Cultura

Kevin Costner hipoteca todo por 'Horizon', su apuesta por el western clásico

Llega a los cines la primera de las cuatro partes de un proyecto colosal que se presentó en la pasada edición de Cannes

La que acaba de llegar a los cines es solo una de las cuatro partes en las que está dividido un proyecto colosal con el que Kevin Costner busca resarcirse en una industria en la que fue galán pero también un perdedor. Horizon: an american saga - capítulo 1 ha costado 100 millones de dólares y para realizarla ha hipotecado algunas de sus propiedades. "Nadie necesita cuatro casas", señaló el actor y director de esta película durante la rueda de prensa que ofreció en la pasada edición del Festival de Cannes, donde presentó esta primera parte.

Muchos recordarán el fracaso que supuso Waterworld (1995), aquel western acuático de gran ambición técnica que protagonizó y produjo Costner. Un fallo en la previsión climatológica y otros reveses provocaron que el tiempo de rodaje se duplicará así como el presupuesto, que pasó de los 60 millones de dólares a 170. En la taquilla, no funcionó como se esperaba y la crítica tampoco la recibió con los brazos abiertos. Después, llegó otro revés con El mensajero (1998), que los medios y el público rechazaron por unanimidad. Sin embargo, no se rindió.

Ahora, y después de actuar en la serie Yellowstone, el director de la oscarizada Bailando con Lobos (1990) dirige y protagoniza un western de hechuras clásicas que toma como contexto la expansión de la Guerra de Secesión (1861-1865) y los asentamientos en el Oeste americano. El resultado es una historia coral en la que se derrama sudor, sangre y lágrimas para poner de relieve el sinsentido de los conflictos y la inevitable confrontación entre los pueblos. Como punto de partida y presentación, no está mal, pero en el desarrollo se desinfla y uno desea que, al menos en esta ocasión, a Costner no le vaya mal del todo.

Horizon, protagonizada entre otros por el propio Costner, Siena Miller, Sam Worthington o Giovanni Ribisi, muestra mas ambición en su presentación que en la miga, e incluso en algún momento de esta primera parte (la segunda llegará el 16 de agosto), que dura tres horas, uno se pregunta si el formato elegido es incorrecto, si en realidad no se trata más bien de una epopeya que habría funcionado a las mil maravillas en una plataforma, en formato de serie, en lugar de en una sola sesión que confunde al espectador, especialmente en ese epílogo tan televisivo y tan poco cinematográfico.

Uno se pregunta si el formato elegido es incorrecto, si en realidad no se trata más bien de una epopeya que habría funcionado a las mil maravillas como una serie

Uno puede ser ambicioso y arriesgado, pero la idea y el desarrollo tienen que estar a la altura. Lo que ocurre en Horizon, para esta redactora de Vozpópuli, es que la historia arranca con demasiados hilos argumentales, demasiadas historias y personajes que quedan descuidados y varias escenas que pueden resultar innecesarias que llevan al espectador a tener una sensación de desconcierto y pérdida de interés en varios momentos de la película. De nuevo, la misma observación: lo que habría sido perfecto para una miniserie, carece de sentido en la gran pantalla. No hay nada incorrecto, no es una mala película, pero la máxima del menos es más vendría de perlas en este caso.

Lo más loable de la película de Kevin Costner es su apuesta por el western clásico, que acompaña de una fotografía y una música a la altura, majestuosa y vibrante, y un relato de la historia en la que muestra interés y cuidado por mostrar empatía con el fin de no olvidar, no juzgar y dar voz a todos. Qué pena que uno tenga la sensación de haber ido al cine a ver un capítulo piloto bien largo de una serie en lugar de una película, que uno piense que está donde no tiene que estar.

Su idea es llegar a los cuatro capítulos y, puesto que ya ha anunciado que sus hijos tendrán que labrarse su futuro y no esperar que la herencia les salve, estos rodajes podrían hacerse realidad, aun incluso cuando ningún crítico ni espectador le siga el ritmo, porque Kevin Costner parece demasiado obcecado en conseguirlo.

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