Si el año pasado algunos candidatos aprovecharon la edición de los Premios Goya de 2015 para la precampaña de un año con tres elecciones, este año toca doble ración. Los líderes del PSOE, Podemos y Ciudadanos, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera respectivamente, han confirmado su presencia en la gala de la 30 edición de los Premios Goya, que se celebrará este sábado en el Hotel Auditorium de Madrid, según ha comunicado la Academia de Cine.
También está previsto que acudan el presidente del Congreso de los Diputados, Patxi López; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. En nombre del Gobierno en funciones estará el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, acompañado por el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, y la directora general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), Lorena González.
Además de Sánchez, Iglesias y Rivera, también está previsto que acudan Patxi López, Cristina Cifuentes y Manuela Carmena
Ya en otras ediciones la concurrencia política había sido alta, pero no tanto. Parece que en momento de pactos para una investidura, cualquier terreno vale. Ya en la gala pasadda, Pedro Sánchez aseguró que si su partido ganaba las elecciones "lo primero que haría" sería recuperar el ministerio de Cultura y bajar el IVA del 21 al 5%. Para llevar meses sin pronunciarse al respecto, fue un guiño electoralista que no vino mal ni a uno ni a otros. Sin embargo, ahora Sánchez tendrá que disputarse la atención con sus principales contendores políticos.
Aquella XXIX edición de los Premios Goya sirvió para cantar la recuperación del sector cinematográfico español e intentar tender puentes con el PP, con el que el sector había sostenido una guerra nada más comenzar la legislatura, a causa de los recortes y el aumento del IVA para el cine del 8% al 21%. Sin embargo, en aquella ocasión la gala comenzó con un Dani Rovira que pedía al ministro de Cultura, José Ignacio Wert, que pusiera "buena cara"; aunque tampoco hizo mucha falta. Menos reivindicativa que otros años –aunque Almodóvar y González Macho se encargaron de que no fuese del todo amable con el Gobierno-, esta entrega de los premios fue menos agresiva que las primeras que se celebraron durante la legislatuira popular.
Ya en otras ediciones la concurrencia política había sido alta, pero no tanto. Parece que en momento de pactos para una investidura, cualquier terreno vale
Para polémicas políticas sin embargo, la que se armó cuando -en plena tesión con las productoras y realizadores-, José Ignacio Wert dejó plantada a la Academia, y de la peor manera. “No puedo estar en dos sitios a la vez”, dijo el ministro de Educación, Cultura y Deporte en Londres, donde mantuvo una reunión con su homólogo británico que le impidió asistir a la gala de los Goya de 2014. La cita no sólo fue solicitada por el gobierno español 11 días antes de la gala -cuya fecha se conocía desde abril del año 2013-, sino que duró poco menos de un cuarto de hora. Aquello fue como echar un bidón de gasolina, en una relación que ya era tensa.
La ceremonia comenzó con los comentarios del presentador Manel Fuentes: "¿De verdad que no ha venido el ministro? Con lo que le hubiera gustado ver esto (…) ¡Por fin una sala de cine llena! Y en la que ni siquiera hubiera tenido que pagar el 21 por ciento del IVA cultural de la entrada”, dijo. “Y tampoco está el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, "¡con lo que le gusta el cine español!", remató Fuentes. El actor Javier Bardem aprovechó su participación como presentador del Goya a la mejor interpretación femenina de Reparto: “Nuestro cine está muy por encima de nuestro ministro de anti-cultura”.