Cultura

María Blanco: “El liberalismo intelectual es una cosa y poner en práctica medidas liberales, otra”

La economista e investigadora publica Las tribus liberales (Deusto), un volumen que se plantea “deconstruir” la mitología liberal. Y lo hace a través de una reflexión ácida, acaso comprometida. Sobre este tema y otros habla la columnista de Vozpópuli en esta entrevista.

  • María Blanco publica el ensayo Las tribus liberales, editado por Deusto.

Libertarios, austríacos, de izquierdas, de derechas, monetaristas… ¿Pero cuántas tribus caben en una misma corriente? Pues sin duda todas las posibles; todas las que podamos inventariar… ¡o inventar! El asunto, sin embargo, radica en poner orden. Y eso es lo que ha hecho la economista e investigadora María Blanco para aclarar quién es quién en el mundo liberal.

Así lo ha hecho en su ensayo Las tribus liberales (Deusto), un volumen escrito con conocimiento de causa, pero sin excluir jamás el humor y la ironía. Porque si de “deconstruir” mitos se trata, ésta es la ocasión perfecta. Una idea sujeta todo el libro: la defensa de la libertad individual como tronco que ha unido a los liberales a lo largo de la historia. Sobre éste y otros temas, habla María Blanco en esta entrevista.

¿Pero cuántas tribus caben en el liberalismo? Es lo que intenta aclarar la economista e investigadora María Blanco.

-Tan sólo en las primeras páginas del ensayo usted plantea algo obvio pero fundamental: ¿Qué es un liberal? Y le pregunto justo eso: ¿qué es (hoy) un liberal?

-La respuesta no es fácil, entre otras cosas porque la libertad no es percibida igual por todo el mundo. Así que la defensa de la libertad individual tampoco. Al especificar que el liberal defiende la libertad asociada a la responsabilidad individual sobre los actos propios, parece que delimitamos un poco más de qué hablamos. Eres libre en la medida que asumes las consecuencias de tus acciones, siempre sin hacer daño al de al lado, es decir: respetando la vida, la propiedad y la palabra dada. Pero con todo y con eso, no tengo más remedio que remitirme a cómo veo yo las cosas sin ser capaz de generalizar, aunque eso deja insatisfecha a mucha gente, que necesita definiciones muy concretas para saber dónde se mueve. Para mí un liberal es una persona cuyo modo de vida pasa por la defensa de la libertad individual asociada a la responsabilidad individual y que se manifiesta en la lucha por tratar que la gente lleve las riendas de su vida sin vivir a costa del vecino, asumiendo aquello que pueda asumir. Esto no está en contradicción con una actitud de ayuda y solidaridad hacia los demás siempre que sea voluntaria.

-¿Se puede “deconstruir” algo que, a juzgar por lo que escuchamos y leemos, la gente no comprende? ¿Qué es La tribu liberal: deconstrucción o divulgación?

-Divulgación mediante la deconstrucción. Muchos de estos “mitos” (en el mal sentido de la palabra) están construidos como una tela de araña en la que los sentimientos más humanos tienen un papel muy importante, de manera que prenden en la gente y se arraigan fuerte con facilidad. No vale entonces responder con un slogan o con una enciclopedia de citas de autores, en mi opinión. De lo que se trata es de mostrar a la gente lo que implica ese mito, esa creencia, ese meme perverso, desmontando lo que hay de cierto, lo que hay de falso y lo que hay de manipulación, señalando además quiénes se benefician de que esa creencia se extienda.

"No creo en la linealidad de las ideas ni liberales ni no liberales".

-Traza usted una genealogía del liberalismo: desde los  clásicos, pasando por la izquierda liberal, los monetaristas, los austríacos, los minarquistas… ¿Es necesariamente lineal, acaso progresiva (que avanza a mejor), esta ‘evolución’ del liberalismo?

-No creo en la linealidad de las ideas ni liberales ni no liberales. En determinados momentos de la historia el pensamiento económico y político ha ido más para atrás que para adelante. En muchas ocasiones ha tenido que venir un estudioso aislado a rescatar las lecciones del pasado para progresar. Y se ha superado el bache, nos hemos puesto serios y hemos retomado una senda demarcada por el rigor y la honestidad intelectual. Pero los aplausos fáciles, la cercanía al poder, que son males de nuestro tiempo, creo que nos están haciendo un flaco favor.

-Muchos autores insisten, entre algunos usted, que una de las primeras escuelas de pensamiento liberal es la de Salamanca, es curioso. Si hay un país donde el liberalismo se ha dado de bruces, una y otra vez, es España.

