Cultura

Pepe Domingo Castaño: "Mi familia me llama el Marqués de Gruñón"

Como gallego, Pepe Domingo Castaño (Lestrove, 1942) mira al cielo por si llueve cuando todavía calienta el sol. No le gusta la lluvia, le trae recuerdos de cuando cogía la

  • Pepe Domingo Castaño en entrevista con Vozpópuli. -

Como gallego, Pepe Domingo Castaño (Lestrove, 1942) mira al cielo por si llueve cuando todavía calienta el sol. No le gusta la lluvia, le trae recuerdos de cuando cogía la bicicleta para ir a trabajar a Picusa y arreciaba la tormenta. Tiene Pepe hechuras norteñas y un pelo plata que va a juego con sus dientes. El reconocido locutor se ha echado a las espaldas décadas de radio (en especial en la SER y en la COPE) que hoy se escriben en un volumen de vivencias –“de un hombre hecho a sí mismo”– cuyo título es Hasta que se me acaben las palabras (Aguilar, 2022). Castaño acepta una larga entrevista con Vozpópuli.

Tarde de domingo, liga máster en el PES 6 y Carrusel Deportivo en la SER. En el videojuego, el Real Madrid de Castolo y Ordaz se jugaba el campeonato con el Inter de Milán de Adriano y su 99 en potencia de tiro. Y por la radio, a eso de las tres y media de la tarde, un “¡Hola, hola!” que llenaba de fútbol el cuarto. Era Pepe Domingo Castaño saludando a los oyentes del "mejor programa de la radio española", el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo, el de siempre, el clásico, el único, el veterano, el del sonido inconfundible, el de la cadena SER. Así hasta las once de la noche con la tele silenciada. Con la radio encendida, el oyente siempre “jugaba” en casa.

Pregunta: Dices en el libro que “un hogar sin radio es como perder el sonido de la vida”.
Respuesta: Yo creo que ahora menos. Ahora hay tele o Internet, que te libera de todo, y ya no necesitas periódicos, pero yo necesito tocarlo, verlo, desayunar con él… No me gusta desayunar con una tableta. Y la radio era la vida, sobre todo la cadena SER; en aquel momento era el sonido de los pueblos y ciudades de España. Recuerdo a mi madre escuchando Ama Rosa, llorando y pidiéndonos a todos que nos calláramos: “¡Silencio! Que viene a Ama Rosa”. Era sagrado. La radio entonces y los discos dedicados eran el sonido de la vida. Ahora lo sigue siendo, pero tiene más rivales, comparte el sonido de la vida con más medios.

P: Tampoco tenemos a un Bobby Deglané…
R: Exactamente. Bobby fue el que revolucionó la radio. Yo recuerdo escuchar en Padrón Cabalgata fin de semana después de haber oído a Juan de Toro, José Luis Pécker, Miguel de los Santos… En fin, toda aquella hornada de locutores geniales pero que se circunscribían a concursos, que era lo que hacía la radio entonces para acercarse a la gente. Pero apareció ese hombre [Bobby Deglané] como una bocanada de aire fresco en la radio, convirtiendo en espectáculo todo: una noticia, el concurso, una conexión en directo… Inventó las unidades móviles, que en realidad no eran unidades. No se cómo lo hacían, porque técnicamente era muy complicado. Bobby Deglané inventó, para mí, la radio que yo quería hacer, que la continuó Joaquín Prat, otro genio, aunque distinto a Bobby. Se preocupaba poco del guión, iba directamente al estudio sin preparar nada… Improvisaba con una facilidad que yo no vi a nadie nunca.

Pepe Domingo Castaño: "Mi familia me llama el Marqués de Gruñón"
Pepe Domingo Castaño en entrevista con Vozpópuli.Clara Rodríguez

P: ¿Por qué Carrusel deportivo era de todo menos un programa de radio?
R: Carrusel deportivo, como ahora Tiempo de juego, es la RADIO, así en mayúsculas. ¿Qué ingredientes necesita la radio para que la gente la escuche? El ritmo, y Tiempo de juego tiene un ritmo brutal, porque te lo dan los ingredientes que tiene: goles, penaltis, líos, follones, opiniones de la gente, publicidad adaptada al estilo del programa, intervenciones de muchas voces, sintonías rápidas… Los narradores tienen mucha agilidad. Ese es el ingrediente básico en la radio.

