O triunfa o se hunde, al menos después de las altísimas expectativas que la comedia musical La La Land ha despertado luego de llevarse los siete premios a los que optaba en los Premios Globo de Oro, galardones que entrega la prensa especializada y hacen las veces de la antesala de los Oscar. A partir de este 13 de enero, el largometraje podrá verse en todas las salas de España. Hay que andarse con cuidado, pues tanta y unánime felicidad con este filme invita al tobogán y el pinchazo. Por lo tanto, habría que identificar sus puntos a favor y en contra. Olisquear qué hay detrás del furor que desata.
Durante sus primeros 65 días en cartelera, la cinta de Damien Chazelle -el joven director que logró llegar a los Oscar con Whiplashtras - logró embolsar más de 40 millones de dólares (sólo en Estados Unidos) y 69 millones en todo el mundo. La historia revisita el musical hollywoodense con una historia al uso de amor, sueños y lucha por alcanzar la gloria. En dos platos: el sueño americano en su ecuación básica y que en esta ocasión toma forma con la interpretación de Emma Stone y Ryan Gosling.
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El argumento es el siguiente: Mia (Emma Stone) vive en Los Ángeles, quiere ser actriz y llevarse consigo la fama y el glamour de Hollywood. Se gana la vida como camarera mientras se presenta a todos los castings que consigue. Sebastian (Ryan Gosling) es un pianista que sueña con abrir su propio club de jazz; mientras eso ocurre, debe ir de bar en bar cumpliendo con actuaciones de segunda y tercera categoría que le permiten sobrevivir. Los destinos de Mia y Sebastian se cruzarán en una compleja historia en la que amor y ambición generan el conflicto más importante: ¿es e enamoramiento algo pasajero y el arte un compromiso? Ese dilema está presentado con una mirada lo suficientemente contemporánea como para plantear una lectura interesante, escribió A.O Scott para The New York Times.
El artificio reside en los colores magníficos, los movimientos de cámara suave y las elegantes composiciones de pantalla. "Es más probable que recuerdes lo que viste que lo que oíste", escribió The New York Times
En su crítica Scott asegura: "La verdadera tensión en La La Land es entre la ambición y el amor, y es ahí donde radica su mérito: en actualizar la mirada sobre ese conflicto tan antiguo. Una manera cínica pero no imprecisa de hablar de esta película, sería describirla como un filme acerca del 'carrerismo' (aquellos que desean ascender) que está en plena pelea para alcanzar el reconocimiento" . Según la crítica, La La Land consigue el efecto de ser una fantasía gaseosa y una fábula dura, una comedia romántica y un melodrama del 'showbiz', así como una obra de "sublime artificio y autenticidad conmovedora. El artificio reside en los colores magníficos, los movimientos de cámara suave y las elegantes composiciones de pantalla. Es más probable que recuerdes lo que viste que lo que oíste", publicó el diario.
Sin embargo, hubo críticos bastante menos benévolos que el de The New York Times. Por ejemplo, Justing Chaing, de Los Angeles Times, aseguró al día siguiente de Los Globos de Oro: "Lo complicado no es la sensación de que de pronto todo Hollywood se ha enamorado de esta película, sino de otra versión intoxicada de sí mismo". Uno de los críticos del diario británico The Guardian escribió -refiriéndose al fenómeno- que se trataba de "la típica reacción solipsista" de la industria. Es decir, esa reacción en cadena que precede a los Oscar y que ya ha tenido ejemplos especialmente significativos cuando las películas retratan a la industria: Birdman, de Alejandro González Iñárritu; Argo, de Ben Aflfeck o The Artist, de Michel Hazanavicius. La industria tiene de reaccionar de manera exagerada ante ciertas representaciones de sí misma. Es lo que apuntaría, según Guy Lodge, al infalible "ombliguismo" de la Academia y Hollywood, claro. Basta ver qué cifras arroja la taquilla. Sin embargo, en este archipiélago que sobreviene tras películas mucho más reivindicativas, tiene algo de raro y remoto buclue... evasivo. En efecto, solipsista.