Cultura

Agua: El primer paraíso

La lluvia, que tantas veces se resta a sí misma en este país, ha decidido multiplicarse ahora mismo sin descanso. No insistiré en lo que casi todos saben a poco que miren al cielo o se informen a través de cualquier medio. Como mantenía Cocteau "todo es cuestión de dosis" y hasta el agua más pura mata si te hacen ingerir demasiada.

Las arreciadas riadas están poniendo en vilo a casi todos los españoles. A unos pocos, es decir a los olvidados que siguen formando parte de la Cultura Rural les está cayendo encima otra tormenta, ahora económica. Demasiados campos son, ahora, lagunas. Si sumamos que muchas infraestructuras han sufrido daños, que incluso se han perdido vidas, seguramente demasiados no acepten que el agua es el primer paraíso.

Para empezar porque es del todo inocente. Nada de lo espontáneo tiene propósito alguno y menos el de dañar. Una de las mayores torpezas intelectuales de todos los tiempos es considerar que la Natura busque algo más que el ininterrumpido fluir de sus ciclos y sus criaturas, entre las que nos encontramos.

En medio de este riego superlativo bueno será recordar que la palabra paraíso, en el persa clásico, quería decir "lugar con agua y árboles", es decir que el máximo premio era encontrar sencillamente un territorio que favoreciera la supervivencia. Lo revive, hasta cierto punto Octavio Paz con este verso: "cuando el agua canta nacen paraísos". Acaso con sagacidad parecida los primeros escritores chinos bautizaron Agua y Eternidad con el mismo pictograma, con el solo añadido de una tilde en el segundo término.

No menos a tener en cuenta, por mucho que ahora mismo muchos maldigan tanta agua, es que se trata del elemento más original, creativo, servicial, público y necesario del cosmos. Sin embargo poco, o nada, si acaso con la excepción del aire, está siendo peor tratado en este planeta. A lo que se suma el serio riesgo de privatización. De momento la de su gestión va muy avanzada. Por eso mismo, de seguir con el destrozo de su esencial transparencia y de su condición de bien común, lo que pondremos en fuga es al único paraíso conocido.

Porque rejuvenecer incesantemente al mundo es la primera destreza del agua. Y esto de devolver la lozanía a todo lo que limpia, funda y forma puede ser estimado también como parte del mejor destino posible.

¡Gracias y que, con todo, estas cataratas que se descuelgan del cielo os atalanten!

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