Recuerdo perfectamente el momento en que comprendí el éxito de Pereza. Fue con la canción “Pienso en aquella tarde”, crónica del arrepentimiento de un chaval que dejó pasar a una novia que merecía la pena. Es un tema sencillo, cariñoso, creíble en cada rima. Puede gustar a los chicos que han pasado ese trance y a la chicas que lo han sufrido. Es perfecta para que ambos la griten juntos a voz en cuello en un gran recinto. Pereza no inventaron la pólvora, ni tampoco lo pretendieron, pero supieron manejar los ingredientes del rock clásico madrileño: el descaro Los Ronaldos, la chispa pop de Tequila y el sabor de barrio de Rosendo. Visto con perspectiva, lo difícil era que no triunfaran.
Hubo dos grandes momentos personales en su último concierto del Palacio de los Deportes (“o como se llame ahora”, bromea Leiva evitando aludir al banco que lo patrocina). El primero es anunciar que ese domingo es el cumpleaños de su padre y explicar cuanto le quiere. El público irrumpe en una desafinado “cumpleaños feliz”. El segundo es anunciar que Joaquín Sabina está en el camerino y que van a tomarse un whisky juntos cuando acabe el recital. Hace años que Sabina escogió a Leiva como colaborador preferente, en detrimento de viejos amigos suyos, que se lo tomaron regular. Pocas cosas resultan más reveladoras de que Leiva va a quedarse con el cetro del rock de Madrid. Sabina es un grande de la canción popular, pero las canciones de Leiva son más tiernas, menos cínicas y carecen de las pretensiones literarias (muchas veces, fallidas) de su mentor. Joaquín Sabina ya ha dicho todo lo que tenía que decir y Leiva heredará su público como va a heredar el rock madrileño.
Los momentos más intensos del concierto madrileño llegan con canciones nuevas como ‘No te preocupes por mí’, ‘Como si fueras a morir mañana’ y ‘Nuclear’
El riesgo que corre el rockero de la Alameda de Osuna se llamar morir de éxito. Pensemos en ejemplos como Manolo García y Fito y los Fitipaldis. Sus fans les quieren tanto que aceptan sus discos mediocres como si fueran el ‘Rubber Soul’ de los Beatles. Se trata de una situación cómoda en la comercial, pero estéril en lo artístico. La ventaja de Leiva es que acaba de grabar el mejor disco de su carrera, que lleva por título ‘Nuclear’. A pesar de interpretar himnos clásicos de Pereza, los momentos más intensos del concierto madrileño llegan con canciones nuevas como ‘No te preocupes por mí’, ‘Como si fueras a morir mañana’ y ‘Nuclear’. Son tres himnos mayúsculos, que reflejan en gran parte el destemple y descoloque de una generación que tiene todo para disfrutar pero no siempre lo consigue. La precisión poética para describir esos malestares es lo que engancha de las canciones de Leiva.
Supersonido de los setenta
En octubre de 2013, formó junto a Carlos Tarque (M-Clan, la mejor voz del rock español) el grupo Gran Cañón, centrado en versiones de rock clásico de los años setenta. Tocan himnos de los Rolling Stones, Beatles, Led Zeppelin, Rod Stewart, Eric Clapton, Otis Redding, Jimi Hendrix, Wilson Pickett, Creedence Clearwater Revival, Steppenwolf…Toda esa tradición vibra y reverbera en el repertorio de Leiva, pero el aporta un ingrediente muy importante. Frente a la solemnidad imperante en esa década, Leiva prefiere las canciones con toque pop sobre ligar y sobre ansiedad social, dos procesos que cualquier persona sufre en su vida. Ese ese ‘toque cercano’ el que le hace especial. Quique González, por ejemplo, tiene algunas grandes canciones pero nunca logra nunca esa cercanía, ni esa vulnerabilidad. Leiva no solo es un rockero a quien admirar, sino uno que te hace sentir acompañado en tus peores momentos.
En su oficina de contratación, sabían que era cuestión de tiempo. "Que Leiva triunfe a lo grande no sorprende a nadie. No podíamos saber si sería hoy o dentro de un par de años, pero 2019 nos ha sorprendido el ritmo que han cogido las cosas, sobre todo tocar dos veces seguidas en varios grandes pabellones. La venta de entradas está siendo espectacular", explican. Ahora queda Valencia (12 de julio), Castrelos (19 de julio) y un septiembre repartido entre América Latina (Argentina, Uruguay, México) y vuelta a Granada (4 de octubre), Alicante (5) y Córdoba (19). Para después solo están confirmados recitales en Valladolid (9 de octubre) y Pamplona (21 de diciembre). Vuelta triunfal al ruedo.
Recuerdo perfectamente el momento en que Pereza me empezaron a caer bien. Fue con la canción “Groupies”, donde se mostraban agradecidos -citando nombres de pila- por las infinitas horas de placer, compañía y alegría que les habían proporcionado sus seguidoras más entregadas y hedonistas. Es increíble que la mayoría de los rockeros no dediquen ni tres minutos a este colectivo tan comprometido con sus felicidad. Es una canción fluida, instantánea y rebosante de buen rollo, en las antípodas de los melodramas resentidos de Los Planetas. Pereza no han mirado nunca a nadie por encima del hombro, ni han caído en el cinismo de Sabina, ni en el miserabilismo blues de Fito y los Fitipaldis. Tampoco lo ha hecho Leiva, aunque sus versos sobre extrema ansiedad pueden dibujar la angustia como los mejores de Andrés Calamaro. A pesar de su mala reputación en ambientes de “entendidos”, Leiva atraviesa un momento espléndido. Ojalá vaya a más.