Quien haya visto caer, como una cascada, las frases de Jenny Holzer que se derraman sobre la ría de Bilbao, entenderá por qué la obra de la estadounidense tiene tanto peso en el arte contemporáneo del siglo XX. Ella hizo del lenguaje el material más importante de su obra. Con textos categóricos e incisivos, la artista aborda elementos fundamentales de la existencia humana, incluyendo el poder, la violencia, las creencias, la memoria, el amor, el sexo y la muerte.
En Bilbao, los visitantes descubrirán las reflexiones e ideas que Holzer ha expresado a lo largo de toda su carrera presentadas a través de un amplio abanico de instalaciones creadas expresamente para el Museo Guggenheim Bilbao y que se reúnen en Jenny Holzer. Lo indescriptible. Esta exposición presenta obras de nueva creación, incluyendo una serie de proyecciones de luz sobre la fachada del Museo de las que se podrá disfrutar todas las noches desde el 21 hasta el 30 de marzo.
El propósito de la artista es involucrar al público mediante la creación de espacios evocadores que invitan a los observadores a plantearse y, quizá, a definir su postura sobre asuntos polémicos, entre los que se incluyen la crisis global de los refugiados, la violencia contra las mujeres y los abusos sistemáticos de poder. La muestra incluye también letreros electrónicos con dispositivos robotizados, pinturas y proyecciones de luz, además de textos de poetas vascos, españoles e internacionales, que formarán parte de las proyecciones.
Jenny Holzer comenzó su primera serie, Truismos (Truisms), en 1977 como resultado de una serie de lecturas académicas del Programa de Estudios Independiente del Whitney Museum de Nueva York, donde estudiaba; en 1979 ya había escrito varios cientos de estos aforismos. Empezando por "Un poco de sabiduría llega muy lejos" y terminando "Tus temores más viejos son los peores", los Truismos utilizan una gran variedad de expresiones y transmiten numerosas orientaciones y creencias.
Lo que emerge reiteradamente de las revulsivas provocaciones que resultan del acto de concienciación es que la verdad es relativa y que cada espectador ha de contribuir a determinar lo que es legítimo y lo que no lo es. A partir de Truismos, Holzer ha seguido utilizando el lenguaje como principal forma de expresión y emplea una multitud de medios para comunicar sus mensajes. Así, por ejemplo, aparecieron algunas selecciones de sus Ensayos inflamatorios (Inflammatory Essays) en carteles de estilo publicitario sin firmar pegados en fachadas y paredes por todo Manhattan.
Cuando en 1982 algunas máximas de Holzer tales como "El abuso de poder no es nada nuevo" o "El dinero crea el gusto" aparecieron en el luminoso publicitario gigante que corona el edificio de Times Square, la artista inició su primera apropiación de los dispositivos electrónicos de señalización. Con este modo de difusión, confirió a sus inquietantes mensajes una nueva dimensión de compromiso social subversivo. Sus instalaciones de las últimas tres décadas plantean cuestiones como la viabilidad del arte público, la transformación del objeto de arte en un artículo comercial y de consumo y la relación entre lo personal y lo político.