Las casas ‘okupadas’ son lugares fascinantes: laboratorios de extremismo impostado, a veces rayando en el juego de rol, pero que a medio plazo pueden tener enorme impacto social. No olvidemos que en este tipo de centros se formaron figuras políticas de primer orden como Matteo Salvini -por la derecha- y crecieron proyectos políticos como el Más Madrid de Manuela Carmena, que consiguió la improbable hazaña de arrebatarle la alcaldía de Madrid al Partido Popular.
Precisamente por eso resulta tan estimulante Madrid será la tumba (Lengua de trapo), la primera novela de Elizabeth Duval, colaboradora de Vozpópuli. El texto narra la historia de amor entre un militante del espacio neofascista Hogar Social -rebautizado El Castillo- y otro de Casa Roja -rebautizada La Comuna-, la ‘okupa’ comunista donde la autora militó de adolescente. Aunque el guión de esta historia nos suene a escaramuza contracultural, las últimas elecciones a la Comunidad de Madrid se decidieron en los mismos términos que las luchas militantes, sean el ‘Comunismo o libertad’ de Isabel Díaz Ayuso o el ‘Democracia o fascismo’ del ahora retirado Pablo Iglesias.
Los jóvenes de ambas ‘okupas’ tienen más en común de lo que parece, como queda claro en alguna de las escenas de cama de la novela. “Es de presuponer que los liberales no poseen tanta ternura ni transmiten con un vistazo a los ojos haces de luces y compasión”, piensa uno de los amantes durante el proceso de seducción (y podría ser cualquiera de los dos). Ambos detestan la caridad oenegera, están convencidos de defender a su pueblo y no dudan que el mundo necesita un cambio político radical, aunque estén separados por cuestiones fundamentales como la posición respecto a la homosexualidad, los migrantes y la bandera nacional. También coinciden en que cada uno piensa que el otro es un ingenuo al servicio de las élites, lo que no deja de tener su lado cómico.
La militancia y la piel
La trama de la novela sugiere que estos radicalismos han entrado en una espiral de acercamiento, donde unos militantes terminan convirtiéndose en el reflejo de los otros. De hecho, la historia de amor apunta a que las diferencias artificiales entre ambos pueden disolverse a golpe de orgasmo y subidón (el comunista, con las pupilas dilatadas, reprocha al fascista su incapacidad para soltarse y disfrutar). ¿Bastaría una buena fiesta, o incluso un esfuerzo de cordialidad humana para acercar a los dos frentes antisistema hacia un terreno común razonable?
Madrid se describe como una parodia de la modernidad donde se ha erradicado toda ternura
Por encima de todo, la aportación del texto radica en describir con precisión a estas tribus militantes, que se enzarzan hace décadas en el subsuelo de Madrid. No esperen un relato épico, sino más bien desmitificador, ya desde las primeras páginas: “Hay individuos que se aferran a sus grupos políticos con tal de conseguir un medicamento para la soledad, como el adicto o el crápula que necesita otra dosis. Cuanto mayor es el sentimiento de estar haciendo algo bueno por la comunidad próxima, más importancia cobra la adicción, y mayor regularidad y compromiso se exige”, revela Duval. Los dogmas políticos que asumen no son realmente meditados, sino asumidos para encajar en el grupo.
También hay golpes de humor muy fino, como cuando la niña rica de la novela “bromea con que todas las ciencias sociales son una variación las unas de las otras, según cuanto quiera estar uno alejado de sus objetos de estudio, es decir, de la miseria”. La autora sabe captar la esencia poética de la capital de España, por ejemplo cuando apunta que “el movimiento histórico generalizado de la vida madrileña había sido una marcha sin pausa, pero sin prisa, hacia la erradicación total de la ternura: otra forma de desinfección de las superficies”.
Lorca y José Antonio
En sus mejores pasajes, la novela describe la angustia capitalina con una intensidad digna de Houellebecq. Pinta a la ciudad como sierva de la modernidad, avergonzada de su pasado como antiguo poblachón manchego. “Madrid, en suma, era una parodia de esa misma modernidad, una gran broma de mal gusto, una transformación lúdica para señoritos, un gran ejercicio de atracción y agresividad y burla y mofa; cualquier patrimonio quedaba reducido a cenizas ante el mundo moderno, pues la ciudad necesitaba constantemente empezar de cero y olvidarse, estar casi siempre a punto de enterrarse”.
La izquierda no ganará nunca si se propone elaborar grandes imágenes de ciudades arrasadas por el miedo y la desolación", advierte Duval
La historia termina de una forma -digamos- que no entusiasmará a quien haya conectado con los personajes (se coge cariño enseguida a este comunista y este ‘facha’ unidos por Grindr). La autora convence al no cebarse en el retrato de Melisa Domínguez, ‘La capitana’, único personaje basado en una persona real, de quien se muestra también su ternura y capacidad de liderazgo. También acierta Duval al admitir en pinceladas sueltas que es más probable que los ‘okupas’ antifascistas tengan mayor nivel de renta que los neofalangistas.
Mejor que esto, todavía, es la lucidez del comunista Ramiro ante un latero africano: "Se da cuenta de que no sería capaz de intercambiar muchas palabras con él, porque provienen de mundos distintos, y ni siquiera sabe si compartirían un lenguaje común. Si hablaran él y el latero de la 'precariedad' o, peor aún, de la 'lucha de clases', la salida más probable sería que el latero lo mandara soberanamente a la mierda", expone la narradora.
Aunque el final de esta historia sea triste, también hay un epílogo personal, con un mensaje político valioso: “La izquierda no ganará nunca si se propone elaborar grandes imágenes de ciudades arrasadas por el miedo y la desolación, más aún cuando estas no se corresponden con la realidad”, advierte Duval a los suyos. Últimamente algunos líderes de la izquierda del PSOE recurren demasiado a vender miedo en vez de comunidad y soluciones constructivas.
La tragedia de Ramiro y Santiago es también una invitación a la fraternidad, a cultivar algún vínculo como el que ambos disfrutan, fugaz pero de alto voltaje emocional. “Pensó, como se piensa en cualquier cosa, en el cariño entre Primo de Rivera y Lorca, en cuántas cosas habrían compartido”, escribe la autora sobre Santiago, mientras el amante neofalangista prepara regalos de Reyes para repartir entre los niños sin recursos. Antes somos personas que peones políticos, incluso los militantes más feroces.
'Madrid será la tumba' está publicada por Lengua de Trapo, dentro de su serie 'Episodios nacionales'. Aquí pueden leer un extracto.