Lo suyo es decir las cosas con claridad, porque la democracia –dice él– no es un mueble de Ikea. Que no se desmonta con un manual de instrucciones y una llave Allen. Es un proceso bastante más complejo, cuya garantía no la dan “sólo” unas elecciones . Perdone, ¿ha dicho sólo? Sí, “sólo”. ¿Y las elecciones no lo son todo? No, al menos no para el pensador belga David Van Reybrouck (Brujas, Bélgica, 1971), quien en 2013 escribió Contra las elecciones, un ensayo que ya alcanza las 12 ediciones y se publica ahora en España editado por Taurus. ¿Cuál es su tesis? Una que no ha sentado muy bien en algunos círculos: se puede sortear el voto. Sí, eso: sortear el voto.
Lo suyo es decir las cosas con claridad, porque la democracia –dice él– no es un mueble de Ikea. Que no se desmonta con un manual de instrucciones y una llave Allen
El auge de los populismos basados en el miedo y una desconfianza hacia los políticos necesita una solución, propone Van Reybrouck. En nombre del descontento popular se han perdido muchas batallas democráticas cuyas masacres han ocurrido en las urnas. La tesis de fondo de Contra las elecciones, plantea que el objetivo inicial del sufragio era excluir a la gente del poder mediante la selección de una élite que gobernara. Durante la mayor parte de los tres mil años de la historia política de la humanidad, las elecciones nunca llegaron a existir como tales hasta finales del siglo XVIII. Hasta entonces, los cargos y los niveles locales de poder –insiste Van Reybrouck- se repartían mediante un sistema de sorteos y voluntariado. Esa es, valga repetir, parte de la tesis de Van Reybrouck.
Los ciudadanos podrían ser elegidos por un mecanismo aleatorio para tener interlocución directa. ¿Por qué los ciudadanos tienen voto y no voz? ¿Y si pudiera tener ambas?
Quien continúa leyendo las páginas de Contra las elecciones piensa en la larga historia de nepotismos y corrupción que convirtió la cuota de las élites -y su manifiesto deterioro- en un desastre. Sin embargo, Van Reybrouck la recupera para una vuelta. Los ciudadanos podrían ser elegidos por un mecanismo aleatorio para tener interlocución directa. ¿Por qué los ciudadanos tienen voto y no voz? ¿Y si pudiera tener ambas? Esas son las interrogantes que ponen en marcha la idea de sortear el voto, un tema que Van Reybrouck, el pensador belga recomendado por el Nobel sudafricano J. M. Coetzee, explica en esta conversación.
-El síndrome de la fatiga democrática se expande cual pandemia, dice usted. Ese es su diagnóstico. ¿Cuál es la magnitud de la epidemia?
-La fatiga democrática tiene tantos síntomas como causas, pero los dominantes son: la creciente abstención en los procesos electorales, el descenso de la afiliación a los partidos políticos, las dificultades para formar gobierno (lo hemos visto en Bélgica y en España hace poco) y la dificultad además para conseguir gobiernos que lleguen a completar su periodo completo de duración. El precio que los partidos políticos deben pagar por formar parte del gobierno es altísimo y eso afecta su forma de gobernar. Lo básico es, dentro de todo esto, el desencuentro entre políticos y ciudadanos: es mutuo, los ciudadanos ya no confían los políticos y los ciudadanos no confían en los políticos.
"Lo básico es el desencuentro entre políticos y ciudadanos: es mutuo. Los ciudadanos ya no confían los políticos y los ciudadanos no confían en los políticos"
-Bien, ese ha sido el discurso del movimiento de los Indignados, pero ya hemos visto que pinchó bastante pronto.
-La retórica de los indignados tuvo un problema: esa idea de que la democracia real sólo existe en la calle podría ser peligrosa. Es necesario tener un pie en la calle y otro en el parlamento. Eso es lo que eché en falta en el movimiento de los Indignados. Alguien dijo, en Nueva York con los Ocuppiers, que quienes formaban este movimiento y el de los indignados se enamoraron de sí mismos. Había cierta autocomplacencia. Y eso fue problemático. Puedo entender el enfado, pero su disgusto tiende hacia un sentimiento antiparlamentario que es peligroso. Esa retórica desata fuerzas que podrían irse de las manos. Creo que el parlamento es importante y que debe preservarse.
"Hablo de la posibilidad de que, por sorteo, algunos ciudadanos elegidos de forma aleatoria puedan dar su opinión y su voz"
-Y para eso, dice, vamos a sortear el voto. ¿Podría ser más claro?
-Creo que una solución deseable para las carencias de las que adolece el sistema electoral es combinar dos elementos: lo electoral y la posibilidad de que, por sorteo, algunos ciudadanos elegidos de forma aleatoria puedan dar su opinión y su voz. Es una manera de mejorar la democracia. Un día al año, por ejemplo, organizar una jornada donde los gobernantes inviten a cientos de ciudadanos para hablar de aquellos temas que resultan importantes: migración, desigualdad, vivienda, corrupción. Es importante que los políticos puedan transmitir a los ciudadanos que les interesan su opinión no únicamente el día de las elecciones.
"Esa idea de que una vez cada cuatro años la gente tiene el derecho a meter su voto en una caja y el resto del tiempo permanece callada y leyendo el periódico viene de un tiempo donde todo era mucho más lento"
-¿Y eso no le parece un saludo a la bandera y ya?
