El guardián invisible, la adaptación cinematográfica de la primera entrega del fenómeno literario Trilogía del Baztán, se rueda esta semana en el Valle del Batzán, en los escenarios naturales donde la escritora Dolores Redondo sitúa a su inspectora Amaia Salazar, papel que aborda la vasca Marta Etura.
Dirigida por Fernando González Molina, realizador de "taquillazos" como Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti o más recientemente Palmeras en la nieve, la película recrea las investigaciones de la inspectora jefe de Homicidios en la Policía Foral de Navarra. En la orilla del río Batzán, en el valle de Navarra aparece el cadáver de una adolecente desnuda. Su muerte tiene relación con otras, muchas otras. Ese es el punto de partida de El guardián invisible, una novela aclamada por crítica y público, con más de 700.000 lectores y editada en 34 países, entre ellos, Estados Unidos.
Publicado por Destino (sello del grupo Planeta) y ahora producido por Atresmedia Cine y Nostromo Pictures, el thriller se rodará durante nueve semanas entre Navarra y Madrid
La investigación del crimen llevará a la joven inspectora Salazar de vuelta al pueblo de Elizondo, donde ella creció y del que ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las complicadas derivaciones del caso y sus propios fantasmas, la investigación se convierte en una carrera contrarreloj para dar con un implacable asesino, en una tierra fértil en supersticiones y brujería. El largometraje lleva sello de la casa. Publicado por Destino (sello del grupo Planeta) y ahora producido por Atresmedia Cine y Nostromo Pictures, el thriller se rodará durante nueve semanas entre Navarra y Madrid, a donde se trasladará dentro de tres semanas.
Con guión de Luiso Berdejo, en el reparto figuran actores de la talla de Elvira Mínguez, Ramón Barea, Susi Sánchez, Pedro Casablanc, Manolo Solo, Miquel Fernández, Itziar Aizpuru, Carlos Librado "Nene" o Francesc Orella, entre otros.
¿Qué hace es? ¿Un policial? ¿misterio?
Es bastante poco probable que a estas alturas nadie conozca a esta agente de la Policía Foral de Navarra. Todo en ella es, a su manera, sorprendente. No está divorciada, no es alcohólica ni abandonó a nadie; de hecho es madre, está casada y lleva su vida profesional con relativo buen tino. Se trata de Amaia Salazar, la protagonista de la llamada trilogía de Baztán, escrita por Dolores Redondo (San Sebastián, 1969), y que incluye llegó a su fin en 2014 con Ofrenda a la tormenta (Destino).
En las páginas de esta novela, la inspectora Amaia Salazar deberá resolver una serie crímenes de niños recién nacidos. Lo que parece tan sólo una “muerte de cuna”, es en verdad una trama de asesinatos cometidos por los propios padres, quienes ofrecen a sus tiernos querubines como sacrificio para honrar a una secta satánica. “Si escribo estas novelas es porque estos crímenes ocurren”, asegura Dolores Redondo al referirse a los homicidios ocurridos en Navarra en 2011. “No puedo imaginar nada peor que ser víctima de quien debería amarte y darte protección”. Sin embargo, en la narrativa de Dolores Redondo las cosas tienen un pie en la realidad y otro en el mundo de la brujería. Todo cuanto ocurre en estas páginas ha sido provocado por una fuerza maligna extraída de la mitología navarra, que empuja a las personas a hacer cosas terribles. Ahí está el ingrediente de sus historias, convertidas desde 2013 en auténticos bestsellers.
Fenómeno editorial? ¿Policíaco travestido en saga fantástica? ¿Novela negra sonrojada en chapucero misterio? Aquí cada quien opina algo distinto
¿Fenómeno editorial? ¿Policíaco travestido en saga fantástica? ¿Novela negra sonrojada en chapucero misterio? Aquí cada quien opina algo distinto; y así como hay quienes adoran la obra de Redondo hay quienes alzan la ceja con escepticismo. “Yo hago novela mestiza”, asegura la donostiarra. Maltratada de pequeña por una madre maligna, Amaia Salazar tuvo que volver al lugar del que huyó. Lo hizo en la primera entrega: El guardián invisible. Enfrentándose a los homicidios de las jóvenes que aparecían muertas en las orillas del río, la inspectora debió plantar cara ante una infancia dominada por el miedo que le metió en los huesos su madre, una figura que ahora recorre, cual espectro, la entrega final de la saga. Porque en estas páginas el mal siempre está cerca, empujando a hombres y mujeres a cometer atrocidades.
Si en El guardián invisible era el ser mitológico Basajaun el que centraba la trama y fueron los pasos de Tartalo, una especie de voraz cíclope de la mitología navarra, los que daban sentido a los asesinatos rituales de Legado en los huesos, en Ofrenda a la tormenta la clave estará en Inguma, un demonio que asedia a los niños pequeños y entra en las casas para robarles el aliento hasta hacerles morir. Adorado por el culto de una secta satánica, Inguma recibe en su honor el sacrificio de niños recién nacidos. Será entonces Amaia Salazar, nuevamente, quien deba tirar del hilo en una historia que a ella le resulta familiar.