P: ¿Contenido?
R: Joder, sí. A lo largo de ocho o nueve horas tienes todo, porque todo va surgiendo. No hay guion. ¿Qué guion vas a hacer de Tiempo de juego? El guión te lo da lo que está pasando: noticias, información… Y luego están las personas. ¿Quién vende el mensaje? Paco González, que es Dios, un tío que tiene delante nueve televisiones o diez y es capaz en una décima de segundo de ir de un sitio a otro, donde se produzca la jugada. Paco es el compendio de lo que es la radio hoy día. Podría hacer perfectamente de Carlos Herrera, de Iñaki Gabilondo, de Luis del Olmo, de José María García, de Juanma Castaño, de José Ramón de la Morena

Ellos (los directivos de la SER) se pusieron chulitos, se encabritaron y con un gintonic en la mano empezaron a chantajearnos y a llamarnos chantajistas

P: ¿Es verdad que este libro empezaba con la llamada de Javier Lalaguna para avisarte de que a Paco González no le dejaban entrar en la SER y que se iba a titular Tu prima la coja?
R: No. Este libro se iba a titular Callejón de dos salidas. En mi pueblo, al lado de la casa donde yo viví casi toda mi vida, había un callejón en el que ponía “callejón de dos salidas”. De pequeñito lo miraba y decía: “Mamá, ¿qué es esto del callejón de dos salidas?”. Y ella me respondía: “Pepiño, es que tiene dos salidas”. ¿Cómo podía un callejón tener dos salidas? Y era que, efectivamente, el callejón entraba en mi casa y luego tenía dos salidas. Pensé que si algún día escribía algo lo iba a titular Callejón de dos salidas. El título Tu prima la coja es para otro libro, totalmente independiente de este, pero no se pudo publicar por problemas legales. Estaba entero, con cuatrocientas o quinientas páginas dedicadas a nuestro salto de la SER a la COPE. Cogí el capítulo de Lalaguna; el de José Ramón, porque me parecía que había que contarlo… Lo de “tu prima la coja” sabes por qué, ¿no?

P: Por lo que le soltó Paco a Daniel Anido en una discusión.
R: Sí. “Eso lo va a hacer tu prima la coja”, le dijo. Me pareció genial y era un buen título. Una pena que no se publicara.

P: Recuerdo un Carrusel que se hizo en uno de los estudios pequeños de la SER mientras arreglaban el central. Fue en 2010. ¿Sabías en ese momento que ya os quedaba poco tiempo?
R: No. Eso lo hice porque yo soy muy protestón. Mi familia, mi mujer y mis hijos me llaman El Marqués de Gruñón. Forma parte de mí, de mi forma de ser, y aquello del estudio me sentó muy mal. Primero, porque empezaron las obras cuando estábamos haciendo el Mundial. Me fastidió mucho y encima era un estudio de mierda, horrible. A mí me gusta sentir la radio, ¿cómo sientes la radio? En un estudio amplio, bonito… Yo no podría hacer radio en casa. Aquello del estudio me sentó muy mal y protesté. También le sentó muy mal a la SER, pero ni yo sabía en aquel momento que nos íbamos a ir ni nada, ni puta idea.

P: “Todos los que dimos un paso al frente para seguir a Paco hemos encontrado en la cadena COPE todo lo que pedíamos cuando firmamos con ellos: Libertad, cariño, medios y futuro”. ¿En qué momento la SER dejó de daros libertad, cariño, medios y futuro?
R: Fue con motivo de una Superbowl. Un año antes de este follón nos había llamado la COPE, entonces hablamos con la SER –nos reunimos en un pub– y dijimos Paco, [Manolo] Lama y yo: “Oye, que nos han llamado de la COPE. No vamos a ir, estamos muy bien aquí, pero os pedimos un favor: que le subáis el sueldo a veinte personas o quince que están cobrando una mierda”. Nos dijeron que sí, que estupendo, pero antes de irnos, no sé que pasó, Lama reivindicó algo. Ellos se pusieron chulitos, se encabritaron, y me acuerdo, que con un gintonic en la mano empezaron a chantajearnos y llamarnos chantajistas a nosotros. Lama estuvo a punto de pegar a Raúl Rodríguez y al sinvergüenza de Dani Anido. Yo me levanté y me fui. Ahí empezó todo. Pasó el tiempo y no cumplieron, con lo cual el germen ya estaba ahí. Si la SER hubiera subido el sueldo a la gente a la que le pedimos que se lo subiera, no nos hubiéramos ido, ni hubiera pasado seguramente nada.

