El calendario editorial arranca un año más la página de Sant Jordi, que se ha celebrado en su edición más electoral posible, con dos debates consecutivos, y crispación incluida. Que el evento cultural y editorial más importante de Barcelona tiene su tralla, es lógico. La política está en todas partes y hasta el más escéptico se da cuenta.
Un breve repaso a los saraos y convites más importantes arroja unas cuantas instantáneas. Desde un Creuheras impecable -el día después del debate en Antena 3- en la Rambla Catalunya hasta una Ada Colau menguante. Hasta ahora, de la alcaldesa sabíamos que era una cosa y su contraria. Suele ser así. Está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo: cual Gato Cheshire, ese felino creado por Lewis Carroll y que acompaña, al mismo tiempo que atormenta, a Alicia en sus no pocas peripecias.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, la alcaldesa se nos desdibuja, mengua pues. En pleno Sant Jordi, una de las jornadas más significativas de la vida en Barcelona, andaba Colau en modo cargo público, presidiendo actos en los que se apea del activismo e intenta estar a la altura de sus pocas palabras. Estuvo, cómo no, en la tradicional fiesta que ofrece La Vanguardia durante la víspera del Sant Jordi.
Reunida con Meritxell Batet y el omnipresente Miquel Iceta, Ada Colau daba la impresión del esquinazo en aquel sarao. Estaba tocada por el gesto estreñido del que apenas habla y se queda rezagado en medio del aquelarre electoral.
Políticos presos
A lo largo de la noche fue quedándose Colau como algunas partes de Barcelona desde que ella gobierna: anodina y arrancada de atributos. Quien se dejó ver por todas partes, además de Iceta -que se dejó caer por la fiesta de Penguin Random House- fue Manuel Valls, todo el 'rosa-rosae' y libro en los photocalls, incluido el de la fiesta de El Mundo.
Que los 'presos políticos' estaban 'in The air' lo dejó muy claro la lista de más vendidos de la categoría no ficción en catalán: Contes des de la presó, de Oriol Junqueras y Neus Bramona, en primerísimo lugar, seguido de Tres dure a la presó, de Jordi Cuixart y la periodista Gemma Nierga.
Que a la rosa roja le compite la amarilla, de eso no cabe duda. Ya fuera en la rambla Catalunya como en la L'Illa Diagonal florecían en las solapas los lazos amarillos. Ese jardín político en el que se ha metido Barcelona y del que cada día cuesta más, si no salir, al menos comprenderlo. Y eso en este Sant Jordi se le escapa hasta a los más avispados.
Por Barcelona estuvo Andrés Trapiello presentando su edición aniversaria -25 años- de su clásico Las armas y las letras en compañía de Cayetana Álvarez de Toledo, quién conoce al escritor de antaño desde que éste apoyara a la plataforma Libres e iguales, que la actual candidata del PP formó tras reunir a un grupo de intelectuales.