La Feria del Libro de Fráncfort, la más grande del mundo en el sector, se prepara para subir la persiana de su edición de 2014 con un mensaje muy claro: de monopolios nada. Así lo hizo saber el presidente de la Asociación de los Libreros Alemanes, Heinrichen Riethmüller, quien destacó la importancia de la variedad del mundo del libro, cuya infraestructura puede verse amenazada por la forma como la digitalización favorece la creación de monopolios.
"El mundo del libro en Alemania es un modelo para el mundo en buena parte por su infraestructura de cerca de 3.000 editoriales y 6.000 librerías", dijo Riethmüller en la conferencia de prensa inaugural de la Feria del Libro de Fráncfort. El ataque de Riethmüller a los monopolios se produjo poco después de que Amazon anunciara la introducción de una tarifa plana para acceso a libros digitales en Alemania, en medio de una disputa con buena parte de los editores alemanes sobre la comercialización y la distribución de beneficios del libro electrónico.
Este martes la Comisión Europea anunció una investigación en profundidad a la multinacional
A Amazon le crecen los enanos. Porque fue justamente este martes cuando la Comisión Europea (CE) anunció una investigación en profundidad a la multinacional de venta por internet al considerar que podría recibir ventajas fiscales en Luxemburgo incompatibles con las normas comunitarias de ayudas de Estado. La CE señaló en concreto que estudiará la legalidad de la política de las autoridades fiscales luxemburguesas referente al pago del impuesto de sociedades por parte de Amazon.
El Ejecutivo comunitario subrayó que la apertura de esta investigación da la oportunidad a las partes implicadas de que puedan remitirle sus observaciones, al tiempo que insistió en que "no prejuzga el resultado" de las pesquisas. Entretanto, en la feria, algunos editores y libreros acusan a Amazon de atentar contra el precio fijo de los libros, una herramienta clave para la supervivencia de los libreros independientes.
El panorama completo
Del 8 al 12 de octubre y teniendo a Finlandia como país invitado de honor, la Feria del Libro de Fráncfort contará con 7.275 expositores de 102 países. Este evento también reunirá a 631 agentes literarios, alrededor de 9.300 periodistas de diferentes partes del mundo, 1.000 blogueros, 275.342 visitantes y 170.664 profesionales ligados al campo del libro.
La distribución espacial de la feria será este año bastante igual a la de años anteriores pero ya se cocinan planes para hacer modificaciones importantes en las próximas. Así, por ejemplo, el año próximo –si los planes se llevan a la práctica– se eliminará el pabellón 8, donde desde 2001 están concentrados los expositores del mundo anglosajón.
De especial importancia supone la reunión para un sector que busca reinventarse en medio de la coincidencia de cambios en el consumo del libro, entre otras cosas por la digitalización y la irrupción de gigantes como el propio Amazon en el negocio.
De hecho, la edición se celebra sin que se haya llegado todavía a un acuerdo en la guerra que sostienen Amazon y Hachette. Se trata no de una batalla comercial, sino prácticamente de una guerra a muerte en la que cada cual se alinea en un bando. Desde mayo, la compañía de Jeff Bezos sostiene una lucha de precios con la filial estadounidense de Hachette —cuarta empresa del sector en EEUU—; también en Alemania con Bonnier Media Group. A medida que la pelea aumenta de dimensiones, más complicada y farragosa se vuelve y cae incluso en la guerra sucia. Desde entonces, autores, lectores, empresarios y editores se alinean en una disputa que cada día va a más.
El caso español
Resulta curioso el reclamo de los libreros, quienes denuncian la concentración editorial, prácticamente una realidad empresarial en España, que participa este año a través de distintos organismos y sellos.
En nuestro país, una de cada tres editoriales está vinculada a un gran grupo. La estadística no es nueva, ni fuera ni dentro de España, y episodios como la titánica fusión de la alemana Random House y la británica Penguin, del Grupo Pearson, -y la posterior compra que hicieron de Alfaguara- lo demuestran. La dinámica apunta, como en el concierto empresarial imperante, a la concentración. Justo la dirección contraria que pregonan algunos.
Asimismo, resulta curioso que mientras el director de la Feria, Jürgen Boos, apunta un cambio de tendencia en los mercados anglosajones -que comienzan a reponerse de la crisis, asegura-, España visite la Feria durante su quinto año consecutivo de contracción.
La industria del libro en España no sólo pierde dinero -ya casi un 20% en los últimos diez años-, sino que es más pequeña, con canales de comercialización más débiles y una caída sostenida que no se matiza. Así lo demostraron los datos del Análisis del Comercio del Libro en España presentado hace unos meses por la Federación de Gremios de Editores de España, y que muestra una reducción del mercado del 9,7%: 291 millones menos. Ese es el panorama español al momento de celebrarse una de las ferias más importantes del negocio editorial y literario.