El Premio Planeta celebra una nueva edición con el fantasma del procés pisándole los talones, algo que comienza a hacerse costumbre desde 2012. EL tema lleva años salpicando de política la celebración del galardón literario más antiguo que se concede en español. Si hace dos años, en 2017, coincidió con la declaración de unilateral de independencia en Cataluña, esta vez se solapó con el anuncio de la sentencia que condena por sedición y malversación a los líderes independentistas.
En aquel momento, 2017, el Grupo Planeta acababa de trasladar su sede social a Madrid, donde todavía permanece y permanecerá, tal y como lo ha confirmado José Creuheras, el presidente del Grupo, en la tradicional rueda de prensa que se ofrece la víspera del 15 de octubre, día de la cena donde se anuncia, y que este año ha cambiado de lugar en ocasión del 70 aniversario de la editorial, fundada en junio de 1949. Al ser consultado por los periodistas sobre su opinión de la sentencia, Creuheras evitó valoraciones del texto, y se limitó a señalar el respeto a las decisiones legales.
La sede social de Planeta permanecerá en Madrid, tal y como lo ha confirmado José Creuheras, el presidente del grupo
También en la conferencia de prensa correspondiente a la LXVIII edición del Premio Planeta de Novela, Creuheras avanzó que el grupo facturó unos 3.000 millones. Creuheras, cuya intervención comenzó con una evocación al espírtu del fundador José Manuel Lara Hernández. "En cada hogar español hay un promedio de dos libros y medio de ganadores del Planeta, una cifra importante para un país cuya lectura no es la más alta de Europa".
Creuheras pidió la colaboración para el fomento de "una sociedad lectora" e incluso subrayó la necesidad de reforzar las medidas. "El fomento de la lectura debe ser una cuestión de Estado y requiere políticas transversales de promoción de la lectura", dijo refriéndose a la necesidad de luchar contra la piratería. "Este asunto va más allá de la ideología" señaló, y agregó que debe entenderse como un "pacto de estado".
Durante la conferencia de prensa, el Grupo aportó datos del sector editorial. "El verdadero cambio en el mundo de la edición ha ocurrido en la distribución"; dijo Javier Fernández refiriéndose a la irrupción de plataformas de Internet como Amazon así como del comercio en línea, una herramienta que favorece el papel de las librerías. Uno de los formatos más fuertes, aseguró Fernández, sigue siendo el libro en papel comprado vía comercio electrónico, aunque también señaló el crecimiento del audiolibro frente al formato del libro electrónico. También el auge de productores de ficciones televisivas, como Netflix ha condicionado positivamente el mundo de la edición.
Sobre el Premio
El Planeta es uno de los premios literarios más antiguos y el mejor dotado económicamente que se concede a obras escritas en español. Fundado por José Manuel Lara con la intención de promover nuevos escritores, se convocó por primera vez en 1952 y desde entonces acumula 68 ediciones. En su palmarés cuentan autores del peso de Ana María Matute, Juan Marsé, Carmen Laforet o Jorge Semprúm.
La que se concede este martes 15 de octubre tiene como mayor rasgo una participación algo más baja (564 frente a las 642 del año pasado). El jurado, en voz de su presidente Juan Eslava Galán, ha comunicado la lista de las 10 novelas finalistas, de las cuales sólo cuatro se han presentado sin pseudónimo: Dios no baja a los infiernos, de Luis Aleixandre Giménez; El músico del metro, de Viviana Rivero; El principito secuestrado, de Joaquín Guerrero Casasola; y La cunda y la luna, de Pedro Manuel Fraile Pérez.
"La disminución es casual, normalmente el autor que envía novelas al Premio suele buscar lo que se escribe en el momento. Hemos dejado atrás la Guerra Civil y ahora se lleva más los relatos policiales. Como escribir este tipo de policiacos lleva más tiempo, por eso creo que se ha retrasado una vez más", explicó Juan Eslava Galán con respecto a la disyunción de los manuscritos presentados en esta edición.
Las seis finalistas restantes son La familia es una guerra de guerrillas, de Mercedes Gallagher (pseudónimo); Cristales rotos, de Melchor Marín (seudónimo); La rosa de Jericó, de Salomé Becerra (seudónimo); 5749 días, de Ana Sánchez (seudónimo); Tal como éramos, de Viveca Lindfors (seudónimo), y El diario de Shara Clayton, de L'omertà (seudónimo). Así se completa la decena de novelas que este año ha elegido el jurado del premio, integrado por Alberto Blecua; Fernando Delgado; Juan Eslava Galán; Pere Gimferrer; Carmen Posadas; Rosa Regàs y Belén López, secretaria con voto.
Tal y como ha asegurado Eslava-Galán, este año predomina el thriller y el policíaco, así como las novelas de fondo político y social. Muchas de las historias finalistas están relacionadas con América Latina y la pulsión de transformación y disputas sociales que comporta la inmigración y la búsqueda de la verdad. Otras obras aportan una mirada descarnada a la actualidad española.