Los dos años que han pasado entre la salida de Elden Ring y su expansión, Shadow of the Erdtree, han sido tan largos como la ingente cantidad de contenido que nos regaló Hidetaka Miyazaki. Rumores, secretos descubiertos en regiones inesperadas y millones de jugadores enganchados a una idea de juego que lleva revolucionando la industria desde hace tres lustros.
En esta era de la inmediatez, la memoria crepuscular y el consumo masivo, nunca está de más echar la vista atrás para comprobar de dónde venimos. Era 25 de junio del año 2010, y gracias a la compra de los derechos que hizo Bandai Namco, llegaba a las casas de toda España Demon's Souls, la primera obra de la longeva saga de From Software.
Aunque en Japón había salido el año anterior, el impacto que tuvo en la comunidad de jugadores patria fue tremendo. Nunca antes nos habíamos enfrentado a algo así. El héroe contra todo. Niveles de enorme dificultad, jefes cuyos combates discurrían entre la originalidad y la crueldad y una sensación de indefensión absoluta.
El que escribe estas letras aún recuerda el pánico recorriendo la Torre de Latria y la adrenalina en las batallas contra el rey Allant o el desollador. Cuando creímos dominar aquel videojuego, llegó Dark Souls para dar una vuelta de tuerca aún más tiránica a las mecánicas del genio nipón.
Fueron años dorados, de lanzamientos cada pocos años. Dark Souls II, Bloodborne, Dark Souls III, Dark Souls Remastered, Sekiro: Shadows Die Twice y el remaster del propio Demon's Souls que abrió las puertas de la nueva generación de consolas en 2020.
Y llegó Elden Ring
Quebradero de cabeza tras quebradero de cabeza. Doce años de empuñar armas, vestir armaduras y abrir atajos que culminaron en 2022, cuando Elden Ring vio la luz. La fórmula souls elevada a la enésima potencia. Un enorme y precioso mundo abierto donde explorar y batallar en el orden que uno quisiera. Un sinfín de enemigos, jefes, mazmorras y NPC dispuestos a hacer de nuestro camino por las Tierras Intermedias un viaje inolvidable.
¿Es Elden Ring la mejor obra de From Software? Objetivamente, sí. Junto a Bloodborne y Sekiro. Subjetivamente, cada cual tiene su souls de referencia. Un servidor vibró con Dark Souls III como con ninguno. Una vez derrotada la Bestia del Círculo y Malenia, se abrió ante nosotros un vacío inenarrable. Uno que solo se llenó con el anuncio de Shadow of the Erdtree.
El Reino de las Sombras, un extenuante camino de casi cincuenta horas en las que descubrir qué pasó con Miquella, el vástago maldito Radagon y Márika. Una reinvención en el diseño de niveles que desafía la paciencia de cualquier jugador, sea cual sea su veteranía en la saga. Una expansión no exenta de polémica, pues si bien la prensa especializada ha sido benévola con ella, la comunidad en plataformas como Steam ha dejado reseñas mixtas.
Debates al margen, Shadow of the Erdtree es la culminación de un camino de casi tres lustros que hay que disfrutar. En Vozpópuli hemos jugado en una PS5, gracias a una clave de Bandai Namco. La introducción de elementos como fragmentos del Árbol Umbrío, cuya utilidad es rebajar la dificultad del DLC, suponen en el fondo una invitación a perderse por el Reino de las Sombras, evitando ir de cara contra los jefes y ofuscarnos derrota tras derrota.
A nivel artístico, narrativo y sonoro, Shadow of the Erdtree supera a Elden Ring. La historia del círculo era bastante más compleja y confusa que la que se presenta aquí. Pese a algún tirón en el rendimiento, es un videojuego barroco, lo cual adereza la experiencia.
Personalmente, Elden Ring: Shadow of the Erdtree es una expansión muy recomendable. Los picos de dificultad pueden empañar las primeras horas de juego, pero una vez cogidas las mecánicas y refrescado las habilidades, se encara como un souls normal. Hay momentos y jefes como Rellana, Messmer, Bayle o Radahn que quedan para los anales de la industria.
En definitiva, y aún creyendo que la fórmula ha tocado su cima, pero también su final, es la despedida perfecta para el género propio que From Software y Miyazaki crearon en 2009. Jueguen, que no se arrepentirán.