El exdirector del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, entra en la sala María Zambrano del Círculo de Bellas Artes con un pesado volumen en brazos y una lupa guardada en el bolsillo. La usará, llegado el momento, para revisar la documentación hasta ahora desconocida que sustenta La desventura de la libertad, un ensayo en el que Ramírez narra el desmoronamiento del Trienio Liberal español entre 1820 y 1823 y que ha presentado este jueves ante la prensa. La lupa es importante, y el periodista lo sabe. Con ella ha auscultado el archivo político de José María Calatrava, el último jefe del gobierno constitucional, cuyo hallazgo sustenta el relato que hace Pedro J. en este libro. La documentación, conseguida y adquirida por él en 2011 al librero Miguel Miranda, reposa ahora a la vista de los informadores que esperan para entrevistar al periodista riojano.
Colocadas en atriles, Ramírez ha dispuesto las Memorias de Calatrava, un manuscrito de 84 páginas con sucesos de la época, y unas Notas Reservadas, folios que no debían ver luz pública, según el político, si ese contenido “perjudicaba” a alguien. Y es allí cuando lupa y periodismo aparecen casi como acto reflejo para alguien acostumbrado a dar exclusivas –incluso si aluden a hechos ocurridos hace 200 años-: "Yo entendí que estaba hablando conmigo", dice Pedro J. Ramírez, quien habla en esta esta entrevista concedida a Vozpópuli de historia, pero también de otros temas que entran y salen del presente aunque esa no sea, en ningún momento, su intención.
-A muchos les ha irritado que usted haya usado la lupa para encontrar papeles en la actualidad y ahora la ha usado para hallar papeles de hace dos siglos…
-La investigación histórica y la investigación periodística tienen que regirse por las mismas normas de conseguir los papeles que prueban que las cosas sucedieron en una determinada dirección y de ser capaz de analizarlos e interpretarlos correctamente. El mismo subidón de adrenalina y la misma satisfacción íntima que producen proporcionar a la opinión pública información exclusiva sobre la actualidad me lo ha producido encontrar el archivo secreto de José María Calatrava y darlo a conocer en este libro.
"Voy a intentar impulsar que el conocimiento de la Historia de España tenga más peso e importancia en la vida pública"
-Está acortando los pasos hacia la Academia de Historia...
-No, no, vamos a ver. Mira, puedo darte el nombre de diez personas que tienen méritos extraordinarios para ingresar en la Real Academia de la Historia. Juan Francisco Fuentes, Manuel Moreno Alonso, Joaquín Varela Suánzes-Carpegna, Ricardo García Cárcel, Juan Pablo Fusi, José Varela Ortega, Ignacio Fernández Sarasola… Lo inaudito es que todas esas personas, que son sabios que están aportando muchísimo a la investigación y conocimiento de la Historia, no tengan la consideración que deberían tener en la vida pública española. En Francia, en Inglaterra, en Estados Unidos, los historiadores con credibilidad y prestigio académico… Me gustaría que los mencionarais porque creo que deberían estar en el centro del debate sobre la interpretación del presente a raíz de lo sucedido en el pasado, no como expresión de un presentismo, sino como aportación de elementos de juicio para saber de dónde venimos. Que en la Academia, y no hablo de la de Historia, hayan entrado personas con pocos méritos no significa que todos los que tenemos pocos méritos tengamos que entrar en la Academia. Lo que sí voy a hacer es poner toda la notoriedad que he podido adquirir como periodista al servicio del empeño de intentar convertir la Historia en un acontecimiento de actualidad. Voy a intentar impulsar que el conocimiento de la Historia de España tenga más peso e importancia en la vida pública.
-En el libro se analizarán los problemas que tenían los periodistas de la época. ¿Y los periodistas del Trienio Liberal tenían problemas como poder dejar de dirigir un periódico por publicar determinadas exclusivas?
-Bueno, pobres, a algunos lo que les ocurrió es que fueron fusilados. También es verdad que además de ejercer de periodistas muchos de ellos llevaban su activismo político hasta las últimas consecuencias, incluso con las armas en sus manos. Eran otros tiempos muy diferentes. Estamos hablando de los albores del periodismo político en España. Es en el Trienio Liberal cuando se puede hablar de pluralismo informativo y libertad de prensa, aunque también lo hubo en Cádiz. En 1820 hubo publicaciones de gran valor. Y cito dos muy diferentes. Uno es El Censor, que es un semanario de gran calidad que hacen los afrancesados que habían vuelto. Y, en un registro distinto, el disparatado, iconoclasta, irreverente, implacable, zumbón que era El Zurriago, lleno de originalidad, muy radical y que contribuyó de manera notable al desastre del Trienio pero que, como ejercicio de libertad e ingenio periodístico, fue verdaderamente apasionante.
"Con una reforma constitucional y una reforma de las leyes electoral, de financiación de los partidos, del poder judicial y del reglamento del Congreso, la regeneración sería coser y cantar"
-En el libro huye de similitudes o paralelismos con la actualidad. Y lo deja a la interpretación de cada lector. Pero hay un parecido que remarca: la putrefacción del sistema constitucional que había en 1823, antes del cambio, y la que puede haber hoy. ¿Es necesario abrir el melón constitucional?
