Los nombres que jamás serán pronunciados es la tercera novela de la escritora madrileña Alicia Huerta, una historia ambientada en la España de los años sesenta que relata la venta de niños robados. Para conseguirlo, para transmitir la angustia de quienes atravesaron una época, Huerta cuenta la vida de Silvia Salgado, una mujer que tendrá que reponerse de las adversas circunstancias que le toca vivir. Fue secuestrada de niña. Nunca se detuvo a los culpables, porque ella jamás los delató. Desde entonces, Silvia se vio obligada a convivir con un secreto que la consume, hasta que decide dar un paso al frente y recuperar a su hija.
Ambientada en una España no del todo remota, la historia de esta mujer servirá para ampliar el foco y contar cómo funcionaban los servicios secretos dirigidos por Carrero Blanco y mostrar toda la estructura política nacional e internacional de entonces. Licenciada en Derecho, profesión que ejerció durante más de una década, Alicia Huerta se dedica casi en exclusiva a la escritura, una actividad que alterna como columnista del periódico El Imparcial. "La literatura es lo que me sostiene", asegura.
En enero de 2011 publicó su primera novela, titulada Delirios de persecución, un thriller ambientado en el opaco mundo que rodea el tráfico internacional de obras de arte, a esa siguió Cosas que ocurren aunque tú no las veas, publicada en octubre de 2012. Sobre la vocación literaria y la importancia de la ficción en su vida, Alicia Huerta conversa con Vozpópuli en esta entrevista.
"Me parece increíble que esto no se hubiese investigado a fondo: supone un delito continuado"
- Esta es su tercera novela, que comparte con las primeras el elemento de intriga. Sin embargo, va más allá. ¿Qué la motivó a escribir sobre el robo de niños?
- Siempre hay algo que toca de forma personal. Pero en este caso, hay curiosidad. Tanto en las dos novelas anteriores como en esta, partí de una investigación que surgió del interés periodístico y también como abogada. Ambas cosas están relacionadas. Me parece increíble que esto no se hubiese investigado a fondo: supone un delito continuado. Pensé que la de Silvia Salgado sería una historia de amor, pero terminó en el tráfico de los niños robados.
- Habla de investigación periodística ¿cómo está escrita esta novela, desde cuál visión, la de escritora, la de abogada?
- Escribo como lectora, soy una lectora empedernida, aunque me gusta el thriller, lo que más me atrae son los temas sociales. Tengo la suerte de que, al ponerme investigar, caí en una época que me interesa mucho. Yo nací en la España del atentado de Carrero Blanco. Y como acaban de desclasificarse los documentos pude ivestigar mejor. Claro, el tema de los niños robados siguió ocurriendo en los ochenta, en plena democracia.
- ¿Cuántas mujeres comparten la misma historia de Silvia Salgado? ¿Cuántos casos de niños robados han ocurrido en España?
- Las asociaciones tienen documentados cerca de 6.000 casos, pero se habla de muchos más. Por un lado estaban aquellas mujeres que perdían a sus hijos. Pero he hablado con la otra parte, con ginecólogos que atendían a mujeres desesperadas que querían entregar al niño, porque no podían hacerse cargo de ellos y querían un futuro mejor para ellos, pero también a aquellas que deseaban tener hijos y no podían. Hubo casos en los que la madre se arrepentía y quería quedarse con el niño.
"La ficción permite profundizar y hacer que el personaje luche, se trasforme. Me gusta mucho pensar en esos héroes individuales"
- Y sin embargo, uno de los ejes de la historia radica en la imposibilidad de decidir.
- La ficción permite profundizar y hacer que el personaje luche, se trasforme. Me gusta mucho pensar en esos héroes individuales que vemos como locos, pero me gusta todavía más pensar que hay gente que todavía actúa según sus convicciones. Silvia es un personaje muy práctico, a veces resulta dolorosamente práctico. No abandonar la búsqueda de su hija, rehacerse... Está permanentemente luchando.
- ¿Un elogio de la fortaleza femenina en una época en la que las mujeres ocupaban una posición marginal?
- El libro no pretende un discurso feminista, porque lo veo como una reivindicación de las personas valientes, en este caso mujeres, que en aquella época a nivel social y legal estaban aparatadas. Silvia comete el error de enamorarse de un hombre casado, algo que resultó mucho peor para ella que su propio secuestro. Aquella era una época dura, una mujer no podía abrir una cuenta sola o sin permiso de su marido. Insisto: no pretendo hacer una crítica feminista sino reivindicar la fuerza de los seres humanos, en este caso, de las mujeres.
- ¿Llegó a hablar con algunas mujeres que pasaron por lo mismo?
- Llegué a conversar con dos mujeres que ahora tienen 40. Una quiere saber quiénes fueron sus padres mientras que la otra lo que no quiere es hacer daño a la madre que la compró y no va a hacer nada, no quiere someterse siquiera a las pruebas de ADN.
"Esta es la novela que he escrito más conscientemente. La escribí en ratos robados, me tomó cinco años"
- ¿Por qué se dedicó a escribir?
- No me lo planteé, surgió… Siempre me ha gustado leer. Me parece mágico que alguien pueda hilar una historia. Mi primera novela era quizá muy autobiográfica. La terminé y la guardé en un cajón. Luego escribí la segunda, también sin intención de publicarla. Al comenzar a colaborar con El Imparcial fueron ellos quienes me animaron a publicar. Esta es la novela que he escrito más conscientemente. La escribí en ratos robados, me tomó cinco años. Al terminar la primera novela me di cuenta de que aquello que me sostenía es la literatura.
- ¿Abandonó por completo la abogacía?
- De manera esporádica y por necesidad me dedico al derecho, pero lo que me sostiene es la literatura. Es verdad que tengo mucho arraigo con el despacho en el que estoy, pero no tengo mucho tiempo ni llevo temas que me obliguen a ir con el cliente, paso a paso. Podríamos decir que estoy volcada en el periódico y la literatura.
- ¿Qué leyes le apasionan más: las de la ficción o aquellas con las que trabajó durante años? ¿Cuáles son más justas o injustas?
- Injustas pueden llegar a ser ambas, las leyes de la ficción y las de la vida, pero es cierto que frente a lo estricto de las leyes escritas, las leyes del universo literario y de la ficción intentan llegar a una justicia, aunque no sea más que poética.
- ¿Quién juzga en sus libros?
- Sin duda, el lector es el juez. Intento no juzgar a los personajes. SIn embargo, más que juzgar, me gusta que el lector se haga preguntas.