Cultura

Por qué Disney está haciendo un favor a España (sin pretenderlo)

Si usted es usuario de Disney + es muy probable que en algún momento se haya topado con el siguiente aviso antes de ver alguna de sus producciones más antiguas:

Si usted es usuario de Disney + es muy probable que en algún momento se haya topado con el siguiente aviso antes de ver alguna de sus producciones más antiguas:

Este programa está presentado como se creó originalmente. Puede contener representaciones culturales obsoletas. Estos estereotipos estaban equivocados entonces y lo están actualmente. En lugar de eliminar este contenido, queremos reconocer su impacto dañino, aprender de él y generar conversaciones para crear juntos un futuro más inclusivo. Disney tiene un compromiso para crear historias con temas inspiradores que reflejen la rica diversidad de la experiencia humana en todo el mundo".

En una época y en un país que ha visto derribar estatuas de Cristóbal Colón, la iniciativa de Disney parece una opción legítima con la que contentar a parte de su público sin por ello deformar o incluso eliminar productos culturales tan valiosos como lo son sus cortometrajes y películas de animación más clásicos. A pesar del claro posicionamiento de la empresa, al espectador le queda al menos la posibilidad de juzgar por sí mismo, no es moco de pavo.

Las buenas intenciones de la multinacional Hollywoodiense se tornan rápidamente en aquello que castizamente conocemos como “usar una doble vara de medir”, especialmente si nos fijamos en la atención que le ha prestado a España. Ferdinando el toro es un cortometraje de 1938 que nos presenta un astado que rechaza ser bravío en el ruedo (y que ganó un Oscar). Como personajes secundarios aparecen sus desesperados e histriónicos dueños, un popurrí de hombres pretendidamente hispanos en el que alcanzamos a distinguir un sombrero que parece ser mexicano, y alguien de quien podríamos entender que es español, por las patillas, la vestimenta y el fenotipo mediterráneo.

Ferdinando el toro, Franco y Hitler

El corto fue censurado tanto por Franco como por Hitler, algo que se entendió como un gran triunfo propagandístico por aquel entonces, pues la película exalta -visto desde esta óptica- la conveniencia y mayor altura moral de una vida entendida de forma pacífica. Este es un mensaje con el que, en abstracto, podemos coincidir todos si le añadimos las puntualizaciones necesarias. En este caso, el matiz nos lo ofrece la misma historia, concentrada en la famosa frase que se dice que espetó Churchill a Chamberlain tras las negociaciones con el Führer: “Te dieron la opción entre guerra o deshonra. Elegiste deshonra, y tendrás guerra”.

Antes de Ferdinando el toro, Disney no ofrece la advertencia de que contiene imágenes estereotipadas y racistas

Personalmente, el corto me parece una genialidad, como casi todas las películas de esa época. Según los cánones actuales, podría ponerme a hiperventilar y clamar al cielo ante tales caricaturizaciones de mi cultura, puesto que soy española, mi marido es mexicano y, además, muy taurino. Sin embargo, tengo la extraña costumbre de procurar poner las cosas en su sitio y no espero de este corto más que un rato de diversión en familia, función que cumple por completo al margen de las intenciones que tuvieran sus creadores.

El mosqueo comienza cuando reparo en que, antes de la emisión de Ferdinando el toro, Disney no ofrece previamente la advertencia de que se emitirán imágenes estereotipadas y racistas. “Se habrán olvidado”, me digo, pues es una producción bastante desconocida actualmente. Asoma, sin embargo, a mi memoria aquella ocasión de 2017 en que llevé a mi hijo mayor al cine a ver Ferdinand, largometraje de ese mismo año basado en el corto de 1938. En esta ocasión la película se sitúa exclusivamente en España, algo que el espectador puede detectar en cada pequeño detalle del filme. La ridiculización de la tauromaquia y de los españoles que la apoyan permanece, sin embargo, intacta. Una vez más, el precepto de no juzgar otras culturas se aplica con criterios arbitrarios o, reconozcámoslo, sospechosamente selectivos.

Propaganda política con Hispanoamérica

A pesar de todo lo expuesto, la idea que quiero defender es que Disney, con sus últimas estrategias y posicionamientos, le está haciendo un gran favor a la Hispanidad y todo lo que la rodea y, por tanto, a España.

No es algo novedoso, como ya he comentado, que Disney se haya visto envuelto en política, de forma implícita o explícita. Durante los años treinta del siglo XX, Goebbels demostró al mundo el poder que ofrece la propaganda para movilizar y fantaizar masas, algo en lo que el gobierno de EE.UU. no quiso quedarse atrás. Consiguió el apoyo de las producciones de Disney por la razón más vieja del mundo: la empresa estaba cercana a la quiebra y su gobierno le ofreció sustanciosas cantidades de dinero.

En la medida en que se tenga presente la Hispanidad uno se puede atrever a desmarcarse de la opinión dominante

Es en este contexto cuando Disney pone sus ojos por primera vez en Hispanoamérica en términos políticos, pues Roosevelt le encargó a la firma una serie de filmes destinados a colaborar con la conocida “política de la buena vecindad” hacia los países del sur del continente. Estados Unidos temía que la ideología nacionalsocialista se extendiera más allá del Río Bravo.

