La nueva entrega de la franquicia mutante X-Men se estrena esta semana en los cines españoles. El realizador Bryan Singer dirige un nuevo capítulo de esta saga –el cuarto en su caso-. Para algunos sin embargo, esta resulta blanda e inconsistente. Pinchan los superhéroes; al menos es lo que podría pensar cualquiera tras hacer un repaso por los últimos estrenos. El asunto comenzó con El amanecer de la justicia, el filme que reúne las versiones averiadas de un Batman y un Superman deslavados; le siguió el mano a mano Iron Man versus Capitán América en Civil War. Y todavía queda el desembarco de Suicide Squad, cuyo estreno está previsto para agosto.
De momento, X-Men no convence del todo a sus seguidores, y eso que el reparto es solvente y el director es el mismo de las tres películas anteriores. ¿Los superhéroes ya no nos resultan tal cosa? ¿Los personajes fantásticos se reblandecen en el siglo XXI? ¿Mutantes que no son tales?
X-Men: Apocalipsis, de Bryan Singer, retoma el Universo Marvel creado por Stan Lee y Jack Kirby diez años después de los hechos ocurridos en Días del futuro pasado. Magneto (Michael Fassbender), Mística (Jennifer Lawrence) y Charles Xavier (James McAvoy) se han separado, pero volverán a unirse cuando Apocalipsis (Oscar Isaac) despierte. Este mutante venerado como un Dios desde los inicios de la civilización, es el primer y más poderoso mutante del universo de los X-Men de Marvel. Ha acumulado los poderes de muchos otros mutantes, convirtiéndose en inmortal e invencible.
Dormido durante años, Apocalipsis regresa un mundo que le resulta decepcionante. Es entonces cuando recluta un equipo de poderosos mutantes, incluido Magento, para eliminar a la humanidad y crear un nuevo orden en el que él reinará. Ante la amenaza, Raven, también conocida como Mística, y el Profesor X lideran a un grupo de jóvenes X-Men para detener a Apocalipsis y salvar a los humanos. Ése es el punto de partida, pero… ¿y el resultado? Aquí cinco razones –entre opiniones e incertidumbres- que demuestran cómo vuelve a pinchar el intento por adaptar las gestas clásicas a la gran pantalla.
- Héroes musculados, morralla discursiva. Para algunos, esta es la más floja de las películas de Bryan Singer. “Apocalipsis es bastante irregular en conjunto, con un buen puñado de escenas de relleno y presentaciones innecesarias (…) Así, diremos sin género de duda que es la más floja de las cuatro películas realizadas por Bryan Singer para los X-Men hasta la fecha pero no porque sea mala película (de hecho, es entretenida) sino porque no aprovecha ninguna de sus potenciales virtudes (…) Las dos primeras entregas de X-Men eran mucho más efectivas y adecuadas a lo que declamaba este universo de héroes con dramas profundos y aura de no pertenencia a la sociedad, que sigue viéndoles como una especie de bichos raros y casi apestados”, asegura Alberto Quintanilla en su análisis de esta nueva entrega.
- Titanes incapaces de sobreponerse de sí mismos. Mientras unos consideran normal mostrar las miserias y flaquezas de los superhéroes, otros sencillamente no aguantan que el individuo invencible se despeñe desde la cornisa edípica o la mezquindad más ramplona. En el caso de los X-Men, su naturaleza periférica y marginal debería funcionar como revulsivo. Sin embargo, el efecto no es tal. Presa de una ansiedad y una fragilidad que nada tiene que envidiarle al mundo real, sus poderes no convencen y acaso con suerte, entretienen. Un efecto cartón piedra, poco verosímil.
- La melancolía como industria. La nostalgia vende, aunque de un tiempo a esta parte parece no funcionar del todo, acaso por el regusto a sucedáneo. La estética de las nuevas adaptaciones intenta capturar dos públicos: los nostálgicos, que suelen salir del cine con la sensación de que los superhéroes su época eran mejores, a la vez que buscan dirigirse también a la generación que le sigue. Los más jóvenes suelen comprar con entusiasmo el empaque que les han dado, porque sencillamente no conocen otro. A la luz de esto, uno de los reproches que hacen a Bryan Singer es haberse dejado comer por la desgana. Para algunos, Singer repite la fórmula de las dos primeras entregas, opta por una visión superficial y opaca de una historia que se limita a la lucha villanos contra malvados sin una verdadera razón que empuje la trama.
- Una gesta sin discurso. Lo que hace a un héroe tal cosa es, justamente, la naturaleza extraordinaria de aquello que debe enfrentar, sea el hecho de sobreponerse al hecho cotidiano de quedarse sin empleo, sobrellevar un abandono sentimental o –como es el caso- reponerse de la decepción ante un mundo blando que sólo despierta las ganas de destruirlo. El tamaño de su gesta determina el tamaño de su transformación. Conseguir que tal cosa resulte ciclópea exige una historia qué contar, una en el que los eventos tengan una conexión. En el caso de X-Men, se echa en falta -dicen sus detractores- un sentido de la acción y no una sucesión de enfrentamientos.
- Saturación y burbuja. Que los filmes de Superhéroes funcionan es cierto, sin embargo... ¿Abusa la industria de ellos? Tanto Warner Bros. y DC Entertainment tienen un cronograma de estrenos que incluye más de 10 super producciones. Marvel/Disney, 20th Century Fox y Sony Pictures no se quedan atrás. Está previsto el estreno de al menos 20 películas de aquí a 2020.