Hace unas semanas, una periodista afirmó en un programa de televisión que si los jóvenes de hoy en día no son dueños de una casa es porque destinan sus ingresos al ocio, a diferencia de sus padres o sus abuelos, que preferían ahorrar antes que desperdiciar sus ganancias en el alterne. "Vivir la vida, conocer, salir y moverse" aleja la posibilidad de invertir en la entrada de una casa o pagar los estudios de los hijos, algo por lo que sí se sacrificaron los mayores, según señaló. Unas semanas antes, otra veterana periodista calificó de "flojos" a los jóvenes redactores, desconocedores de una profesión en la que "las noticias no tienen horario".
Aquellas aseveraciones despertaron fuertes críticas y muchos achacaron un desconocimiento total de las dificultades del presente. Con estos comentarios, contribuyeron a la eterna pugna entre lo antiguo y lo nuevo, el pasado y el futuro, una rivalidad en la que los adultos, por sistema, demonizan a los jóvenes.
Los prestigiosos cineastas italianos Pietro Marcello, Francesco Munzi y Alice Rohrwacher avanzan justo en el sentido contrario en el documental Futura, un testimonio coral que rastrea los anhelos y los miedos de la generación Z italiana en busca de aquellas pistas que permitan esbozar el presente y el futuro de toda la humanidad. La poderosa herramienta que utilizan es, precisamente, la voz de los jóvenes, esa que apenas tiene cabida en los pensamientos de quienes ya tienen su vida resuelta.
¿Cómo imaginas el futuro? ¿Qué es el futuro? Con estas preguntas como punto de partida, este documental realiza una radiografía de toda una generación de adolescentes italianos a ratos ilusionados, a ratos esperanzados y con más incertidumbres que certezas, y para ello toma como inspiración el documental Comizi d'amore (1965), de Pier Paolo Pasolini, en el que el cineasta italiano mostró las desigualdades de un país a partir de inocentes preguntas sobre la sexualidad y las relaciones amorosas.
El Atlántida Film Fest ofrece en su catálogo online de Filmin hasta este jueves 25 de agosto esta cinta tan magnífica en su fotografía generacional, que dialoga con el español Jonás Trueba y su ambicioso documental Quién lo impide (2021), solo que en este caso se pone mucho énfasis en mostrar todas las capas de la sociedad italiana, en recorrer el ámbito rural y también el más cosmopolita, así como los terrenos más humildes en contraste con los más privilegiados, con el fin de captar hasta el último reducto del aliento más joven, ese que heredará el mundo, y convertirlo en protagonista de la narración.
Nápoles, Roma, Torino, Grosseto, Milán, Viterbo, Palermo, Savona, Venecia, Brescia, Verona o Genova son algunas de las paradas de este documental, que se convierte en un retrato del estado de ánimo de la llamada generación posmilenial o generación Z -la nacida entre 1990 y mediados de los 2000- y en un crisol de todas las aspiraciones, perspectivas y deseos sobre el futuro de todos los jóvenes de un país, desde aquellos que viven en un centro de acogida de inmigrantes, a jóvenes estudiantes de prestigiosas universidades, artistas y vecinos de algunos de los barrios más pobres. Y a pesar de las diferencias, a pesar de las dificultades por medrar y cambiar, los obstáculos y las incertidumbres son en esencia las mismas para todos.
Al igual que el documental de Jonás Trueba, Futura también es ambicioso en su propuesta y es colosal en su resultado, ya que recoge afirmaciones vibrantes y lúcidas de quienes empiezan a descubrir el mundo, como esa joven que rehúye el conflicto entre los adultos y los jóvenes o el adolescente que revela con acierto el verdadero motivo que se esconde tras las críticas de los mayores: su incapacidad para relacionarse con la generación Z, su obsesión por sobrestimar el pasado por no comprender el presente. "El mundo cambia pero los adultos no quieren cambiar", afirma una de estas voces.
Precariedad y desilusión de la generación Z
No faltan tampoco las críticas a una clase política, demasiado preocupada por "los impuestos y las pensiones", que se ha olvidado de quienes aún no tienen claro su futuro, ni tampoco a las preocupaciones que ocupan las páginas de los periódicos, tan ensimismados con "problemas irreales", según critican algunas voces en este documental, que ven a los políticos y los medios "alejados de los problemas de los estudiantes y de los trabajadores".
Si quiero tener una casa o un hijo necesito dinero. Sin dinero, no tengo libertad de elección. Estoy obligado a no tenerlos", afirma uno de los jóvenes en este documental
En este punto, señalan la "precariedad" como un obstáculo insoslayable. "Siempre nos dicen que tenemos libertad de elección, pero eso no es verdad. Si quiero tener una casa o un hijo necesito dinero. Sin dinero, no tengo libertad de elección. Estoy obligado a no tenerlos", lamenta uno de los jóvenes. Otro achaca el fracaso a algo más inmediato. "No puedo construirme un futuro si no me permiten vivir mi presente", dice. Cuando los adolescentes de la generación Z han mostrado sus ilusiones y esperanzas, la covid hace acto de presencia a mitad de documental y las voces se vuelven aún más unitarias.
Los sueldos bajos son un aperitivo de lo que depara el futuro ("si te acostumbras a cobrar poco o en negro cuando eres joven también lo harán cuando seas adulto") y la tendencia individualista una tragedia que impide pensar como una "sociedad colectiva". La decadencia del miedo y de la incertidumbre, que en otro tiempo significaba aventura y descubrimiento, en la actualidad equivale a una inevitable ansiedad. Pero no todo es oscuro y pesimista. Futura es, a pesar de todo, un retrato luminoso y esperanzador, con más sonrisas que dudas, y con un deseo que se antepone a todo: que la vida sea algo más que mera supervivencia.
