El museo Guggenheim de Bilbao ha vuelto a obtener sobresaliente en su balance de visitas. El verano de 2018 ha sido el mejor desde su apertura. Durante los meses de junio, julio y agosto un total de 445.147 personas visitaron el museo, es decir: 17.383 personas más (4%) que el mismo periodo de 2017 y 32.005 más que en 2016. Los que hasta entonces habían sido los veranos más exitosos del museo quedaron rebasados por el nuevo récord. Respecto a la cifra acumulada del año, a fecha de 31 de agosto de 2018, el museo ha recibido 837.502 visitantes, un 2 % más que en la misma fecha de 2017 y un 6 % más que en 2016.
El mes de mayor crecimiento fue agosto con 7.539 visitantes más con respecto al mismo periodo del año anterior. A este siguen julio, con 5.663 más, y agosto con un total de 4.496 personas más que el año anterior. Según los datos aportados por el Guggenheim, el 76 % del público del verano procede de fuera de España. Los franceses ocupan el porcentaje más alto, un 22 % del total, seguidos de visitantes de Italia (8%), Gran Bretaña (8%), Alemania (6%) y Holanda (5%). Los visitantes de este verano han tenido la oportunidad de disfrutar de exposiciones temporales como Arte y China después de 1989. El teatro del mundo (que se exhibe hasta el 23 de septiembre), Joana Vasconcelos: soy tu espejo (hasta el 11 de noviembre) y la muestra dedicada a Marc Chagall, que finalizó el 2 de septiembre.
Al Guggenheim las cifras le sonríen desde hace ya mucho. El año pasado, justo en el aniversario número veinte de su creación, obtuvo unos ingresos de 32,47 millones de euros, un año excepcional en el que marcó un entonces nuevo récord de visitantes y alcanzó un índice de autofinanciación del 71,8%, superando por primera vez el nivel del 70 %, según aparece en las cuentas públicas del museo. Las ganancias provienen de tres fuentes de ingresos: los generados por los visitantes (entradas, tienda-librería, restauración, etc.), que en 2017 ascendieron a 10.392.626 euros; los aportados por los miembros individuales, corporativos y patrocinios, que supusieron 6.420.702 euros; y las subvenciones de las instituciones fundadoras del centro, 9.080.000 euros en conjunto, y de donaciones y legados recibidos, otros casi 2,5 millones.
Es, pues, un museo que funciona en clave masiva. Es uno de los principales atractivos de la ciudad. Desde su creación, ha aportado 457 millones de euros de ingresos adicionales para las Haciendas vascas, que recuperaron vía impuestos en solo tres años la inversión inicial. El museo genera una media de 4.500 empleos anuales. Desde que abrió sus puertas, en 1997, ha recibido además más de 15 millones de visitantes, de los cuales, dos tercios son extranjeros y un 15% de Euskadi. Las cifras anuales, la más reciente de 2013, indican que la institución recibió 931.000 visitantes, 65% de ellos extranjeros.
Fue en el año 1994 cuando el gobierno vasco firmó un Acuerdo de Gestióncon la Fundación Solomon R. Guggenheim para crear el Guggenheim de Bilbao. Diseñado por Frank Gehry, el proyecto dotó de un nuevo relato a la antigua ciudad industrial y se convirtió en el emblema de un ciclo en el que la arquitectura hizo "milagros" en España. A partir de 1997 cuando la institución abrió sus puertas, el proceso de transformación fue indetenible. Con el fin del siglo XX y el comienzo del XXI, y a la par de lo que el Gugenheim significó para Bilbao, a España le dio por creer en milagros, en esta caso los que obraban los arquitectos. La experiencia vasca es, todavía hoy, la mayor prueba de lo que se conoció como la fiebre de los museos. Cada ciudad quería uno e incluso terminó construyéndolos aún sin colecciones previstas para ellos.
Un proceso muy diferente empujaba la dinámica del Guggenheim. "Si decidimos que el origen es Bilbao y entendemos el que éste no parte del capricho sino de la convicción política de que la ciudad necesitaba reinventarse, podemos entender todo ese proceso", escribió Llàtzer Moix (Sabadell, 1955), autor del libro Arquitectura milagrosa, un reportaje publicado por Anagrama en el que revisa, documenta y aporta nuevos datos sobre los años enfebrecidos que comenzaron con la apertura del Museo Guggenheim de Bilbao, una de las pocas instituciones que se mantiene en pie tras el pinchazo de la burbuja cultural de aquellos años.