La historia no es como la conocemos, al menos no en las páginas de Civilización (Seix Barral), una novela del autor francés Laurent Binet, quien propone una ucronía en la que Europa es conquistada por el inca Atahualpa, Carlos V es capturado por el ejército incaico y cerca de 20.000 españoles son esclavizados. A eso se suma que Lutero es linchado, Miguel Ángel esculpe una escultura de Viracocha, divinidad de las culturas andinas, y Cervantes se convierte en huésped de Montaigne.
Pasan muchas otras cosas en esta novela, por ejemplo: Cristóbal Colón aparece como un hombre enceguecido por el oro, que termina sus días apresado por el cacique Behequio, traicionado por sus hombres y condenado al olvido. Nunca se sabrá de él ni de sus cuatro viajes. Esa es a grandes rasgos la lectura que hace el francés Laurent Binet en un libro que plantea qué habría pasado si hubiesen sido los incas quienes conquistasen Europa. Aunque el autor asegura haber evitado una novela “de indios buenos y europeos malos”, el resultado final se le parece bastante.
Binet no maquilla el talante imperialista del pueblo Inca, que coloniza y masacra, pero a su manera los redime. Puestos a elegir un exceso, Binet prefiere el de “los dominados” convertidos ahora en colonizadores, a la manera de una revancha. Civilización coincide además con un momento de repudio a los sistemas coloniales, por considerarlos el origen de una desigualdad heredada. Sobre el reciente revisionismo histórico, Binet está de acuerdo con el derribo de estatuas, pero rechaza la censura o cambios a las obras escritas en el pasado, como ocurrió en su país con Diez negritos, de Agatha Christie.
Civilizaciones se distribuye en cuatro partes: La saga de Freydis Eriksdottic, que narra la llegada a América de una hija de Erik el Rojo y que Binet caracterizada por su arrojo, valentía y violencia pero también por su capacidad de esparcir la muerte y la peste allí donde va; a ésa siguen El diario de Cristóbal Colón, en la que el almirante cuenta su propia historia; Las crónicas de Atahualpa, que además de apresar a Carlos V revoca la expulsión de los judíos y enfrenta la Reforma y la Contrarreforma, así como Las aventuras de Cervantes, que completa la estructura.
Binet es profesor en la Universidad París III. Su primera novela HHhH (publicada en España por Seix Barral) fue galardonada con el Premio Goncourt en 2010, publicada en 35 países y adaptada al cine. En ella recreaba la operación Antropoide llevada a cabo por la resistencia checoslovaca para asesinar a Himmler, oficial nazi. A esa siguieron La séptima función del lenguaje (Seix Barral, 2016), ganadora entre otros del premio Femina, el de Flore y el que concede el diario Le monde. Con Civilización recibió el Gran Pemio de la Academia Francesa.
Ideológicamente cercano a la izquierda anticapitalista de Jean-Luc Mélenchon, al momento de ser consultado sobre la precisión del dato, Laurent Binet contesta con otra pregunta: “¿Hay alguien en el mundo que aún crea en el capitalismo?”. Historia, ficción, novela, reescritura, censura, leyenda negra. De esos y otros temas conversa Laurent Binet en esta entrevista concedida a Vozpopuli.
¿Su uso de la ucronía tiene un propósito ideológico, literario o histórico?
Si tengo que escoger entre las tres, el propósito sería histórico, pero es casi ontológico. Lo que me interesa de la ucronía es hacerme preguntas sobre las preguntas. Es decir, por qué un acontecimiento histórico tiene lugar o no. Muchos hechos ocurrieron por factores aleatorios. No creo que los alemanes hubiesen sido tan estructurados, disciplinados y ordenados o que los españoles hubieran llegado siempre tarde a todo. Pero también hay un factor ideológico.
¿Cuál es, exactamente?
No creo en la identidad nacional. Y cuanto más ahondo me convenzo. Europa no tenía una mayor predisposición a conquistar el mundo, quizá fuese por factores como los microbios. Los europeos eran más resistentes a los microbios que los americanos, porque habían desarrollado más resistencia con los animales de sus granjas. Si los europeos han podido invadir América fue porque los europeos tenían cerdos y América no.
Da la sensación de que, puestos a elegir un exceso, prefiere el de los dominados. O al menos justificarlo.
No es que lo prefiriera, pero al darle la vuelta a la historia ocurre algo parecido. Naturalmente como francés me gustan los perdedores y como novelista tenía la posibilidad de ofrecer a los perdedores de la historia esta revancha. Los Incas, igual que lo habían hecho los españoles para explicar su conquista, glosan lo que hicieron. Mi narrador es un compañero de viaje de Atahualpa y su relato pone en valor a Atahualpa igual que los relatos de los conquistadores ponían en valor la conquista española.
