Un lector avispado habrá notado a estas alturas que a Ángel Viñas el franquismo le quita el sueño. Ha dedicado varios libros al tema, desde casi todas las visiones. Dice él que, gracias a una serie de documentos desclasificados, ha sido posible saber el alcance de las medidas disuasorias que pusieron en marcha los británicos para contrarrestar el peligro que representaba Franco en la Europa de la Segunda Guerra Mundial. Las cuenta en las páginas del libro Sobornos: de cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco, publicado por el sello Crítica.
La no alineación de la España franquista en la Segunda Guerra Mundial tiene sus razones, y no todas ellas son imputables al nirvana gallego de quienes no se mojan
La no alineación de la España franquista en la Segunda Guerra Mundial tiene sus razones, y no todas ellas son imputables al nirvana gallego de quienes no se mojan. Aquí hay algo más, según Ángel Viñas. Asegura el catedrático emérito de la Universidad Complutense que Inglaterra puso en marcha no sólo medidas diplomáticas de disuasión, sino unas algo más contundentes, agrupadas todas en una operación que llevaba por nombre Sobornos.
Una parte importante de las tácticas de aquella operación consistía en las dádivas que concedieron algunos factores de poder tanto al caudillo; a Ramón Serrano Suñer, ministro de Interior y Gobernación primero, de Exteriores después, así como a algunos miembros de la Falange. La política de apaciguamiento de Franco entre los años de 1940 y 1942, asegura Viñas, sólo resulta comprensible al descubrir la "supersecreta operación de neutralización mediante una lluvia de dinero". ¿Cómo y de qué forma? Pues a través del banquero Juan March.
Asegura Viñas que Juan March hizo mucho más que fletar el Dragón Rapide el día del golpe militar. March llegó a prestar a los nacionales una cantidad que se aproximaba al 25% de las reservas del Banco de España de entonces. Según detalla el libro de Viñas, los británicos desembolsaron cantidades bastante jugosas: entre 300 y los 1.000 millones de euros actuales. Para la época, entre 500.000 y dos millones de dólares. Muchos otros integrantes del Movimiento sacaron tajada de la generosidad británica: Nicolás Franco, hermano del caudillo, los generales José Enrique Varela, ministro del Ejército; Alfredo Kindelán, el jefe de las Fuerzas Aéreas o Gallarza, secretario general de la Falange
March llegó a prestar a los nacionales una cantidad que se aproximaba al 25% de las reservas del Banco de España de entonces
En las páginas de Sobornos, el historiador refuerza la tesis que ya defendía en su libro anterior, La otra cara del caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco. Según la tesis de aquel ensayo, para 1940, Francisco Franco tenía un capital propio acumulado de 34 millones de pesetas, unos 388 millones de euros a día de hoy, una cantidad desorbitada si se toma en cuenta que el ingreso medio de un militar de su rango era de 2.000 pesetas. Parte de la explicación al tamaño de aquel patrimonio está en la información contable que Viñas ofrecía y con los argumentos de este libro, aunque algo más genéricos: los donativos aportados en metálico para las cuentas de Suscripción Nacional -donde se depositaban cantidades a favor de la causa- y que pasaban directamente a disposición del general Franco en otras cuentas a su nombre.
Además de catedrático, Ángel Viñas ha sido exfuncionario del FMI y exdirector de Relaciones Exteriores en la Comisión Europea, también exembajador de la UE ante Naciones Unidas. Ha sido catedrático numerario de Economía en Valencia, Alcalá, UNED y Complutense. Además es éste, ha realizado el estudio y la edición de Memorias del primer ministro de Asuntos Exteriores de Franco y La otra cara del caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco. También oordinó el volumen Cuarenta años sin Franco.