En España hay hoy más librerías que hace diez años. Hasta 2013 estaban registradas como tales 4.336, 14% más que en 1999. Es el estado europeo con mayor número de establecimiento de este tipo: estas representan el 16,9% del conjunto europeo, seguido de Alemania con un 14,9%, Francia con un 14,6% e Italia con un 11,2%. En España hay más librerías, pero se venden menos libros. La realidad es que la facturación de los libreros en España ha caído un 26% desde 2011 (el año pasado cayó un 11%; en Francia apenas 1,5%). Las cifras de los editores, sin embargo, no son mejores: aseguran que el mercado se ha contraído un 30% en los últimos cinco años.
¿De quién es la culpa? ¿De Amazon? ¿De la crisis? ¿De la caída del poder adquisitivo? ¿Del dinero que no llega? ¿De los libreros que no se adaptan? ¿De la red del precio fijo? No hay una respuesta única, tampoco una que excluya a la otra. Sin embargo, la mayoría de los libreros coinciden en la necesidad de impulsar un plan de ayudas públicas como el que han puesto en marcha en Francia, Bélgica o Alemania. Otros afinan más la mira y piensan en la necesidad de una reconversión total del mercado.
En días en los que el sector celebra una de sus citas más importantes, la Feria del Libro de Madrid –abierta hasta el próximo domingo 15 de junio-, se elevan algunas voces que piden un Plan de Apoyo al Libro. Así lo hizo este miércoles el grupo parlamentario Izquierda Plural, a través de su portavoz Chesús Yuste, quien propuso medidas concretas: desde mayores subvenciones hasta una Ley del libro.
En ese abanico de medidas, se inlcuyó también la creación de un sello de calidad que unifique y profesionalice al sector, permitiendo la homologación y profesionalización, así como mayor acceso a las ventajas fiscales y subvenciones o líneas de crédito. Esta misma propuesta ha sido defendida también por Pilar Gallego, la presidenta de la Confederación del Gremio de Libreros (CEGAL) y de la Feria del Libro.
Para que esto fuese posible, claro, las librerías tendrían que someterse a un proceso de unificación de criterios y de profesionalización. Según el mapa publicado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que reúne a 1.600 librerías en todo el país, en España existen en la actualidad 5.898 establecimientos que expenden libros. ¿Pueden ser consideradas realmente como librerías? ¿Pueden entrar en un mismo saco la librería de barrio que vende libro de texto con Tipos infames o La Central?
En Europa ya se han puesto en marcha algunas experiencias similares. Se trata de la fijación de unos parámetros que permitan la mejora de las librerías para hacer posible alianzas entre editores y libreros, como ha ocurrido en Francia. De ahí que un proceso de unificación de criterio pudiese funcionar al mismo tiempo como un paso adelante a la vez que una estacada. ¿Pasarían la prueba para la obtención de ese sello todas librerías?
“España en el país con más librerías y el menor porcentaje de lectores. Si se implanta un proceso de calidad supondría una reconversión del sector. Es decir, una depuración. Se trata de parámetros de profesionalización. En Francia, por ejemplo, han conseguido definir mejor la profesión librera. Eso debería también de ocurrir en España”, opina Txetxu Barandiaran, consultor editorial.
Sobre el tema de una profesionalización, Barandiaran va un poco más allá: “En España hay librerías que están al nivel de las librerías francesas, pero en su conjunto queda una idea general del todo vale. Lo que no he escuchado es cuánto están dispuestas las librerías a invertir para tener un proceso de subida de la calidad”. En efecto, España es de los países europeos con más librerías y menos lectores, cuyas últimas cifras les ubicaban en un 63% en 2013, siete puntos por debajo de la media europea, que es el 70%.
Una de las instituciones que más ha trabajado este tema en España ha sido la Fundación Sánchez Ruiz Pérez, que se dedica a la actividad educativa y cultural que favorezca la mayor difusión y extensión de la cultura de la lectura. Una de sus experiencias más conocidas es La Casa del Lector. En el año 2013, esta institución abrió un proceso de consulta y trabajo con distintos expertos y lectores para el diseño de un sello de calidad de las librerías.
“Para nosotros suponía un mecanismo que permitiera buscar la sintonía y el apoyo de los lectores y las personas con las librerías de su calle, su barrio o su entorno. Intentamos plantearlo desde el punto de vista del interés ciudadano del libro, con el objetivo claro de aportar datos que permitan ayudar a consolidar a las librerías en un momento de especial dificultad y transformaciones”, explica Luis Gonzalez, director general adjunto de la fundación.
Al ser consultado sobre la viabilidad de esta idea en España con respecto a otras experiencias, González fue enfático en la unicidad de cada experiencia en función de las características del mercado. Sin embargo, comentó el efecto positivo que ha tenido este tipo de iniciativas en países como Inglaterra.