Cultura

Stéphane Brizé: u0022La familia es hoy la variable que se ajusta al trabajou0022

El cineasta francés dirige 'Un nuevo mundo', un retrato de las consecuencias del capitalismo desde la perspectiva de un ejecutivo

El cineasta francés Stéphane Brizé se ha convertido en uno de los referentes contemporáneos del cine social francés. Mientras que en La ley del mercado (2015) mostraba cómo un hombre en paro de 50 años se enfrenta a los dilemas morales de un nuevo trabajo, y con la cinta En guerra (2018) contó la historia de unos trabajadores que se enfrentaban al cierre de una fábrica automovilística, en su reciente película, Un nuevo mundo, cambia la perspectiva por completo con un fin claro: demostrar que cualquiera, sin importar el eslabón que ocupe en la cadena del mercado laboral, es vulnerable a la voracidad del capitalismo.

El protagonista de esta historia no es un trabajador precario, ni un sindicalista combativo, ni tampoco un parado que se aferra a cualquier propuesta laboral con tal de ganar un salario a las puertas de la dignidad. Lejos de la figura aparentemente más indefensa, el centro de la historia es un hombre de mediana edad que ha entregado su vida profesional y también personal a sus obligaciones como directivo regional de una importante empresa de electrodomésticos.

Los directivos son muy difíciles de representar porque son a la vez un verdugo y una víctima. Es muy difícil mostrar el brazo armado del sistema", afirma Brizé

Un nuevo mundo arranca en el momento en el que la vida de Philipe Lemesley (a quien da vida Vincent Lindon) se pone patas arriba. Este ejecutivo se enfrenta al divorcio de su mujer (Sandrine Kiberlain), después de que su relación no haya resistido a la presión del trabajo tras cerca de tres décadas como alto directivo. Además, se ve obligado a encarar las peticiones de la compañía para la que trabaja, que pretende reducir la plantilla y aumentar los beneficios en todas sus plantas de producción.

"Los directivos son muy difíciles de representar porque son a la vez un verdugo y una víctima. Es muy difícil mostrar el brazo armado del sistema, de los que podríamos considerar los victoriosos, que aceptan su sitio", ha señalado Brizé a Vozpópuli durante una entrevista concedida durante su visita a España para presentar el filme.

En cualquier caso, Brizé apunta que esta no es una película "de los pobres ricos y lo mal que lo pasan", ya que en la actualidad uno puede constatar que "todos estos ejecutivos y directivos que gestionan las órdenes de los grandes jefes no están tan cómodos con las decisiones que se toman por algunas grandes empresas simplemente para el beneficio de los accionistas".

"Las decisiones las ponen en marcha los ejecutivos intermedios y ni siquiera tienen sentido para el buen funcionamiento de la empresa. Atacan la salud de los asalariados y de la propia empresa, y por tanto crean una desesperación y plantean preguntas muy profundas en los ejecutivos que, sin embargo, siguen estando muy bien pagados justamente para que lleven a cabo estas decisiones", afirma.

Desconexión entre la intimidad y el trabajo

Un nuevo mundo refleja las contaminaciones entre la vida laboral y la personal y plantea una desconexión total entre el funcionamiento del mercado y una vida familiar, que se hace casi incompatible con las exigencias del capitalismo en la actualidad. "La familia se convierte hoy en la variable que puede ajustarse a las necesidades que uno tiene en el trabajo. Cuanto más tiempo entregas al trabajo menos tiempo tienes para la familia, y siempre es así", lamenta Brizé.

El cineasta construye habitualmente sus películas a partir de "testimonios reales" y en esta ocasión habló con alrededor de 25 ejecutivos de grandes empresas. "Todos ellos habían vivido situaciones parecidas a las del personaje y todos me dijeron hasta qué punto sus vidas personales y profesionales sufrieron un impacto violento por las dificultades del trabajo", subraya el director, quien intentó plasmar el "recorrido personal y profesional" de estas personas.

Los suicidios de los ejecutivos en el trabajo son algo reciente en la historia laboral, que acompaña la evolución del liberalismo a partir de los años 2000", señala el director

En este caso, refleja a un personaje fuerte y decidido a enfrentarse a la empresa para la que trabaja, pero lo cierto es que en las últimas dos décadas han aumentado los casos de suicidios entre los responsables de grandes empresas. "Los suicidios de los ejecutivos en el trabajo son algo reciente en la historia laboral, que acompaña la evolución del liberalismo a partir de los años 2000. A algunos se les echa antes de que se derrumben y otros son capaces de aguantar y llevar a cabo esas decisiones", señala.

El personaje de Lindon es un hombre que "hace el recorrido de la decepción" y que, después de hacer funcionar la empresa "de maravilla" durante varios años, descubre el hecho "indecente" de que llegar un punto en el que "ya no se le quiere como pensante sino como ejecutante". Así, mientras que para "los menos convencidos de las virtudes del liberalismo" él es un hombre fuerte, para la empresa es "un débil".

Un nuevo mundo, que se estrena este viernes en los cines españoles, se presentó en la pasada edición de la Bienale de Venecia, y posteriormente participó en la sección “premieres internacionales” del Festival de cine de Málaga. Al igual que en sus anteriores películas -En guerra (2018), La ley del mercado (2015) y Quelques heures de printemps (2012)-, Brizé vuelve a contar con el actor Vincent Lindon, con quien el cineasta afirma tener una "conexión fuerte". "No me gustaría trabajar con alguien que no me cae bien. Hay actores con los que no volveré a trabajar, porque el encuentro no aportó gran cosa. Pero siempre y cuando el encuentro artístico es fuerte también lo es el encuentro humano", concluye el director.

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