Dos sectores de naturaleza empresarial muy distinta han presentado sus cifras hoy: el sector editorial y el audiovisual. El primero menos subvencionado -aunque protegido en el IVA suprereducido-; el otro, mucho más a merced de las ciscunstancias y coyunturas de mercado. Ambos están igualmente amenazados por la piratería. Sin embargo, uno sube -amparado por el libro de texto, a raíz del cambio en la legislación de educación, que ya ocurrió el año pasado- y el otro, el cine, detiene un proceso de crecimiento que parecía en marcha.
Según cifras aportadas por la Federación Española de Gremios de Editores de España (FGEE) en su Análisis del Mercado del Libro en España 2015, presentado este miércoles, el sector editorial creció en el año 2015 un 2,8 %, hasta los 2.257 millones de euros de facturación, un dato impulsado por el libro de texto y la novela. Sin embargo, se encuentra muy lejos del año récord, 2008, cuando aumentó un 30,8 %. Hay optimismo pero no fanfarria. Aunque la cifra no es desdeñable, si se considera que en el ejercicio anterior el crecimiento fue de 0,6%. El cine, en cambio, lo lleva mucho peor, pues vuelve a encajar un golpe en las esperanzadores cifras de años anteriores.
En efecto, la recaudación del cine español en el exterior cayó un 14,1 % el año pasado hasta los 160 millones de euros y el número de películas distribuidas fuera también descendió un 16 % hasta 132, según datos presentados hpor la confederación de productores audiovisuales FAPAE.Su presidente, Ramón Colom, ha relativizado la negatividad de esos datos, incluidos en el informe "El cine español en el mercado internacional 2015", al recordar que las cifras duplican las registradas hace diez años, tanto en recaudación como en número de largometrajes distribuidos. La recaudación global del cine español en 2015 -esos 160 millones más los 110 registrados en la taquilla nacional- cayó algo más del 15 % hasta los 270 millones de euros, de los que el 59,3 % corresponde al extranjero y el 40,7% a España.
La naturaleza de ambos, sin embargo, es muy distinta, lo cual permite colocar cada cifra en un apartado diferente. De un lado, un sector concentrado, poco transparente y aquejado por la necesidad de una reconversión industrial, como es el editorial. Del otro, uno que ha encajado el duro golpe del IVA del 21%, y que procura el entretenimiento como clave de inversión e intenta sobreponerse a la piratería. Golpeados igualmente por la crisis, uno y otro experimentan procesos inversos: uno comienza a crecer, el otro comienza a encontrar reticencias en el crecimiento.
La Ley de Educación, un factor favorecedor pero...¿y la literatura?
Los datos presentados por el Gremio de Editores muestran la importancia en las cuentas actuales del libro de texto no universitarios, cuyo aumento del 12 % en la facturación estuvo marcado por la entrada en vigor de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). Ese dato viene arrastrando su efecto positivo desde el año 2014. Entonces, la facturación total alcanzó los 2.195,80 millones de euros, un incremento del 0,6% con respecto a 2013 que tranquilizó y esperanzó a algunos. En ese entonces se vendieron 3,1% más de libros de texto de educación primaria para adecuarlos a la nueva legislación. ¿Cuánto más durará esa variable? ¿Puede el sector confiar su futuro a ese detalle?
Si nos atenemos a la scifras de los eidtores, no todo es el libro de texto. Hay un dato adicional. En 2015, la novela concentró la subida de la facturación con un incremento del 8,8 %, algo que "también ha ocurrido en otros países europeos" y demuestra una "vuelta" a la lectura de ocio en papel,según aseguró el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) y de la Asociación de Cámaras del Libro de España, Daniel Fernández, este miércoles. Sin embargo, el apartado literatura viene de un bajón importante. No hay que olvidar que sufrió un descenso de las ventas del 4,6%, hasta los 447,10 millones de euros, en 2014. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Caída del consumo? ¿Menos lectura? ¿Crisis económica reflejada en el poder adquisitivo o acaso una crisis en el modelo de un sector acostumbrado a gestionarse con un método que hace aguas -el de colocar libros en lugar de venderlos-?
Uno de cada tres españoles no abre un libro jamás. Los que lo hacen compran, como mucho, 8 al año. Y de cada diez personas que descargan libros electrónicos, sólo 4 pagan por leerlos. Los datos pertenecen al último Barómetro (enero 2015) del Centro de Investigación Sociológica (CIS) y también al informe Hábitos de Lectura y Compra de Libros realizado por la Federación de Editores. Considerando que España es, sólo por detrás del Reino Unido, el país que más novedades ofrece - 1.692 títulos nuevos por millón de habitantes- la cifra resulta poco menos que desconcertante y contradictoria. Claro: publicar no significa vender, algo que saben de sobra las editoriales, que han sufrido pérdidas acumuladas de más del 20% en los últimos cinco años, a pesar de imprimir e imprimir libros para colocarlos en las librerías. Las cifras que llegan hoy -proporcionadas por los mismos editores- dan qué pensar, pero es una tendencia que debe consolidarse en los siguientes años.