Carmen Thyssen aprieta. Y no va a soltar la cuerda hasta llegar al acuerdo que le conviene con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Pide que los 429 cuadros que tiene cedidos al Museo Thyssen sigan allí por 20 años y que se le aplique exención fiscal total. Entretanto, ha saltado a la palestra la noticia de la venta de la obra Caballos de carreras en un paisaje, una pastel sobre papel de Degas, que ha sido retirado de las salas de exposición del museo. La propia Carmen Thyssen ha confirmado a la prensa sus motivos para la venta: necesita liquidez.
No es la primera vez que dice esto. En julio de 2013, y ante su necesidad de "conseguir liquidez", Carmen Thyssen vendió en una subasta celebrada en Londres, por 27,89 millones de euros, el cuadro La esclusa (The lock) de John Constable, una de las joyas de su colección privada. Según los términos del acuerdo de préstamo, la baronesa tiene derecho a vender un 10 por ciento del valor total de la colección, fijado en una cantidad alrededor de los 800-900 millones de euros. El valor del Constable alcanzaba un 5 por ciento de ese total. La venta supuso polémica con otros miembros del patronato, entre ellos, Francesca Thyssen, archiduquesa de Habsburgo y la única hija del barón que es miembro del patronato del MuseoThyssen-Bornemisza. Arrebatar esa pieza significaba mutilar no sólo el patrimonio del museo madrileño, sino la coherencia y brillo de las obras adquiridas durante años por su padre.
De momento, continúan las negociaciones con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, de la que se espera tener un resultado definitivo a finales de abril. En muchas ocasiones, Cervera ha puesto sobre la mesa el reclamo acerca del estatus de sus obras dentro del conjunto del museo Thyssen de Madrid. En 2009, cuando el acuerdo de cesión gratuita (estipulado durante 10 años) llegó a su fin, el asunto comenzó a complicarse: ella quería vender al Estado las obras, pero no a cualquier precio. A finales de 2010, Cervera rechazó una oferta del anterior Ministerio de Cultura, dirigido por Ángeles González-Sinde, para alquilar su colección durante dos años por una cantidad fijada a partir del alquiler de la colección del barón Thyssen antes de que fuera comprada por el Estado en 1993. Esta vez su propuesta es más agresiva: quiere libertad para mover 60 cuadros de los 429 y una exención fiscal total.