Cualquiera que se acerque a un librería, incluso a las especializadas en música, puede escoger entre más de veinte vólumenes sobre Bob Dylan, otros veinte sobre los Rolling Stones y al menos media docena acerca de Nirvana, Oasis y Amy Winehouse. El problema llega si estás interesado en informarte sobre la historia del reguetón, un género bailable caribeño que tomó el planeta por asalto en 2004 -al ritmo de “Gasolina”- y no ha parado de crecer desde entonces, hasta el punto de que este año Bad Bunny ha sido el artista más escuchado de todo el planeta en 2020.
En realidad, existen dos ignotos vólumenes en inglés, ambos escritos en registro académico: Reggaeton (Duke University Press, 2009, compilado por Wayne Marshall y Raquel Z. Rivera) y Remixing Reggaeton: The cultural politics of race in Puerto Rico (también publicado por Duke University Press, 2015, de Petra R. Rivera-Rideau). Dieciséis años después de entrar en la historia de la música popular, no existiría un título en castellano si no fuera por el empeño del periodista colombiano Pablito Wilson, que se autoeditó hace un año Reggaetón: entre El General y Despacito, en noviembre de 2019. Toda una señal de la dejadez y el autodesprecio de la industria editorial a la hora de atender a nuestra cultura popular. Lo normal sería que conociésemos la historia de El General -pionero panameño del 'perreo'- tan bien como la de Chuck Berry.
Antes de nada, tenemos que decir que estamos ante un trabajo entretenido y solvente, cuya investigación ha ocupado más de tres años de la vida del autor. El apartado de bibliografía demuestra su profesionalidad, además de que mantuvo entrevistas personales con protagonistas clave del género. Wilson, que tiene experiencia en prensa y radio, viene de la escena del rock latino, baste decir que su anterior libro es Rock colombiano: 100 discos, 50 años (Ediciones B), que el Ministerio de Educación de su país adaptó con objeto de incorporarlo a su red de bibliotecas (quien haya visitado Bogotá se habrá quedado impresionado de la extensión, diseño y belleza de muchas de ellas). Poca broma.
Falta de respeto
La pregunta surge sola. ¿Cómo es posible que un periodista de este nivel y trayectoria tenga que autoeditarse el primer libro sobre reguetón en castellano? “En realidad, yo sí hice un contrato con una editorial estándar, pero aparentemente ellos estaban buscando un proyecto más banal y sensacionalista. Infortunadamente la visión de editoriales y de algunos periodistas en Colombia, es que la gente que escucha reggaetón no lee, cuando es al revés. Ahora el reggaetón es un público que va más allá del chico desempleado de barrio y es un tema que interesa incluso a jóvenes que están en el colegio o a empresarios jóvenes. La respuesta en editoriales fue tan reticente, que incluso una de ellas me contestó diciéndome que mejor les hiciera un libro de Aterciopelados… ¡cuando la propia banda sacó su propio libro hace pocos años!”, explica a Vozpópuli desde Miami.
"El libro abarca desde los inicios del genero en los barrios más pobres del Caribe hasta la conquista de las listas de vídeos más demandados en Youtube, sin olvidar nunca el contexto sociopolítico"
Afortunadamente, la prensa cultural recibió bien la publicación, como demuestra el espacio que le han dedicado medios como El Espectador, Semana, Canal RCN y Radico Caracol. En España, esta es la primera reseña, que llega más de un año después de la publicación. El libro consta de 238 páginas rebosantes de datos, que ayudan a situarse al lector interesado. Resulta especialmente útil para quien venga del mundo del rock, pero no se cierre a la música popular, ya que la trayectoria del propio autor hace que los referentes sean compartidos. La aventura abarca desde los inicios del genero en los barrios más pobres del Caribe hasta la conquista de las listas de vídeos más demandados en Youtube, sin olvidar nunca el contexto sociopolítico ni los debates culturales que ha generado.
Falsas polémicas
Algunas de las mejores página del texto tienen que ver con esa contextualización. Por ejemplo, cuando explica que es habitual que una género popular cambie de percepción con los años: “En una de tantas charlas de café, un amigo me afirmaba que el reggaetón es un género polémico. No creo que sea polémico, sino que estamos parados en un momento de la historia en que es considerado como tal; nosotros no vivimos el momento en que el tango fue polémico, en el que el rock fue polémico, en el que la música disco fue polémica. Después de todo, el sexo siempre encontrará la forma de ser revolucionario , y si no se expone a los niños ni daña a nadie esto siempre será válido y muy necesario”, argumenta. El color lo aportan historias curiosas pero relevantes, como la cruzada de la senadora puertorriqueña Velda González en contra del género, que criticaba la suciedad de las letras sin renunciar a bailar en el escenario de artistas como Héctor & Tito, a quienes salva de la quema.
El volumen termina por todo lo alto: con las protestas populares en Puerto Rico encabezadas por Bad Bunny y Residente, las que tumbaron al gobernador corrupto Ricardo Rosselló. Esta fue la cima cultural y política del género, nunca correspondida con un reconocimiento de la misma talla. “La repentina no inclusión de artistas de reggaeton y trap en los Grammy 2009 parece una amenaza en potencia que no debe pasar despercibida. Porque aunque es cierto que el certamen debe representar la pluralidad de sonidos, y este no premia visitas sino talento (dos cosas que no siempre van de la mano), es realmente sospechoso que lo estén haciendo en el mismo año en que la música urbana boricua demuestra que también puede ser revolucionaria -o, al menos, contribuir a revoluciones- en el terreno político”. ¿Qué más tiene que hacer la música latina contemporánea para ser tomada en serio?