"Gran cena con los gobernadores esta noche en la Casa Blanca. Mucho que discutir, incluida la asistencia sanitaria". Hacia las 15 horas de la tarde de este domingo, hora local de la costa oeste, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tuiteaba toda una declaración de intenciones: no solo iba a pasar olímpicamente de los Premios Oscar 2017, sino que los iba a contraprogramar con el Baile del Gobernador. Y así fue. La pegadiza Can't stop the feelin! de Justin Timberlake con la que arrancó la gala organizada por la Academia de Cine en el Teatro Dolby de Los Ángeles pilló al mandatario en otro cantar. Mientras Hollywood cargaba contra el magnate en la edición más reivindicativa de su historia, este acogía en la Casa Blanca la tradicional cena de estado para dar la bienvenida a los 50 gobernadores y sus parejas, el primer gran evento en el que Melania Trump ejercía como Primera Dama. "Seguramente tuiteará mañana cuando tenga dolor intestinal", atizó Jimmy Kimmel, el comediante encargado de conducir la 89 versión de los Oscar, tras pedir un "gran aplauso inmerecido" para "la actriz más sobrevalorada y mediocre", Meryl Streep, haciendo alusión a los adjetivos que el presidente estadounidense dedicó a la intérprete después de que esta criticase sus políticas en los Globos de Oro.
Dos horas y media más tarde, mientras La 89 edicióncidió hacer competencia a la gala de los Óscar con la celebración esta noche en la Casa Blanca del baile de los gobernadores, la primera gran fiesta que organiza desde que llegó al poder. Mientras en Los Ángeles se celebra la gala de los Óscar, Trump y su esposa Melania serán los anfitriones en Washington de un baile al que están invitados los líderes de los 50 estados del país, tanto demócratas como republicanos. "Estoy orgullosa de poder invitar a todos los gobernadores a la Casa Blanca para este importante evento anual", dijo en un breve comunicado la primera dama, Melania Trump.
"Esta noche nos unimos como una sola nación, dejando atrás las posiciones políticas y los intereses partidistas", añadió Melania, que hará hoy de maestra de ceremonias y tratará de silenciar a aquellos que critican que se haya ausentado de la Casa Blanca para vivir en Nueva York con su hijo. A pesar de su notable experiencia en el mundo del espectáculo, Trump tratará esta noche de sumergirse en su encuentro con los gobernadores y evadirse de las críticas que probablemente le lloverán durante la ceremonia de los Óscar, que comienza a las 17.30 hora local de Los Ángeles (01.30 GMT del lunes).
Los artistas, tradicionalmente progresistas, no tienen una relación muy fluida con Trump, quien considera a Hollywood parte del sector privilegiado y corrupto de EEUU. Las estrellas del cine se volcaron en la campaña electoral de la candidata demócrata Hillary Clinton y han criticado con firmeza las medidas que Trump ha tomado en su primer mes de mandato. El pasado enero, una intérprete tan respetada y admirada como Meryl Streep llegó a marcar el tono en los Globos de Oro con un encendido y apasionado discurso en defensa de los extranjeros, la creación artística y la prensa libre.
"El único trabajo de un actor es sacar a la luz la vida de personas diferentes (...) Si expulsan a los extranjeros solo veremos fútbol y artes marciales", aseguró la actriz, que añadió que "la falta de respeto provoca más falta de respeto y la violencia invita a la violencia". La respuesta de Trump no se hizo de rogar y a través de un mensaje en su cuenta de Twitter aseguró que Streep era una "lacaya" de Clinton y como actriz estaba "sobrevalorada".