-Veamos, en una democracia moderna, los ciudadanos han de tener derecho al voto pero también voz. Esa idea de que una vez cada cuatro años la gente tiene el derecho a meter su voto en una caja y el resto del tiempo permanece callada y leyendo el periódico viene de un tiempo donde todo era mucho más lento: la educación era más lenta, las comunicaciones eran más lentas. Las elecciones provienen de finales del siglo XVIII. Pero hoy, en el siglo XXI la educación y las comunicaciones se han democratizado. La gente tiene cosas que decir. En muchas ocasiones, un político es elegido sin conocer los motivos reales: no sabe si ha sido por su programa de gobierno, por su desempeño en un debate televisivo, si porque es guapo o guapa, si porque su cabello es bonito, algo que por cierto no se cumple en el caso de Trump. Hay que aportar instrumentos para que los ciudadanos expliquen por qué han elegido a sus representantes, qué esperan de ellos.
"Es impresionante, en España, todas las entrevistas sobre el tema democracia, de una manera u otra terminan en el tema a Cataluña"
-Desplacemos este debate a situaciones como los referéndums. Pongamos de ejemplo Cataluña… o Escocia, si prefiere. ¿Ese tipo de temas realmente tienen que decidirse electoralmente? ¿Caben en un Sí/No?
-Es impresionante, en España, todas las entrevistas sobre el tema democracia, de una manera u otra terminan en el tema a Cataluña –dice con visible estupefacción-.
-Es un tema decisivo, entre otras cosas porque celebrarlo implicaría reformar la Constitución Española.
-Sí, lo tengo presente, de celebrarse sin ese paso sería ilegal. Pero bueno, a lo que voy: no creo en el mecanismo del referéndum para estos grandes temas. Estos asuntos son cirugía mayor. Es algo técnico y muy complicado, en el caso del Brexit o de la independencia en Escocia, lo ha sido. Me resulta imposible resolver temas tan delicados como esos con un instrumento tan simple como un referéndum, especialmente si es de una sola vuelta, con mayoría simple, sin control parlamentario. Es una locura absoluta.
"No creo en el mecanismo del referéndum para estos grandes temas. Estos asuntos son cirugía mayor"
-Hablemos de asuntos menores, entonces. Mire hacia afuera (desde los ventanales del hotel donde ocurre esta entrevista puede verse la campaña del ayuntamiento para peatonalizar Gran Vía), ¿Ve esas cartelas que dicen Vota Sí/ Vota NO?
-Sí, las veo… ¿Es lo del Ayuntamiento, cierto?
- Sí. Se trata de una consulta para conocer si los madrileños quieren o no peatonalizar la Gran Vía. ¿Estos asuntos no deberían decidirlos técnicos y funcionarios?
-Esa es una pregunta técnica. Claro que todos queremos tener calles por las cuales caminar libremente pero… ¿qué harías con todo el tráfico? Esto es, a todas luces, un asunto técnico que debería ser estudiado por un departamento de urbanismo, para eso están los asesores y técnicos. Veamos, para ponerlo en perspectiva, los referéndum pueden ser útiles en algunos casos. En Suiza funcionan bastante bien. Pero el asunto de fondo es otro.
"El referéndum además de primitivo, es traumático, sea en Escocia o Cataluña, porque la población queda dividida"
-¿Cuál exactamente?
-La gente tiene la percepción de que la democracia es primitiva y que además tiene signos de enfermedad, por lo que el mejor remedio sería hacer referéndums para que algo sea realmente democrático. No podemos subestimar cuán primitivos son los referéndums. Es cierto que las elecciones son algo primitivo, pero el referéndum es mucho más primitivo y simplificador por eso hablo de añadir este tercer procedimiento de consultas, que es bastante más racional, una consulta. El referéndum además de primitivo, es traumático, sea en Escocia o Cataluña, porque la población queda dividida. Además se desperdicia una cantidad extraordinaria de energía política y deja a los países divididos después de celebrarse. Hay mucha frustración al acabar estos procesos.
- ¿Cómo lidiar con este tema una vez que las cosas ya han salido mal? La victoria de Trump, por ejemplo.
-Lo de Trump está más allá de cualquier comprensión, pero lo que sí demuestra es que una vez más, las elecciones no garantizan la democracia.
"Hemos tenido democracia durante los últimos 300 años, de los cuales 200 hemos celebrado elecciones. Hay que dejar de creer que, en sí mismas, las elecciones constituyen la democracia"
-Pero si no existieran, ¿cómo se legitimaría, cómo se diseñaría y se encarnaría esa democracia?
-Eso es cierto. Hemos tenido democracia durante los últimos 300 años, de los cuales 200 hemos celebrado elecciones. Hay que dejar de creer que, en sí mismas, las elecciones constituyen o son parte esencial de la democracia. Aristóteles, Montesquieu, Rousseau dijeron, literalmente: las elecciones tienen una naturaleza aristocrática. Pero, veamos: Hitler fue elegido electoralmente, ahí lo tienes. ¿Fue democrático? No. Y así, podemos seguir con ejempla más recientes, Trump, Erdogan también han sido elegidos, pero usan su elección para levantar regímenes autoritarios. El autoritarismo está de vuelta.
"En 1850 hablar del derecho de voto de las mujeres parecía impensable. Cada innovación democrática ha generado un resquemor"
-Su tesis del sorteo ha causado, eso sí, bastante polémica
- Es un mecanismo que permitiría aumentar la calidad de la democracia. En 1850 hablar del derecho de voto de las mujeres parecía impensable. Cada innovación democrática ha generado un resquemor inicial. Todo parecía insensato. Y pasa lo mismo con la elección por sorteo. Es un procedimiento perfectamente conocido y respetable en la historia de la democracia y que ha funcionado en otros países.