Cultura

Las disfunciones del Orgullo Gay (más allá del cartelito)

La izquierda intenta apropiarse de una celebración que no es suya

  • Tres participantes del tradicional desfile del Orgullo Gay en 2021

Si alguien quiere comprobar la doble moral de la izquierda tiene una continua fuente de ejemplos en el mes del Orgullo Gay. Los mismos que proclaman que la rojigualda es un trapo consideran intocable la de arcoiris y un atentado a los derechos humanos que no ondee en lugares oficiales. Más Madrid y PSOE afirman que la derecha no soporta el Orgullo pero la fiesta fue mimada por el PP de Esperanza Aguirre y en la tertulia de Federico Jiménez Losantos la jalean más que el 12 de octubre. Rita Maestre y Reyes Maroto hablan por un colectivo donde abundan los votantes de partidos de derecha. Y es probable que esto vaya a mucho más: en Francia el lepenismo es el partido más votado en la comunidad gay porque perciben que es quien mejor va a defenderles de la homofobia de los barrios con alta densidad de migrantes islamistas.

Las últimas elecciones municipales, celebradas el año pasado, no dejan lugar a dudas: en el emblemático barrio de Chueca cuatro diputados de cinco fueron para el Partido Popular mientras que el PSOE tuvo que conformarse con uno. No es un caso aislado: "Desde Chueca al Eixample pasando por Sitges, los barrios gays más icónicos han votado a la derecha en las últimas elecciones municipales. En Chueca, por ejemplo, el más conocido de la capital, predominó el PP. En el Eixample, donde se ubica la zona conocida como el gayxample, ganó TriasXBarcelona (Junts)", explica un informe de la web Idealista.

Más ejemplos: “En las zonas de Maspalomas y Playa del Inglés (del municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana), también fue el PP el más votado seguido de la formación de centro derecha Coalición Canaria (CC)", añade el estudio. ¿Por qué los líderes progresistas hablan como si tuvieran una complicidad especial con este colectivo?

¿Exactamente qué derechos le quedan por conquistar hoy al lobby LGTBI+?

Comparto una intuición: a las élites progresistas les conviene identificarse con el lobby LGTBI+ porque así pueden dar la sensación de estar del lado de los oprimidos sin necesidad de renunciar a ninguno de sus privilegios. Basta con bailar un fin de semana en Chueca, proclamar que la derecha es homófoba y felicitar a Jorge Javier Vázquez por su apoyo militante al gobierno de coalición. El propio Jorge Javier ha sido capaz de declararse bolchevique mientras ingresaba millones procedente de Silvio Berlusconi. Así funciona ahora el progresismo. ¿Saben lo más revelador de la polémica sobre el cartel? Que la izquierda ataca el cartel pero no propone ninguna solución para que no vuelva a ocurrir el año siguiente. Se alimentan de este tipo de escaramuzas, que les dan vidilla para no sestear demasiado en los cuatro largos años de impotente oposición.

Esa lucha de la que usted me habla

Lo más inquietante del debate sobre el cartel es la coletilla de que se “invisibiliza la lucha por los derechos”, que después nadie se anima a enumerar. ¿Exactamente qué derechos le quedan por conquistar hoy al lobby LGTBI+? La OTAN ha puesto alto en sus prioridades la inclusión de mandos trans y despliega su logotipo con la bandera del arcoiris. Tyler Cherry, el nuevo responsable trans del departamento de prensa de la Casa Blanca, conserva su puesto a pesar de haber firmado tuits contra la policía. El filósofo español trans Paul Preciado explica que “me parece perfecto, urgente, que la Ley Trans sea votada, pero me parece más urgente y mucho más necesario que lo que pidamos colectivamente sea la abolición de la inscripción de la masculinidad y de la feminidad en los documentos administrativos. Porque esa inscripción es discriminatoria: cuando aparece ‘hombre’ y ‘mujer’ en realidad lo que aparece es el potencial de algunas de vuestras células para convertirse en reproductores del cuerpo del Estado nación”, defiende en su último ensayo, en un claro intento de patologizar la heterosexualidad.

Hace décadas que la fiesta de el Orgullo Gay cuenta con el apoyo del Estado, las grandes corporaciones y el pequeño comercio del centro de la ciudad. Los únicos que se oponen al fiestón son algunos sectores de Vox y los gays, lesbianas y trans que prefieren celebrar el Orgullo Crítico. Seguramente están de acuerdo en algunos puntos sustanciales contra la fiesta de Chueca y barrios similares. La política hace extraños compañeros de trinchera.

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