La mayoría de rockeros -incluso las mejores- no tienen nada que decir. La excepción son artistas como Igor Paskual (San Sebastián, 1975), con quien se aprende en cada charla. Resucitó el glam español con el grupo Babylon Chàt, sedujo a Loquillo hasta el punto de fichar por su banda y es autor de dos sustanciosos libros (El arte de mentir y Rugidos de gato) sobre los subidones y espejismos del rock nacional. Sus principales intereses abarcan arte, fútbol, sexo, política y periodismo, además de su entrega al rock más visceral. Su último trabajo, La Pasión según Igor Paskual, es el más extremo, asfixiante y contagioso que ha grabado. Lo presenta en Valencia (31 de enero), Murcia (1 de febrero), Zaragoza (7), Barcelona (8), Avilés (14), Madrid (20), San Sebastián (27) y Bilbao (28).
Vamos a situarnos. ¿En qué momento se encuentra el rock español?
Está muy vivo, incluso el rock duro y el metal. Hay muchísimas bandas y, por supuesto, público. Solo hay que ver el exitazo del Rock Fest de Santa Coloma. El problema es que ocupan un lugar marginal en los medios y se les trata con mucha condescendencia. Son considerados como un público de segunda, que no está al día, que no está atento a la moda, que no pertenece al hoy, en definitiva. Y son tan actuales como cualquiera. Es un público para el que esa música sigue siendo relevante, les ofrece respuestas emocionales y me parece que hay un montón de cuestiones que se pueden analizar ahí. Por ejemplo, hay bandas buenísimas pero que suelen beber de fuentes muy similares. El referente de los Rolling Stones por un lado o Leño y sus herederos, por otro. No es un problema exclusivo de nuestro país: a mediados de los noventa, me gustaban mucho algunas bandas inglesas inspiradas en Los Kinks y The Beatles, pero cuando llega un grupo como Elastica que copiaba a Wire y The Stranglers hicieron el paisaje menos monocromo.
"Una vez, coincidí en la iglesia con Rodrigo Rato. Supongo que estaría decidiendo si era el buen o el mal ladrón", recuerda
En el disco abundan las metáforas religiosas. ¿Simple poesía o convicción personal?
A diferencia de los obispos follaniños, los abogados cristianos y los diputados que juran por Dios y la patria con ojos de odio, yo soy creyente. Me sigue impresionando el Nuevo Testamento: ¿de dónde sale esa compasión, ese ponerse en el lugar del otro? Coincido con Oscar Wilde en De Profundis, cuando dice que Jesucristo es un poeta, un romántico, un hombre de una imaginación fecunda, un artista en definitiva. Es muy importante la religión en mi vida. Me ayuda a entenderla o, al menos, a verla desde otro ángulo. Toda mi familia lo es y sí, voy con cierta frecuencia a misa. Una vez, coincidí en la iglesia con Rodrigo Rato. Supongo que estaría decidiendo si era el buen o el mal ladrón. Es cierto que la imaginería religiosa se usa mucho en el rock, pero en general suele ser un empleo más derivado del uso que hace Nick Cave que de la propia Biblia. Cave es hijo de pastor protestante y se nota, han leído más la Biblia, la conocen muy bien y se fijan más en las palabras, mientras que yo me baso más en la imagen en consonancia con la tradición católica. Vivimos la religión de una forma muy carnal, muy visual, casi se puede tocar. Hay imágenes por todos los lados, hay sangre, hay un erotismo velado. Eso ofrece un montón de metáforas para explicar cosas que todo el mundo entiende.
Me suena fascinante “El cristo de los mineros”, con sus versos que remiten al escándalo de José Ángel Fernández Villa, el directivo de Soma/UGT condenado por corrupción.
A la izquierda se le exige una rectitud moral que a la derecha jamás se le pide. De hecho, para deslegitimar las reivindicaciones obreras, feministas o lo que sea, lo que se hace es atacar a las personas y no a las ideas. Así deslegitimas la idea. Cualquier persona va a tener una falla, un error, un desliz, porque es lo humano. Ahora bien, creo que hay grados: lo de Villa fue un insulto. La culpa de que Asturias esté así, es en gran parte suya en connivencia con otros poderes. Cualquier voz crítica era anulada o desterrada. Traicionó y ensució una lucha tremenda, a veces, con exigencias sin sentido y desmesuradas y otras con su vil robo. Todo eso se sabía, pero ser una voz crítica aislada en medio de la nada es muy duro. La minería no tiene nada de glamour, pero si su lucha fue tan admirada, a veces de forma muy acrítica, fue porque sus símbolos eran muy poderosos, el último glamour del subsuelo.
Tu querencia religiosa es cien por cien compatibles con el culto al placer, queda claro en piezas como Inmortal y Cansado de la vida, que a pesar del título es un canto hedonista. ¿Por qué tienen más prestigio los artistas depresivos, oscuros y tortuosos?