P: Pero llegó la Superbowl del 2010…
R: Era el libertinaje total. Bebíamos, fumábamos de verdad. Una locura.

P: Escuché ese programa. Me parece que fue Paco el que avisó en directo que habían bajado de dirección para daros un toque.
R: Sí. Yo anunciaba Actimel, que tiene un poco la pinta de esperma, y se montó un cachondeo de cojones. También anunciábamos Cosentino. Esa noche, [Jorge] Hevia iba mamao perdido (el único que mantenía el tipo ahí era yo. Bebía, pero aguantaba mucho). Dijo que aquellas encimeras eran una mierda y se montó la de Dios. Nos llamaron al despacho y a Hevia lo suspendieron de empleo y sueldo y estuvieron a punto de echarle, pero gracias a Paco no lo hicieron.

P: Hasta que llega el mundial de Sudáfrica 2010…
R: Y en lugar de planificarlo Lama y Paco, que lo hacían siempre, lo planificó José Ramón [de la Morena]. Mal, ya de entrada. No porque lo planificase José Ramón, sino porque tenían que haberlo hecho todo juntos. Planificaron que a las tres de la tarde se hiciera desde Madrid y Paco dijo que no: “¿Cómo voy a hacer un programa yo desde Madrid si va todo el mundo allí?”. Ahí surgió todo, cuando Paco mandó a tomar por culo a Dani Anido y le dijo aquello de “tu prima la coja”. No le pagaron a la gente lo que tenían que haber pagado y no nos fuimos a la COPE por eso, con lo cual ya había una puerta abierta. En principio nos íbamos a ir a Punto Radio.

Tengo la carta en la que el PSOE recomendaba a los ayuntamientos conceder todas las galas de sus fiestas a Víctor Manuel, Miguel Ríos, Aute, Serrat… Me pareció indecente y lo publiqué en ¡Hola!

P: Y después a Onda Cero, pero querían solo a Manolo, Paco y a ti.
R: Y cuatro o cinco colaboradores, no querían cincuenta tíos. Se equivocaron. Creo que fue la gran equivocación de Onda Cero.

P: ¿Por qué no se materializó el fichaje por Punto Radio?
R: Yo me voy un día a Galicia y se lo cuento a Germán Dobarro: “Aquí no tienen nada. No hay ni estudio. Tienen un repetidor y dos emisoras. Con eso nos vamos a hundir”, me dice. Entonces llamo a Paco y habla con [Antonio] Garrigues para parar las negociaciones y que nos demostraran lo que tenían, pero no pudieron y fue cuando nos llamó Onda Cero. Paco dijo que no, que Onda Cero no. Nos quedaba la oferta de la COPE.

P: Pero a la COPE no queríais ir.
R: La COPE estaba hundida. Era como ir del Real Madrid al Betis o al Depor, por ejemplo.

P: Bueno, estuvisteis a punto de iros a la COPE no hacía mucho tiempo.
R: Sí, pero la COPE no estaba tan mal. Aunque eso de la religión… ¡Cojones! Nosotros somos unos irreverentes totales que decimos burradas en antena. Nos reunimos con la COPE y le dijimos si estaban dispuestos a arriesgar para ser números uno, arriesgar el dinero e incluso la línea editorial, pero a esto último nos dijeron que no. Contaron que podíamos tener toda la libertad para hacer lo que quisiéramos, porque eso no chocaba con la línea editorial; era deporte. Paco presentó una oferta económica que englobaba a todos. Yo no puedo cobrar más cada año.

P: ¿Por qué?
R: Porque formo parte de la rueda.Estoy cobrando lo mismo que cuando entré, porque si yo pido más hay que quitárselo a alguno del equipo. Es solidaridad de equipo y libertad total. En la SER, Miguel Boyer pidió mi cabeza por un comentario que hice sobre él y lo de Rumasa. Se cabreó mucho. Hacía un programa a las siete de la tarde que escuchaban muchas amas de casa y él tenía miedo de que cambiaran el sentido del voto por mí, porque tenían bastante influencia en ellos. Pidió mi cabeza y no se la dieron, pero me quitaron el programa.

