En los años noventa, era un chiste privado entre periodistas hípster: ¿cómo será el grupo tributo al indie español, a cuyos conciertos asistiremos cuando todos tengamos cincuenta años? ¿Algo hortera y chirriante tipo La Década Prodigiosa? ¿Un conjunto alegre, contagioso y rebosante de estrellas como Mágicos Sesenta, donde se juntaron Jeanette, Tony Ronald, Karina y Lorenzo Santamaría? ¿O un grupazo ‘disco’ como los setenteros Fundación Tony Manero? La verdad es que la cosa estaba complicada, ya que el ‘indie’ español no tiene tantos himnos como otras escenas pop y además nunca asaltó realmente los medios de comunicación. ¿Es posible que los integrantes de la Generación X fuésemos a ser los primeros en quedarnos sin banda de tributo? Lo que ocurrió a continuación les sorprenderá. O no tanto.
Segundo verano de la pandemia, el periodista musical exindie pasea con sus niños pequeños (y las primas de estos) por el casco antiguo un pueblo de la España vacía (San Esteban de Gormaz, Soria). De repente, se encuentra con el cartel de un concierto gratuito, es decir pagado por el ayuntamiento: “Sombra Doble presenta: tributo al indie español”. En letras grandotas aparecen nombres como Vetusta Morla, Izal y Lori Meyers, pero no hay ninguna mención a los verdaderos tótems del género, digamos Los Planetas, La Buena Vida, Family, Sr. Chinarro y Australian Blonde. ¿Más grave? Se incluyen nombres que de indie tienen poco o nada como Pereza, Sidecars y El Kanka. En realidad, tanto Izal como Vetusta Morla toman distancia del término indie casi en cada entrevista; por no hablar de que festivales indies com el Primavera Sound les tienen vetados en su programación. En serio: ¿qué clase de broma es esta?
Tras mucho darle vueltas, acudo a ver el espectáculo el domingo por la noche. Convocan a un centenar de personas, casi lleno total, distribuidas en sillas con distancia de seguridad. El grupo sube al escenario, explican que son de Málaga y que están muy contentos de tocar en un sitio tan lejano a su provincia. Todo son sonrisas, bromas blancas y buen rollito, rompiendo por completo los códigos del indie, que prescriben ser altivo, misterioso y siempre un poco borde con el público. El paradigma podría ser la actitud perdonavidas de J. Planetas, que se comporta en todo momento como si estuviera haciendo al público un favor por tocar, en vez de la gente hacerle un favor a él por venir. Mal empezamos, al menos en opinión desde este cronista de Vozpópuli.
Estandarizar canciones
La cosa arranca con Izal y Vetusta Morla, todo con instrumentaciones cristalinas, perfectamente ejecutadas; luego nos enteraremos de que el bajista es profesor de música (cuando el cantante mencione el nombre de su academia y recomiende que nos apuntemos a sus cursillos en línea). Se combinan voz masculina y femenina, también perfectamente conjuntadas (son dos hermanos). Se falta pues al segundo gran mandamiento indie, que es sonar lacio, sucio y ‘amateur’, pasando por completo de la técnica, como nos enseñaron Beat Happening, los Pastels y The Jesus & Mary Chain, entre muchos otros (yendo un paso más lejos: como nos enseñó el punk). El sonido es totalmente AOR (rock limpio orientado a adultos) o más bien MOR (melodías y arreglos previsibles, a medida de la radiofórmula). Diría que no he visto un concierto menos ‘indie’ en toda mi vida. Los momentos más vivos llegan cuando se salen del guion para tirar por The Beatles (“A Hard’s Day Night”) y Mónica Naranjo (“Sobreviviré”).
Un orquesta de verbena vulgariza las canciones para hacerlas más bullangueras, aquí solo las limpian de cualquier chispa de vida
De vez en cuando, el cantante pide disculpas cuando cree que una canción ‘indie’ no va a ser conocida en la meseta. Es un gesto que le honra, porque a pocos (quizá a nadie) le suena la mayoría del repertorio. A mitad de concierto, piden que les manden peticiones vía su página de Instagram. El público, sobre todo, quiere escuchar a La M.O.D.A, otros exitosos pseudoindies de la vecina provincia de Burgos. Da un poco igual que satisfagan las peticiones o no, ya que a estas alturas de la noche tenemos claro que la especialidad de este grupo de versiones es amuermar la gracia de cualquier himno que interpretan, homogeneizándolo con arreglos que se consideraban de ‘buen gusto’ en los años setenta y ochenta. Para confirmar que el 'cool' no es lo suyo, el logotipo del grupo es el típico neón de club de jazz de toda la vida.
El resultado, básicamente, es que en manos de Sombra Doble los himnos suenan más sosas y más parecidas entre sí que nunca, con resultados denunciables en “La revolución sexual” de La Casa Azul. Un orquesta de verbena vulgariza las canciones para hacerlas más bullangueras, aquí solo las limpian de cualquier chispa de vida. Los himnos de Leiva, Vetusta Morla, Zahara, Love Of Lesbian y Lori Meyers van siendo sepultadas en un sonido mortecino y estandarizado, como cuerpos saturados de ansiolíticos arrojados a la misma fosa común. Todo ello con la mejor voluntad del mundo por parte del grupo, que es lo que hace que la noche sea más triste todavía.
Para que ocurra un concierto como este es necesaria una mezcla insólita de bajamar creativa de la escena pop, concejales de cultura en la parra y serias restricciones presupuestarias. Justo nuestra situación actual. Que el grupo sea andaluz no extraña especialmente, ya que allí el indie tiene muchos adeptos, que buscan refugio de la alegría obligatoria de ferias, playas y tablaos para turistas. Lo que sí sorprende es que nadie haya denunciado el cartel del espectáculo, donde los nombres de los homenajeados salen en tamaño más grande que el de los intérpretes, provocando confusión en quienes lo leen (algunos desinformados o ingenuos nivel olímpico piensan que se va a celebrar un festival con todos esos artistas). En fin, no hagamos más sangre: el ‘indie’ español ya tiene el homenaje deprimente que merece. Esto no es culpa de los artistas 'homenajeados', sino de cierta prensa que convirtió al indie en un concepto vacío y viscoso como pocos. Y es que algo parecido a esto es lo que hace años vienen vendiendo como indie desde espacios como Mondo Sonoro, Radio 3 y algunas secciones de Cultura. Un poco sí nos lo hemos buscado.