La Fábrica Editorial y el Museo Thyssen-Bornemisza recogen en Edward Hopper. Pinturas y dibujos de los cuadernos personales una selección de las páginas de los cuadernos personales inéditos de Hopper que incluyen sus mejores pinturas y dibujos a lo largo de 132 páginas. Los paisajes, las escenas de calle, los interiores de hoteles, cafés, cines y apartamentos o sus solitarias casas. Nada es más americano que la pintura de Hopper. O quizá toda América busca su esencia en las escenas que recoge este autor imprescindible.
Edward Hopper. Pinturas y dibujos de los cuadernos personales rescata en páginas confrontadas bocetos nunca vistos hasta la fecha y las obras finales, permitiendo comparar ambos documentos y analizar el método de trabajo de Hopper y su universo creativo. Una experiencia única que permite ver las obras tal y como las veían ellos, como si estuviéramos en el propio estudio del pintor. Una vez que Hopper terminaba cada cuadro, Josephine -su mujer y también pintora- recogía en un cuaderno de notas datos como el nombre de la obra o las exposiciones en que esta había participado. Dichas anotaciones también están incluidas en este volumen.
Lo que comenzó siendo un mero libro de contabilidad se convirtió poco a poco en una obra de arte en sí misma.Jo –como Hopper llamaba a su esposa- empezó a incorporar pequeñas descripciones de las pinturas, cada vez más complejas, y Hopper añadió un detallado boceto de cada una de ellas, «devolviendo de esa manera la obra a su esencia, a su idea primigenia», señala Brian O´Doherty en el ensayo incluido en el libro.
«Los bocetos revelan la percepción que Hopper tenía sobre la composición de las obras y las figuras que aparecían en ellas. En este libro se reproducen por primera vez las pinturas reales junto a sus páginas correspondientes en los cuadernos, permitiendo una cuidadosa comparación entre ambas y dando idea de lo que el artista percibía en la tarea de re-visión de su trabajo antes de que este saliese del estudio», explica en el prólogo Adam D. Weinberg, director del Whitney Museum de Nueva York.
El segundo ensayo de este volumen: Edward Hopper: su obra, de Deborah Lyons, pone de manifiesto cómo estos cuadernos «llenos de retazos de sus conversaciones y de anécdotas informales sobre obras convertidas hoy en iconos, presentan un atractivo que va más allá de su obvio valor documental, y más allá incluso de las fascinantes reproducciones de las grandes pinturas de Hopper. En la intimidad de esta empresa conjunta, los Hopper han creado una obra maestra que nos permite entrar de puntillas a su estudio, sin ser vistos, y observar la dimensión privada y terrenal de uno de los artistas más venerados de América».