P: Creo que Luis Eduardo Aute fue personalmente a por tu cabeza, pero por otro asunto.
R: Por un comentario, por una verdad que dije. Tengo la carta en la que el PSOE recomendaba a los ayuntamientos concederle todas las galas de sus fiestas a Víctor Manuel, Miguel Ríos, Aute, Serrat… Todo eso me pareció indecente y lo publiqué en ¡Hola! Luego me hice amigo de él.

P: Cuando uno tiene tanto poder, ¿se gana más enemigos que amigos?
R: Yo creo que no. Te ganas más enemigos que amigos si no eres capaz de encajar el poder que tienes. El problema de García fue que no encajó el poder, que llegó un momento en que le sobredimensionó y se volvió loco. Eso de poder llamar al Rey, al Papa si quería, al Presidente del Gobierno… Eso te vuelve loco. Supongo que a Joserra también le pasó en su momento. Pero a Paco no le ha pasado. Paco puede llamar al Presidente del Gobierno y se pone y no se lo cree. Cuanto tú te crees en posesión de ese poder, es cuando creas enemigos.

P: ¿Qué sucedió con José Ramón de la Morena?
R: Ahora estamos otra vez bien. Yo veía que José Ramón ya no era el mismo y reconozco que yo tampoco lo era. Empecé haciendo los finales de El larguero, nos hacíamos mucha ilusión, pero luego vi que no tenía mucha trascendencia, que no le daba nadie mayor importancia. Me estaba matando cada noche para hacer un comentario, recoger un poco todo el contenido del programa, que me costaba un trabajo tremendo, y nadie le daba importancia. Yo también cambié, pero no quería dejarlo, no quería ser yo el que lo dejase. Los lunes los teníamos libres para hacer lo que quisiéramos y no viajábamos, porque El larguero viajaba mucho. Además, ese lunes tenía dentista, estaba jodido con la boca. Pero me llaman y me dicen que van a hacer el programa en Barcelona y que José Ramón quería que fuera. “¿Y quién va a entrevistar a Ronaldinho?”. Era un farol; no iban a entrevistar a Ronaldinho. Le mandé a Joserra un WhatsApp: “Lo siento, no puedo ir a Barcelona”. Y su respuesta fue: “Pues si no puedes ir a Barcelona lo dejamos”. Creí que era un momento de rabia, que ya se le pasaría, como le sucedía siempre. Pasaron los días y el lunes llamo a [Carlos] Bustillo para decirle que aunque no iba a Barcelona haría el comentario igualmente. “Ha dicho Joserra que no, que no lo hagas ya”. Entonces me senté a la máquina y escribí una carta muy dura en la que le dije que había cambiado, que ya no era el mismo. Que ya no tenía en cuenta a nadie. Que era un déspota y que se estaba apareciendo a “quien yo sé”. Yo también podía tener algo de culpa, pero quería que supiera que no le guardaba rencor y que tenía que cambiar, porque iba por un camino muy malo. Me contestó con una carta de esas que escribe un tío que está dolido por dentro, pero muy dolido. Yo estaba dolido, pero no demasiado. La carta la guardo pero no la publico, claro. En el libro Tu prima la coja estaba la que yo lo escribí, pero la quité para que no hubiera problemas.

Pepe Domingo Castaño: "Mi familia me llama el Marqués de Gruñón"
Pepe Domingo Castaño en entrevista con Vozpópuli./ Clara Rodríguez

P: ¿Os seguíais viendo después de aquello?
R: En las reuniones de la SER, en el despacho. Hola y adiós, pero ya no había amistad. Íbamos a comer a nuestras casas. Pasé varios finales de año en casa de Joserra con Felipe González y [Augusto] Delkáder y él pasó Nochebuenas en mi casa. Éramos muy amigos y se rompió aquella amistad, pero no el trato. Nunca dejé de hablar a José Ramón. Luego, cuando nos vinimos a la COPE, creo que podía haber hecho algo más para que Paco no se fuera. Yo se lo he dicho alguna vez. No sé lo que pensó en aquel momento, cuando a Paco no le dejaban entrar y llegó Joserra, le preguntó y se subió en el ascensor. Un día me llamó Juanma Castaño para contarme que estaba llamando Joserra, que lo iba a dejar todo y que no quería tener problemas con nadie y que me quería mucho. Quedamos para comer, nos dimos un abrazo, nos emocionamos y no volvimos a hablar en toda la cena de nada del pasado. Fue lo que más me gustó. Vida nueva. De vez en cuando nos vemos, charlamos. He recuperado el cariño, me alegro.

