María Garzón ha decidido, dice, romper su silencio. Si bien es cierto el pasado 9 de febrero, cuando el Supremo condenó a su padre por el caso de las escuchas de la Gürtel, envió una carta a los medios de comunicación titulada A los que hoy brindarán con champán, esta vez hablará largo y tendido sobre lo que para ella han sido los atropellos contra el juez Baltasar Garzón.
En el libro Suprema injusticia, María Garzón comenta y defiende cada uno de los flancos en los que ha sido atacado su padre, desde las consecuencias de la cacería en la que Garzón coincidió con el entonces ministro de Justicia del Gobierno socialista, Mariano Fernández Bermejo, y la vinculación de este hecho con la investigación del caso Gürtel hasta temas mucho más personales, como las amenazas de muerte que recibió si el entonces juez no liberaba a un preso preventivo a su disposición por delitos de terrorismo.
Tal y como afirma en las páginas de Suprema injusticia, la autora aclara que este libro es una deuda pendiente con su padre. “Ya está bien de estar callados y aguantar como hemos hecho hasta ahora”, dice.
Este libro, según la propia María Garzón, pretende compartir y dar luz a lo que ha vivido y sufrido, no sólo por su padre, sino ella también, por el hecho de ser su hija: “Como si de una necesidad se tratara, y aceptando las críticas o los ataques que por ello pueda recibir. Ésta es mi verdad. Una que muchos creerán equvocada, a otros les permitirá entender mejor las cosas y a algunos les importará poco, puesto que ya tienen una imagen preconcebida de los hechos y nunca las cambiarán”.