El supergrupo británico Gorrillaz estrenaron en directo tres temas durante su último concierto en el O2 Arena, celebrado la noche del martes. Se trataba de un show gratuito para trabajadores de la sanidad pública británica (NHS), donde también estaban invitadas sus familias, en agradecimiento por su esfuerzo y por los riesgos personales asumidos durante los días más duros de la pandemia. Tocaron seguidas las tres canciones que estrenaban, con la ayuda de varios invitados especiales: “Meanwhile” contó con Jelani Blackman, “Jimmy Jimmy” con AJ Tracey y “De Ja Vu” con Alicai Harley.
Lo más espectacular es que contaron con invitados de la talla de Robert Smith (The Cure), que interpretó la canción “Strange Timez”, del disco Song machine: season one. Otros convidados fueron Peter Hook (New Order, Joy Divison) y el mítico rapero Posdonus de De La Soul, que entraron y salieron a escena en diferentes puntos del espectáculo, según ha podido saber Vozpópuli. Las canciones que estrenaron confirman las declaraciones de Albarn de que tenía preparadas piezas inspiradas en el carnaval y cercanas al espíritu de su primer disco, publicado en 2001. Hace un par de meses también declaró a la web New Musical Express su idea de resucitar a los legendarios Blur, uno de los pilares del britpop.
Albarn pertenece a una estirpe muy especial: los exploradores coloniales pop, carcomidos por la curiosidad y capaces de inspirarse en cualquier punto del planeta
En declaraciones recientes a la revista Rolling Stone, durante el periodo de confinamiento, Damon Albarn expresó su intención de convertir a Gorillaz en una banda de estadio: “Supongo que ya entramos en esa categoría con la gira de Plastic Beach y hemos lidiado con eso desde entonces. He intentado transmitir a la banda que podíamos convertirnos en Earth, Wind & Fire si queríamos, ¿sabes a lo que me refiero? Hemos entrado en una fase en la que nos ves sobre un escenario y no tienes claro qué es real y qué no es real de nuestro espectáculo”. explicaba.
Gorillaz y los sonidos globales
Albarn pertenece a una estirpe muy especial del planeta pop: los exploradores coloniales, carcomidos por la curiosidad y capaces de plantarse en cualquier punto del globo para absorber un sonido que les interesa. Hizo un disco precioso en Mali, conoce de sobra las texturas jamaicanas y puede comunicarse con cualquier músico de barrio afroamericano, desde Mos Def a Snoop Dogg, pasando por Skepta.
Se ha ganado un lugar a la altura -como poco- de Peter Gabriel, David Byrne, el Paul Simon de Graceland, Manu Chao y Diplo (del último está muy por encima). El verdadero espíritu británico es expansivo y global, como lo fue el imperio más grande de la historia. Albarn representa la versión luminosa, buenrrollera y pop. Es un superclase, por decirlo en pocas palabras. Los Gallagher pueden seguir luciendo parkas de alta costura y mascullando ante la prensa que el mundo no le merece.
El último trabajo del grupo, Song machine (2020), no aportó grandes novedades, pero tampoco rebajó el nivel. Avanzando por sus surcos, resulta imposible no admirar su tranquila maestría para bordar los medios tiempos, justo en un momento en que las listas de éxitos viven de los extremos, con himnos hiperfiesteros o superdepresivos. La dulcísima Désolé, con la cantante costamarfileña Faoutomata Diawara, es el mejor ejemplo; no inventa nada, pero ahí te quedas colgado con su ritmo sencillo y ansiolítico. La función se abre con una pantanosa colaboración de Robert Smith (The Cure) y se cierra con percusiones póstumas de Tony Allen, uno de los padres del arrollador ‘afrobeat’ nigeriano. Entre ambos momentos, un nuevo recital de orfebrería con invitados de la talla del mítico Elton John, la delicada St. Vincent y el bajo inconfundible del mencionado Peter Hook.