P: Ese “quien yo me sé”, intuyo, era José María García, ¿no?
R: Sí. Pero en ese momento estaba muy cabreado y dije lo que quizá no tenía que haber dicho. Y luego le pedí perdón; cuando a él le echaron, tuvo problemas con la SER. Estaban en Roma y le llamaron diciendo que o cambiaba de opinión por lo de García o dejaba el programa, y no cambió de opinión. Yo tenía un programa por la mañana donde traía una figura para hablar de todo lo distinto a lo que hacía y pensé en José María García, pero no para hablar de deportes, sino para hablar de su vida. Pedí permiso, pero no a los de deportes, porque yo entonces no tenía relación con ellos, y vino a José María García. Se cabreó mucho Joserra: “¡No tenías que haberlo traído! ¡Me han echado del programa por su culpa!”. Yo no pienso mal, no lo llevé por ningún interés, solo para hablar de su vida y nada de deportes. Con el tiempo me he dado cuenta de que hice mal. No debí haber traído a García. Lo reconozco y pedí perdón. Bueno, pues ya está.

P: Carlos Herrera se iba de Onda Cero a COPE si le llevaban al mejor equipo deportivo de radio. ¿Aquello era una aval para vosotros?
R: Yo no me enteré de eso. Pero creo que en ese momento éramos una bicoca. El hecho de que Paco tuviese problemas en la SER y que hubiese decidido cortar… La gente no sabía que detrás de Paco íbamos a salir cincuenta personas, como el propio José Ramón lo dijo: “Estos se van a ir cuatro. ¿Cómo que se va a ir Pepe Domingo? ¡Coño! Si lleva aquí treinta y siete años y ya tiene su vida y todas las prebendas que te da la veteranía. Empezar de nuevo ahora, a su edad…”. No lo sabían. Éramos una bicoca. Hombre, la irrupción de cincuenta tíos en una redacción es brutal. ¿Qué hizo COPE? Adaptar la redacción. Entramos como un elefante, a pesar de que diga [José Antonio] Abellán que Paco le echó. Paco le dijo que la dirección de Deportes la llevaba él y nosotros, que es lo lógico. A ver, si te ficha una cadena para hacer un determinado tipo de trabajo, lo que no puedes es compartirlo con quien está haciéndolo en ese momento. Podía seguir allí sin ningún problema, pero la noche y Tiempo de juego lo íbamos a hacer nosotros. Yo no sabía nada de su contrato y larga contra Paco sin razón.

P: Las vacas sagradas son intocables…
R: Imagínate ahora que viene alguien, Onda Cero o quien sea, y dice que va a fichar al equipo de COPE que lleva un año siendo número uno. Se armaría la de Dios. Pero yo sé que ninguno se iría, porque sí te digo una cosa: nunca he sentido como en COPE tanto cariño de los jefes. ¡Y no he visto ni curas ni obispos por la redacción! Mira que hemos dicho burradas en Tiempo de juego, al nivel de las que decíamos en Carrusel, y nunca nos han dicho ni una palabra. Nada. Libertad total. Es un remanso de paz, Estoy viviendo los mejores años de mi vida. ¡Qué pena no tener veinte años menos!

