Cultura

Corrupción, Offenbach y silbo gomero en el thriller rumano del año

La edición de 2019 del Festival de Cannes será recordada por haber presentado al mundo una de las películas más aplaudidas de forma unánime en los últimos años: Parásitos, de

La edición de 2019 del Festival de Cannes será recordada por haber presentado al mundo una de las películas más aplaudidas de forma unánime en los últimos años: Parásitos, de  Bong Joon-ho, Palma de Oro y posterior triunfadora en la pasada edición de los Oscar, entre otros muchos galardones. En aquella edición del certamen francés, también compitió Dolor y gloria, la última película de Pedro Almodóvar, con la que Antonio Banderas recibió el galardón a mejor actor, y también fueron muy elogiadas Los miserables, de Ladj Ly, y Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma.

Sin embargo, y aunque fue bien recibida por la crítica, no llamó demasiado la atención 'La Gomera', una pequeña joya del cine negro dirigida por el realizador rumano Corneliu Porumboiu (Vasliu, Rumanía, 1975) que combina a la perfección ingredientes como la corrupción, la música de Offenbach y el silbo gomero, y que este viernes llega por fin a los cines españoles. ¿Qué tienen en común los elementos de esta historia? A priori, muy poco, pero, según ha explicado el director en una entrevista a Vozpópuli, están organizados en torno a algo que siempre le ha obsesionado: el lenguaje.

Rodaje de 'La Gomera': corrupción, Offenbach y silbo gomero/ Surtsey Films

El silbo gomero, una forma ancestral de comunicación, es el centro de este relato. Cristi, un policía corrupto relacionado con la mafia que se encuentra bajo vigilancia policial, viaja hasta la isla de La Gomera, donde aprende a comunicarse con el silbo y poder sacar así de la cárcel al único hombre que conoce el paradero de 30 millones de euros. La película está protagonizada por Vlad Ivanov, Catrinel Marlon o el español Agustí Villaronga, entre otros.

Esta lengua, "arcaica, poética, extraña y divertida", llamó la atención de Porumboiu. Al igual que ocurre con otros lenguajes basados en el silbido de "zonas geográficas difíciles" como algún rincón de Francia, Grecia y Turquía, el realizador fantaseó con la idea de pensar en este modo de comunicación como un lenguaje previo a cualquier lengua que, además, se habla en "una especie de paraíso", hasta donde llega el protagonista. Para conseguir el máximo de credibilidad, el director del departamento de silbo gomero de la isla viajó hasta Bucarest, donde varios de los actores aprendieron la técnica, incluso él mismo memorizó varias normas, tal y como cuenta.

"Tengo un vínculo con el aprendizaje de las lenguas, y quizás por este motivo hago cine, porque es la lengua en la que me siento más cómodo. Todas mis películas están relacionadas con los lenguajes, con personas que se tienen que entender. Quizás hay algo que conecta conmigo, porque siento a veces cuando hablamos que existe una especie de falta de comunicación", señala.

'La Gomera' también funciona como metacine en el que se entretejen el humor más crudo y el noir más extremo y frío a un ritmo adictivo"

Sin duda, su lengua materna, por decirlo de alguna forma, es el cine, y 'La Gomera' también funciona como metacine en el que se entretejen el humor más crudo y el noir más extremo y frío a un ritmo adictivo. "Cuanto escribí el guion y pensaba en algunos personajes, me di cuenta de que algunos de ellos estaban inspirados en el cine. Gilda, por ejemplo, interpreta un papel para sobrevivir en un mundo de gente peligrosa, de modo que el cine aparece también como un tipo de lenguaje", apunta.

Amor, corrupción y traición

La música de Offenbach atraviesa la película como una constante sonora y simbólica. Las voces femeninas de 'La Barcarolle' de 'Los cuentos de Hoffmann' hilvanan una trama que acelera la emoción a medida que pasan los minutos de una historia que, como en las mejores óperas, tiene grandes dosis de amor, traición y violencia, y que a la ve es extraña pero divertida. No hay un desenlace inesperado, no hay unos personajes imprevisibles, pero sí una puesta en escena distinta y, por eso mismo, atractiva.

"Quería hacer una película de un tipo que está aprendiendo una lengua extraña para hacer algo malo, pero que al mismo tiempo esa lengua se convierte en algo esencial para él. Al aprender esta lengua, tenía que preguntarse también sobre sí mismo y cómo él usaba la lengua antes. Normalmente podría haber hecho esta película de forma cronológica, pero decidí organizarlo todo en torno al proceso del aprendizaje y apostar por diferentes capítulos", cuenta.

La Gomera le permitió volver a su "infancia" y a las "películas del oeste" que tanto influyeron al director de las aclamadas El tesoro (2015) y Fútbol infinito (2018). Además de usar un set de western para la gran persecución de esta película, también recurrió a la "icónica" escena de la ducha de Psicosis, de Alfred Hitchcock .

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