-He utilizado en una carta reciente esa expresión de Clarín, la putrefacción. Él venía a decir que se ha producido una esclerosis tal del juego institucional, un bloqueo de las posibilidades de salir de los problemas nacionales a través de las reglas establecidas que o se reforma la Constitución o esto termina mal. Y terminó mal. En estos momentos también he dicho hace tiempo que soy partidario de reformar la Constitución. Los problemas del Trienio venían de que la Constitución de 1812 no servía para regular las relaciones entre los poderes del Estado porque el gobierno, elegido por el Rey, no tenía correlación con el poder legislativo. Era una relación imposible de conciliar. Y además un Rey al que todos los españoles veían como el soberano no podía quedar como una figura decorativa. Por eso no funcionó En nuestro caso no estamos hablando de eso, sino que estamos hablando del modelo territorial y también de la partitocracia. Soy partidario de reformar la Constitución en el sentido de lo que dijo el Consejo de Estado cuando Zapatero hizo aquella consulta. Se trata de clarificar y fortalecer las competencias del estado, cerrar el mapa autonómico. Y soy partidario de reformar la ley electoral, reformar la ley de financiación de partidos, reformar la ley orgánica del poder judicial y reformar el reglamento del Congreso de los Diputados. Con una reforma constitucional y una reforma de estas cuatro leyes tendríamos un juego político completamente distinto y la regeneración sería coser y cantar. Ahora bien, entiendo que en este proceso de reforma constitucional confluyen distintas opiniones y hay que entablar una negociación. No me importaría que al mismo tiempo que se fortalecen las competencias del estado se estableciera algún mecanismo como el de Quebec o de Escocia para que las ansias de secesión de una parte del estado pudieran tener un cauce legal, naturalmente con unos baremos muy exigentes porque no estamos hablando de acostarse una noche español y levantarse al día siguiente catalán.
"Si Juan Carlos conspiró como Fernando VII está por ver. Las tesis de cualquier libro hubiesen sido más convincentes si hubieran ido acompañas de documentos como los de mi libro"
-Hace unos días, en una entrevista precisamente concedida a 'El Mundo', Pilar Urbano ponía en solfa el papel de la Corona en la Transición. Y coincide que leemos en este libro sobre un Rey que también conspira, aunque sea en circunstancias diferentes…
-Yo quitaría lo de “también”. Así como está acreditado que Fernando VII lo hizo, y todo lo que aparece en el archivo del libro es demoledor, creo que en el caso de Juan Carlos está por ver. Hubieran sido más convincentes las tesis de cualquier libro si hubieran ido acompañadas de documentos como estos.
-Hace tres décadas que en las cartas dominicales suele equiparar o asemejar a personajes históricos con personajes de la actualidad. Le decimos dos personajes de la actualidad y nos dice con qué personajes del Trienio Liberal podrían encajar…
-Ese es un juego muy peligroso (risas).
-Luis Bárcenas y Mariano Rajoy.
-No sé, es que es muy difícil establecer comparaciones.
-Lo hace desde hace muchos años cada domingo.
"Bárcenas sería un Ugarte contemporáneo y el ministro más tecnocrático fue un personaje llamado Feliu. Pero a Rajoy lo asimilo con los tecnócratas del final del franquismo"
-Podría decir que Bárcenas es un Ugarte contemporáneo. Bárcenas es más sofisticado y menos tosco que Ugarte, aunque haya abusado de su cercanía con el poder. Y hombre, de los ministerios del Trienio, el más tecnocrático fue el de un personaje muy anodino que se llamaba Feliu. Yo a Rajoy con quien lo he asimilado es con los tecnócratas del final del franquismo. He dicho que tenemos López de Letona, López Rodó, López Bravo y López Rajoy. Esa sí que es una equiparación que sí se sostiene a la luz de su trayectoria.
-¿Habrá un libro, como hubo con El desquite o La rosa y el capullo, volviendo al periodismo y dejando la Historia, para contar sus relaciones con el Gobierno de Rajoy?
-No lo sé. La editorial quiere sacar un volumen en el otoño o a finales de año con mis cartas del director. Hay publicado un volumen que prologó Paco Umbral con mis cartas hasta el año 2005. Si me meto en eso, es posible que aproveche para recordar o contar algunas cosas.
"Me han sacado del cuadrilátero y me han tirado a la lona, pero no me siento nada KO y creo que me estoy recuperando muy deprisa"
-Durante la presentación ha dicho esta frase: “La libertad solo avanza entre retrocesos”. En su vida profesional, ahora, ¿está en un avance o en un retroceso?
-Bueno, me han sacado del cuadrilátero en cierto modo. Me han tirado a la lona. Pero no me siento nada KO. Creo que me estoy recuperando muy deprisa. Sigo escribiendo todos los domingos, estoy muy cerca de mis compañeros del periódico, sigo sintiéndome muy identificado con El Mundo y veremos lo que sucede con la política española y el periodismo español. Nadie puede elegir su destino. Esa es una de las cosas que también se demuestra en este libro. Mi suerte es que puedo ser feliz de varias maneras distintas.