Con el infarto te quedas hecho una mierda, en los huesos, y al tener poca fuerza en la garganta no tienes voz

P: Dedicas en el libro “tu eterno desprecio para siempre jamás” a Raúl Rodríguez, Dani Anido y Augusto Delkáder. Dani Anido fue quien te amenazó si le dedicabas a Paco aquel programa en el que no le dejaron pasar. ¿Eras consciente de las consecuencias?
R: Sí, pero yo ya tenía pensado irme. Paco me dijo que se largaba y yo me iba a ir con él: “Haz lo que quieras –me decía–, yo no puedo mandar sobre ti. Haz lo que te dicte el corazón, la cabeza”. Y yo siempre hago lo que dicta el corazón, porque la cabeza te dicta lógica y el corazón te dicta rebeldía, locura, y lo hice. He perdonado a los tres (Raúl, Dani y Augusto), pero que no me dejasen despedirme, que no cumpliesen con la palabra que me dieron de que si hacía el Mundial y defendía como defendí toda la brutalidad de publicidad que teníamos me dejaban ir tranquilamente y no me dejaron ir tranquilamente… Llamé al lunes siguiente, después del Mundial. Me iba a Galicia, y me contestaron: “Recibirá usted un burofax para que se atenga a las consecuencias”. Ah, vale, perfecto. Muchas gracias: “Vete a tomar por el culo, Raúl”.

P: Pepe, ¿a cuánta gente has mandado a tomar por el culo?
R: A Ramón Pérez Pardo, que me dijo que nunca volvería a la SER, y a Raúl. Solo a esos dos.

P: ¿Solo?
R: Bueno, y a Jesús Mariñas.

P: ¿Por qué?
Porque es un sinvergüenza. Estaba haciendo un programa de tele en Galicia. Me pidió [Gerardo] Fernández Albor que les echara una mano, que estaban empezando con la tele gallega. Se metían mucho conmigo los lingüistas porque hablaba el gallego de mi pueblo y no el normativo y todos los días había follón. Hice el programa y tuvo mucho éxito. Fue número uno, pero era tanta la crítica que le dije al director que lo dejaba y que además tenía que ir desde Madrid todos los días. Un día, en el programa de Luis del Olmo sale este loco [Jesús Mariñas] y cuenta –refiriéndose a mí– que habían echado “al morenito”, porque decía que yo estaba moreno siempre, y me sentó muy mal. Llamé a Luis del Olmo y le pedí audiencia en su programa rogándole que no estuviera Mariñas, porque no quería discutir con él y rebajarme a su mierda. Aceptó. Cuando fui, tenía a Mariñas al lado. A Mariñas no se lo perdoné. A Luis, con el tiempo se lo perdoné, pero me siento muy mal, porque, primero: no me echaron. Segundo, le pedí poder rectificar y que llamase al director general de la tele gallega para que demostrase que me fui yo, que no me echaron. Me sentó muy mal. Mandé a la mierda a Mariñas en antena, que eso duele más, pero no debí hacerlo, porque en antena no puedes expresar con esa brutalidad tus sentimientos.

P: “Xente nova, leña verde, todo é fume” [Gente joven, leña verde… todo es humo]. Para que exista morriña tiene que haber distancia con tu tierra. ¿La habrá también con la radio si la dejas?
R: No, porque el día que la deje la dejaré. Eso no es morriña. La morriña es sentimiento de pertenencia a la tierra, necesidad de tu tierra, necesidad del aire, de la luz de tu tierra. La radio no, la radio es mucho más del día a día. Yo no tendré morriña de la radio cuando lo deje. Lo dejaré, no sabré qué hacer y tendré que inventarme algo: jugar más al golf, viajar por ahí, conocer los campos de golf de España… A veces me lo he planteado, ¿pero qué coño hago? El día que sepa qué voy a hacer, igual lo dejo. Pero mientras tanto seguiré hasta que se me acaben las palabras.

P: Casi se te acaban después del infarto que sufriste.
R: Perdí la voz totalmente. Con el infarto te quedas hecho una mierda, en los huesos, y al tener poca fuerza en la garganta no tienes voz. Me costó un mes y pico de ejercicios, pero la recuperé. También la perdí otra vez con la covid. Esa vez me dio más miedo, porque no había manera de recuperarla. El día que aparecí en la radio, Paco me pidió que hablara. Yo le dije que no: “Paco, que voy a dar pena y no me gusta dar pena, que me voy a emocionar”. Efectivamente, di pena y me emocioné. No sé si tenía que haberlo hecho, porque estaba hecho un asco, pero bueno, yo por Paco hago lo que sea. Creí que no volvería a hacer radio nunca más. Pasé miedo, pero tampoco me preocupaba tanto: ya había cumplido mi sueño.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli