Cultura

"¿Qué película dicen si mencionas a Bogart? Casablanca, ¿no? A mí me pasó lo mismo con Curro"

Así se refería el actor Sancho Gracia al bandolero trabucaire al que prestó rostro y voz en las cámaras de Rtve entre 1976 y 1978 y con el muchos terminaron asociándole para siempre.  Su muerte ayer, en Madrid, ha dejado honda huella en el mundo del cine, la política, la literatura y el teatro.

Si Humphrey Bogart "era" el Rick de Casablanca, Sancho Gracia fue y será ya por siempre Curro Jiménez, el bandolero trabucaire que no eclipsó, sin embargo, 57 años de carrera en los que interpretó personajes en el cine, la televisión y el teatro al lado de "lo mejor de lo mejor".

El actor, productor, director y guionista rodó a las órdenes de Juan Antonio Bardem, Jaime de Armiñán, Vicente Aranda, Mario Camus, José Luis Cuerda, Adolfo Aristaraín, Alex de la Iglesia o Pilar Miró, fue alumno de Margarita Xirgú, trabajó en Estados Unidos con Charlton Heston y en España con "los más grandes de antes, de ahora y de siempre", decía.

Pero, como él recordaba en una entrevista con Efe, su Curro Jiménez nació en el momento "preciso" y por ello, y por su audiencia millonaria, se convirtió con 40 episodios emitidos entre 1976 y 1978 por TVE en un éxito sin precedentes.

Su Curro Jiménez nació en el momento "preciso", afirmaba Sancho García sobre el personaje de audiencia millonaria.

"¿Qué película dice todo el mundo si mencionas a Humphrey Bogart? Casablanca, ¿verdad? Pues eso. Me pasa lo mismo y me parece estupendo y me encanta que me recuerden por Curro, porque además es una serie que creé y produje", resumía el actor, que nunca consintió que le doblaran en sus muchas aventuras por la serranía andaluza.

El problema, subrayaba, era que "se hubiera quedado solo en eso" pero, como decía su amigo el guionista Rafael Azcona, supo bajarse del caballo "y seguir siendo un pedazo de actor".

Félix Ángel Sancho Gracia, al que sus muchísimos amigos llamaron siempre Félix, prestó su físico y su voz al personaje de tal forma que era muy fácil que por la calle le llamaran, hasta sus últimos paseos por la calle de Embajadores, "Curro".

Le hacía tanta gracia la identificación que cuando en 2001 le diagnosticaron el primer tumor de pulmón, la enfermedad que finalmente le costó anoche la vida, y le dijeron que tenían que ingresarle él bromeó respondiéndole al médico que cómo se atrevía a decirle eso a Curro Jiménez.

Se recuperó totalmente de aquel primer tumor pero luego aparecieron otros a los que "saludaba" y luego pedía "que se fueran por ahí. Si vuelven -contaba- los volveré a saludar".

Uno de sus proyectos más queridos fue la serie documental, producida por RTVE y su empresa, Wanda, sobre los héroes latinoamericanos, de las que ya estaban completas las películas dedicadas a José de San Martín, José Gervasio Artigas, Miguel Hidalgo y José Martí.

"¿Qué película dice todo el mundo si mencionas a Humphrey Bogart? Casablanca, ¿verdad? Pues eso. Me pasa lo mismo con Curro Jiménez"

Le gustaba participar en la elaboración de los guiones, pero lo que más le atraía era la parte de producción porque, presumía, era como una especie de José Tomás: "Cojo el toro, le pego 28 pases y, en vez de matarlo como él, digo aquí lo dejo en suerte", decía.

Aunque se fue siendo un niño de España, recordaba a menudo sus primeros 10 años en el barrio de Lavapiés, y su viaje, con 12 años, a Montevideo (Uruguay), 26 largos días de travesía en los que se enamoró por primera vez. Su carrera de actor comenzó  presentándose a un anuncio de la Escuela de Dramática Municipal de Montevideo, que dirigía la española Margarita Xirgú.

Ella le instruyó y le enseñó las máximas que dirigieron su vida: "Ayuda a los demás y los demás te ayudarán a ti y hay que estar siempre pendiente de que todo vaya bien". Volvió a España a principios de los 60 para actuar en Calígula con José Tamayo, que lo primero que le preguntó es si él podría "hablar en español".

"'¿Y en qué estoy hablando?', le pregunté. Me dijo 'es que tiene usted acento del Río de la Plata'. 'En todo caso será uruguayo' y le recité del tirón el monólogo de Segismundo de La vida es sueño", recordaba satisfecho de su prodigiosa memoria y adaptabilidad a cualquier papel.

Gracia, amigo de Adolfo Suárez, que fue su padrino de boda, y de Felipe González, repasaba episodios de su vida trufándolos con versos de Jorge Manrique y Federico García Lorca.

Su gusto por la guasa acompañó toda su vida a este "pícaro" del siglo XX, al que le complacía contar anécdotas como la del accidente de coche que tuvo con su "hermano" Paco Rabal, en la que este en vez de preocuparse por las heridas y la sangre solo le interesaba saber dónde y cómo estaba su "rata", es decir, su peluquín.

Había nacido en el mismo año en el que estalló la Guerra Civil, el trasfondo de "La cena de los generales", la quinta en la que le dirigía su gran amigo Miguel Narros.

Gracia interpretaba en ella al maître del Palace, el señor Genaro, un papel en el que se metió con cierta emoción porque su padre fue el jefe de comedor de ese hotel, en el que también había trabajado su madre como camarera.

El actor ya no pudo asistir a la capilla ardiente de su amigo Gustavo Pérez Puig, fallecido el 26 de junio, que le dirigió en Doce hombres sin piedad en 1973, una nómina de la que solo sobrevive Pedro Osinaga.

En su último proyecto como actor quiso recuperar la magia y el romanticismo del bandido que personalizó como Curro Jiménez, con un espectáculo diseñado íntegramente por él, Versos bandoleros y canciones escondidas, que se estrenó en julio del año pasado en Galicia.

Gracia, amigo de Adolfo Suárez, que fue su padrino de boda, y de Felipe González, repasaba episodios de su vida trufándolos con versos de Jorge Manrique y Federico García Lorca, y cantaba con su profunda y característica voz tangos y boleros, "que -sentenciaba- enseñan que la vida es esto y nada más".

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