50 años.
“Es un período enorme y en la evolución de la sociedad española se trata de un trecho extraordinariamente cambiante”, responde Corazón a la pregunta sobre cómo es la España actual con respecto a la que él comenzó a diseñar. “Es una especie de radiografía instantánea de la sociedad. Se trata de un proceso dinámico, en continua evolución”.
Trabajar con Signos. Diseños de Alberto Corazón. 1963/2013 reúne 261 publicaciones, 115 carteles, 3 esculturas en bronce, 30 maquetas, 11 obras originales y documentación. Una vez finalizada su exhibición en Murcia, la muestra viajará a México DF, Tokio y Madrid. Con esta exposición, además, Alberto Corazón se convierte en primer diseñador español que ofrece el catálogo en una aplicación en AppStore, donde se puede descargar de forma gratuita.
Para Corazón, somos una especie simbólica y justamente por eso, debemos encontrar en el diseño la principal herramienta de nuestros intercambios. Por eso, para él la funcionalidad es lo más importante: “El diseño en el que creo es el que tiene utilidad pública. Debe ser una herramienta que nos permita una mayor conexión con la realidad y con la posibilidad de modificarla. Esa herramienta debe estar al servicio de la colectividad, es algo que no podemos perder de vista”.
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes, Alberto Corazón ha sido fundador y presidente de la Asociación Española de Diseñadores Profesionales. Su trabajo a lo largo de su dilatada trayectoria ha sido reconocido con el Premio Nacional de Diseño y galardonado por el Arts Directors Club de New York, el British Design y el Design Council International, además de ser el único diseñador europeo que ha recibido la medalla de oro del American Institute of Graphic Arts. En 2006 ingresó como miembro de número en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
¿Cuál es, de todos, su trabajo preferido? Alberto Corazón no lo duda: “El último, en el que estoy trabajando ahora. Pero esa es una respuesta que le daría en cualquier momento”, dice entre risas el pintor, escultor y diseñador.
Hace unos días, ganado por el desánimo, Alberto Corazón remitió una dura carta dirigida, en principio, al colectivo de los diseñadores. Sin embargo, lo que parecía una carta sobre el oficio terminó incluyendo en su encabezado a la mayoría de los españoles. “Esa carta la remití a mis colegas, estaba hablando de diseño pero podíamos estar hablando de cualquier otra forma de creación. La cultura vive sus peores momentos y además se produce un fenómeno: la glorificación de la mediocridad”.
Para Corazón, quien ha practicado la pintura y escultura además del diseño, no hay necesariamente porqué buscar líneas divisorias entre el arte y el diseño cuando se puede conseguir la convivencia de ambas. “El diseño es algo que está inmediatamente ligado a la cotidianidad, al día a día. La creación plástica remite a zonas profundas de nuestra psique, ninguno de los dos se excluye, tiene sus propias tareas”.
La obra que podrá contemplarse en el Almudí (Murcia) hasta el mes de julio incluye carteles, portadas de libros, cajas de mazapán, señalización pública. La lista puede ser interminable. Parece justamente por eso, por su portafolio infinito, que Corazón cierra su conversación refiriéndose al diseño como un proceso en el que lo que importa no es el resultado, sino el proceso en sí.