¿Realmente ve tan difíciles las relaciones entre la verdad histórica y la ficción? ¿Por qué, si cada una explica y toma rutas distintas? Las novelas no tienen porqué dar explicaciones.
Las relaciones entre ficción e historia son problemáticas, a la vez que fecundas. Hay una voluntad de hegemonía de la novela, que siempre ha tenido ganas de sustituir a la historia. Por otro lado, la historia quiere asumir la verdad y convertirse ella. No creo que eso sea cierto, la historia puede ser fuente de inspiración para la novela. La ucronía propone el cruce perfecto entre historia y ficción. Yo no intento vender otra verdad histórica.
¿Qué influencia tuvo en usted el ensayo de Louis Baudin El imperio socialista de los incas?
Mucho. A través de él que conocí esta teoría y me pareció muy interesante. Aunque sepa que no es exactamente y que sería absurdo hablar de un socialismo, me parecía interesante. Sabemos de la organización política y social de los incas que era una sociedad centralizada, con una economía planificada. Incluso tenían prevista una especie de seguridad social. Aunque no suene del todo, lo cierto es que el propio gobierno se encargaba de los huérfanos, las viudas y personas mayores.
También masacraban e incluso entre ellos se libró una guerra civil, bastante sangrienta.
Es verdad, pero una cosa no es incompatible con la otra. Es verdad que socialmente estaban muy desarrollados, aunque tuviesen un problema con la democracia. He visto en Twitter cuánto molestó a mucho mi comentario sobre la seguridad social, para contestar aludían que practicaban sacrificios humanos, que lo practicaban, pero mucho menos que los mayas y los aztecas. Pero una cosa no es incompatible con la otra. Todos mataban y siguen haciéndolo, mi relato tiene otro punto de vista. Esto me recuerda la frase Montaigne cuando llamaba barbarie a lo que hacían los demás.
¿Por qué se ensañó con Colon como personaje? Y a Lutero también le dedica una especie de escarmiento.
Lutero es el personaje que menos me gusta de todos.
Se nota
Pero también maté a personajes que quería mucho. Por ejemplo, a Carlos V, que me gusta mucho. Si quería hacer un espejo en la historia, él debía de tener el destino de Atahualpa.
¿Y Cristóbal Colón?
Es un personaje importante y sin duda cambió la historia, pero debo admitir que Colón me resulta menos simpático que Cortés o Pizarro. Hernán Cortés, a diferencia de Colón, se interesó por los indios. Lo hizo por razones estratégicas. Buscó en ellos un aliado, mientras que Colón nunca se interesó por las personas que tenía frente a él, justo lo contrario del otro. Su historia con la Malinche demuestra que Cortés, siendo responsable de muchas muertes, como figura histórica es mucho más atractivo. Colón quería oro y punto, Cortés también, pero él tiene una dimensión de aventurero
¿Siente que su novela ha sido vista en España como una continuación de la leyenda negra?
Vi algunas reacciones en Twitter que iban en ese sentido, pero no veo por qué. En mi libro los españoles no hacen daño a nadie, simplemente son invadidos por los incas. Son víctimas de alguna manera y eso es lo interesante.
Por oposición, el asunto parece un escarmiento…
Mi libro es una fantasía sobre la revancha de los vencidos. Las víctimas se vuelven vencedores. Tiene una cualidad necesaria, que es la ambigüedad. Es la idea de Kundera, para quien la novela es y debe ser territorio de la ambigüedad. Atahualpa se comporta como Pizarro y Carlos V como Atahualpa.
También incluye a Miguel Ángel y a Cervantes.
Si quiero recrear un ambiente lo mejor es inspirarse a partir de los pintores y escritores de la época. Resulta interesante con Cervantes, porque aparte de escritor también tiene una biografía interesante, inventó la novela moderna, participó en la batalla de Lepanto y participó en la historia con H.
Pues una de las estatuas de Cervantes la bandalizaron, aunque como ésa unas cuantas más. ¿Qué piensa? ¿No está su novela muy en sintonía con esa lectura?
A mí no me molesta en absoluto que se destruyan estatuas, porque todas las estatuas han sido hechas para acabar destruidas. En cambio me molesta mucho que se intente cambiar la historia, en ningún momento intento que se crea que mi ucronía es la verdadera historia y no quiero. En Francia se cambió el titulo de una novela policiaca de Agatha Christie esto me molesta y me chocó mucho. Las estatuas me dan igual, pero reescribir el texto de un autor muerto cambiando sus frases, no. Vivimos momento de agitación, quien dice revolución dice confusión y las cosas están desordenadas. No sabemos hacia dónde vamos, y de alguna manera eso es inevitable si queremos que las cosas cambien. Se lo dije a su colega de El país si hubiese una estatua de Napoleón en la Plaza Mayor, los españoles habrían querido derribarla. Es normal.