Se presentó como el drama romántico homosexual de la temporada y, sin embargo, se ha convertido en una película que viene a engrosar el catálogo de títulos sobresalientes estrenados en los últimos años que abordan la a menudo difícil relación entre padres e hijos. Desconocidos, la nueva película del cineasta Andrew High, lejos de ser solo una relación apasionada entre dos vecinos, es una historia que se sumerge en los traumas, la pérdida de la confianza, el perdón y la búsqueda del camino de regreso al hogar.
Después de su prémiere mundial en Telluride y tras pasar por otros festivales como la Seminci de Valladolid, este viernes llega a los cines españoles la adaptación a la gran pantalla de la novela de Taichi Yamada, que se tradujo al inglés como Strangers (2004). Andrew Scott (conocido para el gran público como el sacerdote atractivo de la serie británica Fleabag) y Paul Mescal (uno de los actores de moda, famoso por Aftersun o la serie Normal People) protagonizan este filme, cuyo reparto se completa con unos espléndidos Claire Foy y Jaime Bell.
El protagonista de esta historia es Adam (Andrew Scott), un escritor solitario que prepara una novela sobre sus recuerdos familiares. En el alto y solitario edificio londinense en el que vive reside también Harry (Paul Mescal), su único vecino, un borracho con preferencia por el whisky japonés con quien entabla una relación íntima en la que aprenderá a superar algunos obstáculos que le impiden relacionarse con seguridad.
Entretanto, un encuentro con un desconocido en un descampado guía al protagonista de esta historia a un lugar misterioso pero, lejos de ser el encuentro que el espectador aguarda, el destino no es otro que la casa de su infancia, el lugar en el que le criaron sus padres y en el que ellos mismos le reciben, anclados en un tiempo, una edad (la del propio Adam) y un aspecto que permanecen inalterables, encarnados por Foy y Bell.
Desconocidos narra un despertar que no se produce en la adolescencia, sino en la edad adulta, en torno a los 40 años, cuando uno se da cuenta de que su vida no es la que imaginó de niño, y que sus padres, auténticos referentes a pesar de sus fisuras y de no haberse comportado siempre como se espera de un progenitor, se parecen a él más que de lo que nunca imaginó.
"Siento no haber entrado en tu habitación cuando estabas llorando", le dice a Adam un padre imaginario
"Siento no haber entrado en tu habitación cuando estabas llorando", le dice a Adam un padre imaginario, puede que fantasmagórico o tan solo fruto de sus sueños en su incipiente depresión. A partir de este momento, poco importa ya la relación sentimental que el protagonista establece con su vecino, porque todo parece apuntar al origen de todos sus traumas, sus deseos y sus mayores temores en la vida.
Desconocidos: un drama "queer" y una historia universal
La búsqueda de confianza, de seguridad, de abrigo, de comprensión y de complicidad en unos padres que murieron en un accidente de tráfico cuando él era solo un niño se convierte en el centro de una película que, si bien en ocasiones se asoma al melodrama (perjudicada por una música que no siempre le va bien) logra conmover sin esfuerzos.
Para esta redactora de Vozpópuli, Desconocidos completa una lista de películas brillantes sobre los vínculos entre padres e hijos que, en las que habitualmente esas relaciones están dañadas o son incompletas, sin posibilidad de reparación y, en un lugar de fantasía, viven una segunda oportunidad. Entre ellas, destacan Petit maman (2021) -obra maestra y breve de Céline Sciamma-, Aftersun (2022), de Charlotte Wells, o La hija eterna (2023), de Joanna Hogg.
Desconocidos tiene mucho de terapia, tanto para padres como para hijos, y es también una aproximación al duelo a través de un drama "queer" que tiene más de universal de lo que el espectador puede esperar a priori de esta producción.