Hay una frase del Eclesiastés que dice: “Porque todos sus días no son sino dolores, y es penoso su trabajo; aún de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad”. Es por vanidad, por darse importancia. Se debe a esa cosa de creerse dotados de una inteligencia superior que no me encaja en el mundo. Se considera que sufres porque no encajas, que no estás conforme en este mundo porque eres más listo que los demás. Básicamente ese es el planteamiento y de ahí se deriva la estupidez del genio solitario y el tono apocalíptico que está también en política. Curiosamente es una actitud muy masculina. Cualquier gesto de alegría o de entusiasmo es visto como una frivolidad, como si fueras tonto cuando hay que hacer mucho esfuerzo y mantener grandes cantidades de lucidez para ser optimista.
Tengo la impresión de que en este disco ha ido un paso más allá, como dándose permiso para pasarse de rosca, tanto en las letras como en la música. ¿Algún motivo específico?
Han pasado muchas cosas. Lo primero es que creo que aprendí a hacerlo. Siempre lo he buscado, pero no es sencillo grabar un disco que sea heterogéneo sin ser disperso. También me di cuenta de que estaba en medio de ninguna parte, que no encajaba en ninguna escena. inconscientemente, se produjo una liberación. A nivel personal, la muerte de Jess (la bajista Jessica de la Paz) con sólo 35 años y que había coproducido los dos discos anteriores, fue un factor determinante. A ella le encantaban esos extremos, me impulsaba a ir a esos sitios y creo que se lo debía. Tener hijos también hace que lleve varias vidas a la vez y eso se refleja en letras y músicas.
"Escuchar por primera vez a Violeta Parra fue la misma sensación que descubrir a The Stray Cats o Guns N' Roses", recuerda
Otro factor importante es su devoción por la cantautora chilena Violeta Parra, presuntamente en las antípodas del santoral rockero. Se incluye una versión de El Gavilán, una de sus piezas más arriesgadas.
Llegué a Violeta Parra a través del fútbol. Estaba escribiendo un artículo para Revista Líbero sobre el primer himno de un Mundial de fútbol que fue Chile 62 y tirando de ese hilo llegué a Violeta Parra. Pero no a la Violeta compiladora de folclore o a la cantante de carácter social. Descubrí a la compositora de la banda sonora de Mimbre y de las Anticuecas. Sobre El Gavilán, digo muy en serio que no hay canción así de Bowie, Pink Floyd, Beatles o de quien quieras. Es lo más bestia que he escuchado nunca a nivel compositivo, los cambios de tono, de ritmo, cómo están ligadas las diferentes partes. Ese juego entre lo campesino y lo atonal. ¡No me lo podía creer! Fue como descubrir otra vez la música, como la primera vez que escuché a Stray Cats o a los Guns N’ Roses… esa misma sensación.
¿Por qué se escucha tan poco a una artista tan importante?
Creo que Violeta Parra está jugando un papel similar al de Bob Dylan en compositores que escriben en castellano. Es un modelo perfecto para este siglo XXI. Si Dylan es hombre, anglosajón y norteamericano. Parra es mujer, latinoamericana y del sur. Uno habla desde Nueva York y la CBS y ella es pura periferia. Es una figura muy fascinante, tiene temas increíbles y unas letras que muestran la ductilidad del castellano. Y todo su mundo, los tapices, la vocación comunal, la relación con su hermano Nicanor…
"Nuestra forma de aprender a tocar, de conseguir discos, de aferrarnos al rock como única vía de escape es muy distinta a la que hay después de Internet", señala sobre su conexión con Loquillo.
¿Va a seguir cultivando su relación artística con ella?
Por supuesto, quiero profundizar, que haya un puente real. Justo ahora, acabo de llegar de Chile. En El Gavilán ella quería hacer un ballet, concibió algo más que una canción aunque no se hizo nada de eso y la canción ni siquiera se grabó en un estudio profesional ni se editó en vida. Así que estoy buscando ayuda, financiación para hacer algo con la pieza. Quiero que esté Chile implicado, así que he ido de puerta en puerta en un país destrozado. Devolver algo de lo que he tomado prestado.
Me gustaría terminar con una pregunta sobre Loquillo, en cuya banda toca la guitarra. Además ha compuesto la canción que da título a álbum más reciente, El último clásico. ¿Qué tipo de conexión tiene con él?
En la gira pasada, el Loco y yo hablamos mucho sobre que quizá éramos la última hornada que se había educado en el rock de una determinada forma. Él se veía como el último de una estirpe, de una manera de hacer rock. Nuestra forma de aprender a tocar, de conseguir discos, de aferrarnos al rock como única vía de escape es muy distinta a la que hay después de Internet. Me recordaba a Boecio cuando le llamaban el último de los romanos. Era el último filósofo de renombre, pero en medio del colapso del Imperio Romano de Occidente...Me parecía una figura tan evocadora…