Rafael Ansón echa mano de Spinoza para dar entrada a una historia que le incumbe tanto a él como al resto de los españoles: “el poder no consiste en mandar, sino en ser obedecido”. Durante la transición —en especial de julio de 1976 a las elecciones de junio del 77— Adolfo Suárez "mandó muy poco", porque estaba todavía demasiado ocupado en "convencer", asegura quien fue director general de Radiodifusión y Televisión, asesor de Suárez, y director general de RTVE en las páginas de El año mágico de Adolfo Suárez, un volumen editado por La Esfera de los Libros.
"La Transición, desde un punto de vista mediático, se hizo básicamente desde los estudios de Prado del Rey de RTVE. La televisión no sólo fue el espejo del cambio, sino que como instrumento técnico al servicio de un futuro democrático y pacífico ejerció un protagonismo altísimo”, afirma Rafael Ansón, quien ofrece un recorrido histórico y político por uno de los períodos decisivos en la España del siglo XX. Para conseguirlo, Ansón echa mano de un registro minucioso, a mitad de camino entre el ensayo, la crónica y las memorias.
"La Transición se hizo básicamente desde los estudios de Prado del Rey de RTVE".
Con el subtítulo Un rey y un presidente ante las cámaras. Julio de 1976 - junio de 1977, este libro comienza mucho antes, en 1957 cuando Ansón conoció a un Adolfo Suárez que ocupaba la jefatura de la Secretaría de Fernando Herrero Tejedor, delegado nacional de Provincias del que dependían todos los gobernadores civiles y los presidentes de Diputación. "Esa mañana de 1957 salí del despacho de Adolfo con el carné apalabrado y mi compromiso de echarle una mano si surgía la ocasión". Y vaya que la hubo, ocasión, hasta tal punto que Ansón terminó trabajando codo a codo con el que se convertiría en el presidente de Gobierno de una España que emprendía, al fin, el capítulo democrático tras la muerte de Franco.
“Yo creía en Adolfo, y no a ciegas, sino muy a sabiendas. Creía en su idea de la Transición, que coincidía por completo con la del rey Juan Carlos. Creía en su forma de llevarla a cabo, porque era el mejor presidente para encabezar el cambio. Y creía que desde Radiotelevisión Española –que entonces yo dirigía– se podía contribuir a afianzar y cimentar dicho proyecto”, rememora Rafael Ansón, quien fue testigo de excepción de una época política y mediáticamente compleja.
"Yo creía en Adolfo, y no a ciegas, sino muy a sabiendas. Creía en su idea de la Transición"
Ansón, quien fue asesor de Suárez, describe mucho más que a un personaje: retrata una época. Desde cómo la prensa internacional -Newsweek o Times- se cebaban con sus críticas a Arias Navarro hasta el cambio de programación que supuso la llegada de Suárez a La Moncloa. "lourgente era cambiar de imagen –porque ll final la televisión son imágenes- y por lo tanto buscar caras nuevas; gente que fuera capaz de transmitir que el franquismo había acabado”, escribe en el cuarto capítulo de un libro que resume mucho más que la historia de la caja chica en la era de la democrcia: desde la posición que asumieron cabeceras como ABC, El País, Arriba, Diario 16, Pueblo y Ya con respecto , por ejemplo, a la legalización del partido comunista, hasta la figuración mediática de un personaje como Juan Carlos de Borbón.
A mitad de camino entre el álbum personal y el recuento histórico, Rafael Ansón procura describir al Suárez telegénico, pero también al político y al personaje: “Recuerdo estar unos pasos detrás de la cámara, al lado del director de grabación, mirando cómo Adolfo hablaba sin apartar la vista del objetivo. También cómo se ajustaba el nudo de la corbata antes de entrar en directo y cómo luego me preguntaba qué tal había ido, mientras los otros recogían el equipo. Igual que el día que hizo su primer discurso importante como presidente del Gobierno, el día en que le convencimos para que no hablase sentado detrás de una mesa como se había hecho siempre, sino de pie, porque era así como hablaba el presidente de Estados Unidos, y buscábamos un cambio de imagen directo. Uno de tantos momentos compartidos”.
No escapa a la pluma de Ansón la crónica amarga de los momentos de Suárez en la árida estepa de una carrera política en la que la soledad ya acechaba. “Adolfo se veía preocupado cada vez más: decía que o salía ya o se quedaba sin partido, que iba a ser un fracaso. Era una persona fundamentalmente tranquila, pero llevaba encima unos meses de auténtica locura, de mil malabarismos con antorchas ardiendo, y a sesenta días de las elecciones convocadas esa tensión afloraba de vez en cuando”, describe, en primer plano, Rafael Ansón.Planteado como un recorrido cronológico, el volumen completa el repaso histórico con una sucesión de hechos políticos desde 1975, con la muerte de Franco, hasta el 29 de diciembre de 1978, cuando la constitución española se publica en el BOE.