Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) ha regresado: a la novela, al Perú, incluso a los temas que le hicieron singular hace más de una década. Sí, Roncagliolo vuelve. Y lo hace en compañía del fiscal Félix Chacaltana, protagonista de Abril rojo, libro premiado en 2006 con el Alfaguara de Novela, que el escritor ambientó en la Lima de finales de los noventa que intentaba reponerse de la violencia del senderismo.
El nuevo libro, que lleva por título La pena máxima (Alfaguara, 1014), ocurre también en Perú, solo que 20 años antes, durante el Mundial de Fútbol Argentina 1978. Ocupa entonces la Casa Rosada el dictador Jorge Rafael Videla, quien utiliza la copa del mundo como escaparate político y trastienda para liquidar y despachar asuntos de gobierno.
"América Latina está mucho más avanzada que España en la investigación de su pasado reciente”.
En medio de la euforia, pasan inadvertidos crímenes y delitos cometidos durante la Operación Cóndor, un programa de cooperación militar y de inteligencia en el que participaron varios países latinoamericanos, entre ellos por supuesto, Argentina y Perú. Y es justamente allí donde el fiscal Félix Chacaltana tirará del hilo.
La muerte de Joaquín, un profesor universitario y activista hijo de anarquistas españoles, pondrá sobre aviso a Chacaltana, quien se embarca en un minucioso levantamiento de información del que salen a la luz torturas, desapariciones, tráfico de niños y robos de bebés durante las dictaduras en el Cono Sur. "Esta es una novela que demuestra cómo pasaron a América Latina los fascismos europeos previos a la Segunda Guerra Mundial y que tuvieron sus últimas expresiones, por ejemplo, en la dictadura argentina", dice Roncagliolo.
"En España la gente ni siquiera sabe dónde están sus muertos”.
"América Latina está mucho más avanzada que España en la investigación de su pasado reciente”, explica el novelista peruano ante dos tazas vacías de café que ha bebido en lo que va de tarde. “Argentina, Chile y Perú, con sus más y sus menos, han encarcelado a torturadores e incluso a algún presidente, en España la gente ni siquiera sabe dónde están sus muertos”, insiste, no sin reconocer el valor político e histórico que tuvo para su generación el proceso de democratización y Transición en España.
En esta novela, el fiscal Chacaltana es todavía muy joven. No sobrepasa los 21 y ejerce tan solo como asistente de archivo, un cargo que ocupa con verdadera devoción, entregdo al trajín de formularios y planillas en un oscuro sótano del Palacio de Justicia, en Lima. Chacaltana es, sin duda, un burócrata de tomo y lomo, que se verá sin embargo arrastrado a labores de inteligencia.
La pena máxima dura lo que la copa del mundial de Argentina 1978.
La pena máxima dura lo que la copa. Episodios fundamentales de la novela ocurren mientras se libran los partidos más importantes del encuentro, es decir, aquellos que enfrentaban a la selección peruana con los rivales más fuertes, incluyendo, claro, el partido que Argentina ganó a Perú por 6-0. Roncagliolo lo admite: volvió a ver muchos de aquellos encuentros, solo con la intención de contarlos.
Hijo de activistas políticos de izquierda peruanos a quienes estos crímenes tocaron muy de cerca, Roncagliolo se empeñó en esclarecer el papel que jugó Perú en la Operación Cóndor. "Si bien es cierto la dictadura peruana no fue tan masivamente criminal como las del Cono Sur, pero Perú fue cómplice de cooperación con la dictadura argentina en casos de desapariciones, torturas y secuestros", asegura.
Roncagliolo es hincha del Atlético de Madrid desde que llegó a España.
Roncagliolo quien reside en España desde hace catorce años , había tenido problemas para darle estructura al libro. Tras publicar la comedia Oscar y las mujeres así como El amante uruguayo -un perfil político y personal de Enrique Amorim, pareja de García Lorca-, se sentía seguro para volver a un terreno en el que ya había brillado literariamente, como fue la novela política. La aparición de Chacaltana como protagonista resolvió muchos de los escollos técnicos de una historia que parecía resistírsele y que sin embargo acomete con un ritmo vertiginoso y un ácido humor que descarga en las páginas de una novela en clave de thriller.
Hincha del Atlético de Madrid desde que llegó a España, Roncagliolo admite que este libro es, a su manera, un homenaje a los “verdaderos narradores”… es decir, a los comentarista de fútbol. Aquellos que, enmascarados en el dial, hacían creer a las personas en aquello que no podían ver.