Cultura

El Guggenheim de Bilbao mira al Pop con dos exposiciones de Alex Katz y Warhol

Dos muestras dedicadas a artistas que trabajaron, a su manera, en las corrientes del arte pop: una, con once retratos de mujeres sonrientes de Alex Katz, y la otra, con cuadros y vídeos de los grandes del movimiento como Warhol y sus Marilyns multicolores o Rauschenberg con sus serigrafías.

Andy Warhol y ALex Katz coinciden en las salas del Guggenheim de Bilbao con sendas exposiciones. Una dedicada a las mujeres sonrientes del primero, la otra es una exhibición dedicada a las Marilyn del artista de Pittsburgh. Son dos exposiciones distintas pero relacionadas, igual que sus protagonistas: al neoyorkino Alex Katz (1927) muchos le han considerado un precursor del pop por su uso de la figuración objetiva, una vinculación que rechaza el propio artista. En realidad, Katz apuesta por una pintura, plana, concisa y "europea" frente a la exuberancia y el grafismo del pop, unas diferencias que son fáciles de observar en las salas del Guggenheim.

Así, la serie Sonrisas, de Katz, está compuesta por once grandes retratos de mujeres sonrientes, frente a un fondo oscuro y neutro, un negro que ocupa la mitad superior de todos los cuadros. La neutralidad y frialdad del fondo contrasta con la informalidad de las sonrisas de las mujeres, un efecto acentuado por la sobreexposición lumínica de los rostros, que intensifica el carácter plano de estos retratos. Katz no pretende representar la personalidad de las modelos, sino más bien su alegría de vivir, al tiempo que como artista explora la relación tradicional entre la figura y el fondo.

Lo contrario que buena parte de las obras de la otra sala, la dedicada al pop, como la enorme serigrafía Ciento cincuenta Marilyns multicolores, de Warhol. Son otras tantas sonrisas, como en los cuadros de Katz, pero donde no hay diferencia entre el fondo y la figura: la cara repetida de labios abiertos y ojos seductores de párpados gruesos de Marilyn llena más de diez metros de lienzo. Colorista y monumental es la obra de los británicos Gilbert & George Despertándose, de 1984, que evoca las vidrieras de una iglesia. Los dos artistas repiten sus figuras en tres escalas diferentes, sugiriendo el paso de la juventud a la madurez.

También diez metros, pero en blanco, negro y gris ocupa Barcaza, la mayor serigrafía del texano Robert Rauschenberg, que incorpora muchos de los temas que ha usado reiteradamente en sus pinturas, como los medios de transporte o la exploración del espacio. El espacio, el del cosmos, es el protagonista del cuadro Cápsula flamenco, de James Rosenquist, dedicado a tres astronautas que murieron en un incendio en el Apolo 1 en 1967. Rosenquist crea una composición de 26 metros que sugiere un incendio en un espacio cerrado, donde sobre fondos rojos y amarillos se aprecia la arrugada tela metálica de un uniforme, una bolsa de comida retorcida y deformada y unos globos flotando.

Aunque no es pop, el Guggenheim también ha sumado dos obras del impulsor del grafitti Jean-Michel Basquiat, de las que destaca el humor de "El hombre de Nápoles", donde un asno de color rojo domina una composición que parece salida de un muro urbano. La muestra se completa con una obra del alemán Sigmar Polke y varias videoinstalaciones, entre las que destacan doce de los "retratos en movimiento" de Warhol pertenecientes a la serie Screen test. Se trata de filmaciones de tres minutos cada una, donde Warhol situaba a los personajes ante la cámara y les decía que estuvieran quietos, pero la mirada de los "retratados" no aguantaba, sus rostros acusaban la intensidad y algunos hasta acababan llorando. Todas las pinturas pertenecen a los fondos propios del museo, incluida al serie Sonrisas, que se exhibe por primera vez tras su compra por la pinacoteca bilbaína.

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