-La Escuela de Salamanca era un grupo de escolásticos estudiosos y ya sabe usted que el papel aguanta todo. Las autoridades de la época no les hicieron ni caso. No solamente eso, Juan de Mariana estuvo preso siendo un anciano en los calabozos de lo que hoy es la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, muy cerca de la sede del Instituto Juan de Mariana, por denunciar que el rey robaba a la población cuando inflaba la moneda.  El liberalismo intelectual es una cosa y poner en práctica medidas liberales es otra. No ha habido nunca verdadera voluntad política, y creo que es debido a la falta de responsabilidad de quienes tenían que haber liderado los cambios: los políticos cedieron frente a terratenientes aristócratas, a la Iglesia, a los grupos de presión de empresarios textiles en Cataluña, o del metal vasco o de cualquier cosa. Nuestros políticos se han comportado con una cobardía penosa a lo largo de la historia. Y así seguimos.

"España está huérfana de élites sanas. Una relectura de Ortega nos enseña que esto es así desde hace mucho".

-¿Qué tanto de esperpento, de injerto, de Frankenstein, tiene el pensamiento económico de las élites españolas que se declaran liberales?

-España está huérfana de élites sanas. Una relectura de Ortega nos enseña que esto es así desde hace mucho. Me duele mucho porque es mi tierra y porque no es por falta de talento sino por incentivos erróneos desde hace siglos. La ejemplaridad en las élites es algo que no somos capaces de imaginar. Así que si me habla usted de élites intelectuales, me echo las manos a la cabeza. De hecho, es difícil identificar quiénes son estas élites y cuáles son sus méritos, porque hemos terminado por confundir élite con popular. Y eso es terrible pero creo que es un signo de nuestros tiempos. Por eso me quedo con los clásicos.  Los estudiosos del liberalismo, incluido el económico, no tienen nada de esperpéntico, pero sí hay diversidad y eso enriquece.  Si me habla de élites políticas, ya le digo que no creo que haya liberales en ellas. Y que son simplemente lo opuesto a lo ejemplar.

-¿Por qué está tan atornillado el discurso del estatismo (de izquierdas o de derechas) no sólo en los representantes políticos, sino en los propios ciudadanos? ¿Es la elusión de la libertad individual un salvoconducto? ¿Si no soy responsable, no soy culpable…?

-Es un razonamiento perfectamente aceptable. Es necesaria cierta dosis de valentía para reflexionar, reconocer un fallo, repararlo y seguir adelante. Y todavía más si tenemos a mano una excusa que nos ayude a eludir la mirada del otro, a escaquearnos de la responsabilidad. Necesitamos ejemplos de responsabilidad, que refuercen la actitud de quienes darían un paso adelante y asumirían sus responsabilidades. El liberalismo sin ejemplaridad no pasa de ser un ejercicio intelectual muy reconfortante pero nada más. Además el estatismo se ha puesto el disfraz de defensor de los necesitados, y nos lo hemos creído.

"El liberalismo sin ejemplaridad no pasa de ser un ejercicio intelectual muy reconfortante, pero nada más"

-¿Cree que hay suficiente divulgación del pensamiento económico? (Con divulgación no me refiero a debate, sino a textos vocación pedagógica)

-No hay divulgación del pensamiento económico, es cierto. Por un lado, es difícil poner a disposición de la señora que va a mi lado en el metro cuestiones sofisticadas como la teoría del valor o los debates monetarios del siglo XIX en Gran Bretaña y no digamos la importancia de la metodología en la ciencia económica.  Sí hay una explosión de libros del estilo “Freakonomics” que explican lo que pasa hoy en la economía, pero eso no es pensamiento económico, y es una espinita que tengo clavada porque soy una persona enamorada de mi especialidad.

-En su último capítulo, Los demonios liberales, al hablar de la especulación plantea un guiño de humor que, sacado de contexto puede herir a más de uno, y plantea que todos podemos ser especuladores…

-La idea de fondo es que el especulador actúa como cualquier hijo de vecino, todos somos especuladores en el día a día. Nadie pregunta al conductor de autobús por sus intenciones privadas cuando conduce. Nos preocupa que lo haga bien. Y allá él y su moral. Pero hemos dejado que los gobernantes nos muestren al especulador como un ser malvado cada vez que el mercado refleja el sentimiento de desconfianza real que existe, que es como culpar al mercurio de la fiebre que mide. La fiebre se debe a la infección, no al mercurio. Pero qué curioso que cuando el mercado financiero favorece al político el malvado especulador es un maravilloso inversor. Lo que usted plantea tiene mucho sentido porque lo que señalo es que esa élite política que roba es la que se beneficia de que usted o yo miremos mal al especulador, y así ellos eluden su responsabilidad.

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