¿Estamos asistiendo a un nuevo modelo de Drácula, más joven, tierno y de barba impecable? ¿De esos que hacen suspirar a las adolescentes? Referencias actuales no nos faltan. Y si no, sólo hay que repasar la saga de Crepúsculo y fijarse en sus vampiros, sobre los que destaca un impávido, taciturno y centenario, Robert Pattinson.
Luke Evans parece seguir un poco este prototipo. El galés comenzó su carrera en el cine en 2009 y su currículum está plagado de personajes de aventuras (Furia de titanes, Los tres mosqueteros, Immortals o El Hobbit). Uno de sus últimos papeles ha sido en la sexta entrega de la saga de Fast & Furious (2013). Con Drácula, personaje mítico y de un atractivo sin paragón, logra un mayor protagonismo.
En esta nueva cinta, dirigida por Gary Shore, se toma como referencia al personaje de Vlad ‘El Empalador’ que inspiró a Bram Stoker para contar los orígenes de Drácula, siguiendo así la moda actual de las producciones tipo precuela, que cuentan cómo un personaje llegó a ser quien es, al estilo Batman Begins.
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Pero ¿cómo han sido los personajes de Drácula a lo largo de la historia del cine, tan aniñados como Luke Evans? Parece que ese no ha sido el modelo, por ello repasamos a los principales.
Nosferatu, un vampiro temible y muy feo
Nos remontamos al año 1922 cuando F.W. Murnau irrumpe en la escena expresionista alemana con el primer vampiro de la historia del cine. Nosferatu (derivación del rumano “No muerto”) fue la primera adaptación cinematográfica de la novela de Bram Stoker Drácula y es una de las películas más destacadas del expresionismo alemán.
El papel del conde Orlok (alter ego de Drácula, ya que el estudio de Murnau no consiguió los derechos de autor) lo interpreta el actor Max Schreck, actor curtido en el teatro. El aspecto terrorífico y monstruoso de Max Schreck creó falsas leyendas sobre si de verdad se trataba de un vampiro. A ello contribuía además que el actor se negaba a aparecer en plató ante sus compañeros sin el maquillaje de vampiro. Por lo que, al parecer, nadie vio su aspecto real. Había quien pensaba que en su vida cotidiana se alimentaba de sangre -tal y como se dramatizó en La sombra del vampiro (2000)-.
Con los mismos rasgos monstruosos volvimos a ver Nosferatu en el remake de Werner Herzog (1979), que interpretó el siempre desmedido Klaus Kinski.
Bela Lugosi y su obsesión con el personaje
Estamos ante el Drácula más temido y con más leyenda de la historia del cine. El transilvano Béla Ferenc Dezső Blaskó, con el nombre artístico Bela Lugosi, encarnó al famoso conde con un realismo que estremecía, ayudado por su propio físico, con rasgos muy marcados y aspecto duro y frío.
Exiliado por sus convicciones políticas, primero a Alemania y después a Estados Unidos, Lugosi interpretó a Drácula primero en Broadway y después en el cine de la mano de Tod Browning, en 1931. Su obsesión personal por interpretar a Drácula de manera fiel era tal que no fue capaz de negociar un buen sueldo para su papel en la cinta de Browning -recibió la mitad que el actor secundario-. Lugosi, ensayaba arduamente su personaje, el acento, los gestos, para conseguir una interpretación perfecta. Tanto quería a su conde que rechazó interpretar a Frankenstein, pues el maquillaje le alejaba de su personaje.
Lugosi pronto se convirtió en un ídolo del cine de terror, lo que contribuyó a su desequilibrio mental. Su obsesión por Drácula cada vez fue a más. De hecho, se especulaba que en su vida cotidiana dormía en un ataúd y vestía con la capa de su personaje.
Christopher Lee, el Drácula “sesentero”
Otro legendario Drácula fue Christopher Lee. Comenzó su carrera en el año 1947 y aún sigue en activo. Fue en 1958 cuando interpretó a su primer Drácula para Hammer Productions, compañía que le lanzó a la fama y para la que trabajó durante varios años. En 1965, rodó Drácula, príncipe de las tinieblas, una intervención que estuvo rodeada de polémica por sus enfrentamientos con el guionista Jimmy Sangster, quien sitúa a Lee casi al final de la película, lo que enfureció al actor.
La compañía Hammer, con la que rodó varias entregas de Drácula, se caracterizaba por emplear escenas más sensuales y sangrientas que las de Universal, que, por el contrario, eran mucho más románticas. De nuevo, nos encontramos ante un prototipo muy masculino, temible y oscuro. Ni rastro de un conde de aspecto angelical.
Frank Langella, un infravalorado príncipe de las tinieblas
Se trata del Drácula menos conocido. El actor de la reciente Robot & Frank, que recibió una nominación al Oscar en 2008 por El Desafío: Frost contra Nixon, encarnó a Drácula en 1979, bajo la batuta de John Badham. En el filme, el actor de The Box apenas aparece caracterizado (salvo por su pelazo setentero) lo que le otorga un aspecto más natural, pero al mismo tiempo también más cercano y perverso. Nuevamente, los rasgos masculinos y duros prevalecen sobre otros más angelicales.
Y es que el tinte romántico y sensible de Drácula lo impuso Coppola en su versión de 1992, con un Gary Oldman caballeroso, sensual y llorón. Parece que el director de Apocalypse Now abrió la veda a este nuevo perfil de Drácula más sensible, atractivo y dandy, que cruza océanos de tiempo para encontrarte. O eso dice. Ahora Luke Evans toma el testigo de este prototipo que tanto atrae al público adolescente y no tan adolescente.