Coco y Encanto contra Trump

Casi 80 años más tarde, Disney repite estrategia, aunque esta vez la iniciativa no solo no viene impulsada por el presidente de los EE.UU., sino que es pensada contra él. Contra Donald Trump. No es ningún secreto el rechazo absoluto que la figura de Trump genera en Hollywood; por el mismo motivo no resulta disparatado pensar que la decisión de realizar una película como la mexicanísima Coco (2017) estuviera completamente desligada de las proclamas del por entonces presidente acerca de la inmigración ilegal, y su decisión de levantar un muro que recorriera toda la frontera sur de EE.UU.

La ceremonia de los Oscar de 2018 representa la confirmación de la postura hollywoodiense de oposición directa a Donald Trump. Dicha fiesta -que cumplía 90 años de antigüedad- se convirtió en un himno simbólico a México. “Coco” fue galardonada con dos óscares: ‘Mejor película animada’ y ‘Mejor canción’. Esta última, “Recuérdame”, nos habla de la tragedia de la inmigración y se convirtió en el espectáculo más emotivo de la noche. Fue interpretada por dos mexicanos, Gael García y Natalia Lafourcade. El también mexicano, Guillermo del Toro, al recoger su estatuilla por “Mejor director” (“La forma del agua”) incluyó la siguiente frase en su discurso: “Soy un inmigrante ilegal igual que mis compadres, como Gael o muchísimos de ustedes”. La ceremonia contó, además, con varios mexicanos para presentar distintos galardones (Lupita Nyong’o, Eiza González, Eugenio Dérbez o Salma Hayek).

Disney ha querido repetir este año el éxito de Coco con la película Encanto, ambientada en una Colombia que retrata la dolorosa inmigración interna que provoca el narcotráfico en este país. Son muchas las referencias implícitas a “Cien años de soledad”: realismo mágico, la familia, las mariposas, etcétera Si bien la música resulta, en general, fallida –al menos comparada con la maestría de la banda sonora de Coco- y los personajes excesivamente histriónicos, la historia es bonita y conmovedora pues, al igual que Coco, nos habla de la importancia de la familia más allá del núcleo compuesto por padre, madre y retoños.

La familia y lo católico

Este es uno de los aspectos donde Disney, sin pretenderlo, resalta el valor de la Hispanidad y, por tanto, de España. La institución familiar es prepolítica y se da en todas las culturas como cimiento ineludible de una sociedad estable. Ahora bien, en el contexto anglosajón el modelo de familia occidental estructurada se asocia -aunque sea de forma inconsciente- a lo católico. No pienso ahora únicamente en los hispanoamericanos - Disney nos ha ofrecido otro ejemplo apenas hace un mes en el estreno de West Side Story-, sino también en irlandeses e italianos.

En el caso de Coco y Encanto se retrata este tipo de familia extensa, con todos los problemas que implica, pero que se sitúan muy por debajo de sus virtudes, entre otras la de ser aceptado tal cual uno es. De hecho, el argumento principal de ambos largometrajes gira en torno a este concepto.

Si católicos son muchos países del globo, ¿por qué afirmar que Disney favorece de forma inconsciente la Hispanidad? Porque la misma Hispanidad va indisolublemente ligada a lo católico, palabra cuyo significado etimológico es “universal”. El concepto de derechos humanos universales hunde sus raíces en la novedad evangélica de incluir como hijos de un mismo Dios a absolutamente todas las personas. A la difusión y defensa de esta novedad, entre muchas otras, contribuyó España de forma primordial. No solo dentro de la propia Europa, sino también en la aventura imperialista. “Imperio” es una palabra que contiene una carga completamente peyorativa actualmente, al menos referido al español (del Imperio romano, curiosamente, nadie parece acordarse).

La Hispanidad, empresa difusora de los ideales católicos universales

Acojámonos, sin embargo, a ese lema publicitario que reza “que hablen de nosotros, aunque sea mal”. En la medida en que se tenga presente la Hispanidad uno se puede atrever a desmarcarse de la opinión dominante, e investigar en qué consistió exactamente el Imperio español. Quizá entonces el lector descubra, además de sus sombras, aquello que lo distinguió de forma positiva y cuáles son los frutos que podemos aprovechar de la aventura de aquellas gentes y las reacciones y decisiones de quienes los dirigían. Por ejemplo, descubriremos que el español fue el único imperio que detuvo en determinado momento la conquista, para dilucidar filosófica y teológicamente si era legítima y moral dicha empresa.

Así pues, a pesar de Ferdinando, a pesar de la tendencia a dar la espalda a aquellos valores que forjaron Occidente (de los que el Imperio anglosajón es deudor, aunque reniegue ahora de ellos) y que España ayudó a propagar, Disney puede resultar una ocasión perfecta para que repensemos todos estos conflictos, tan importantes dadas las circunstancias actuales.

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