Quienes se prueben una sesión con este grupo de dibujantes querrán repetir todos los meses. Se siente quien posa como un burgués dieciochesco o acaso cual noble que, aposentado en su palacio de 50 metros con muebles de Ikea, se deja retratar por una nueva versión del pintor de cámara. Y de eso se trata el asunto: de recuperar el gesto nostálgico del posado y el quehacer clásico del dibujo.
Se trata de Dibujo a Domicilio, una iniciativa que busca "reactivar el dibujo del modelo al natural, acercar la experiencia del dibujante a las casas". Buscan rejuvenecer al pintor de cámara y fomentar de esta manera la experiencia artística ya no solo para el artista, también para el modelo convertido en anfitrión.
“Buscamos quien nos abra sus puertas para entregarse a la experiencia de ser dibujado por una estancia de al menos dos horas". Ese es su lema. Las sesiones no tiene precio. Se realizan, previa petición, los martes de cada semana sobre las 7:30 de la tarde. Duran alrededor de dos horas y en ellas cada dibujante hace una media de 5 dibujos por dibujante -suelen acudir entre 3 y 6-. Las poses son de unos 15 minuntos de duración cada una.
Hay pocas condiciones, poquísimas. Las visitas son en madrid, a zonas en las que preferiblemente llegue el metro y que no sea muy alejado. Los dibujos, una vez listos y trabajados luego, se comparten a baja resolución en facebook y en el blog www.dibujoadomicilio.com. Lo tienen clarísimo: no etiquetan a sus modelos ni los ponen a rodar por las redes sociales.
La intención de quienes llevan Dibujo a Domicilio es que la casa del dibujado se convierta por un momento en el estudio del pintor. El anfitrión escoge el rincón donde está más a gusto, rodeado de las cosas que lo hagan sentir cómodo consigo mismo y lo describan: desde la ropa hasta el libro o la copa que lleve en la mano. Eso sí, los dibujantes lo llevan muy claro: Domicilio será considerado cualquier lugar que el dibujado considere su hogar.