Cultura

Marta Sanz: "Hablo de la transición, pero sin nostalgias"

La escritora vuelve con Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2013), una novela que narra las costuras de las musas del destape.

Catalina H. Griñán es flacucha y odia el pescado. Tiene doce años, pero ya lleva dentro sí a la mujer de cincuenta que será. Su chica más guapa del mundo es Amparo Muñoz. No la dejan ver toda la tele que quisiera, pero ella se desquita. Roba páginas de las revistas del consultorio odontológico en el que trabaja su madre y confecciona con ellas su álbum de mujeres soñadas. Cuando juega en su cuarto con su mejor amiga, Angélica, se hace llamar Daniela Astor, una diva imaginaria hecha con retazos de otras. 

Catalina Griñán, Daniela Astor, es el personaje de la nueva novela de Marta Sanz, quien deja aparcado un momento el género negro –deleitó a los lectores con las magníficas Black, Black, Black y Un buen detective no se casa jamás- y retoma la pulpa de su obra, esta vez en la historia de una niña que madura a quemarropa. 

Ambientada en la transición española, Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2013) es, a su manera, una memoria íntima del desastre. Aborto, sexualidad, cuerpo, madurez. Preguntas, preguntas y más preguntas de una niña que se ve obligada a recolocar el mundo, y cuya historia Marta Sanz narra en una doble estructura: el relato en primera persona de la infancia intercalado con trozos de un documental que recoge el imaginario de las musas del destape.

Daniela Astor y la caja negra… Explicarla es destrozarla. Se trata, a secas, de una novela urgente. Una historia que desarma el lenguaje, a veces ajeno, de las representaciones. Un libro-herida.

- El tema del cuerpo, que estaba presente en novelas Susana y los viejos y La lección de Anatomía, se ha vuelto mucho más político, también hiriente.

- En Daniela Astor y la caja negra hay un relato parasentimental de la transición española contado a través de una perspectiva femenina que oscila entre dos polos: el destape y el aborto. Hasta qué punto el desnudo que se produjo en la cultura española de los setenta era un síntoma de libertad, ¿o era en verdad una mayor cosificación en una sociedad hipócrita que todavía condenaba a las mujeres a penas de cárcel por abortar?

-Hay mucha tela que cortar en esta historia: sexualidad, derechos, identidad, desvatación.

- El tema principal es la relación entre la realidad ysus representaciones. Cómo en la construcción de la identidad femenina participan retazos de una cultura tergiversada y concebida a través de una mirada masculina.

-En el universo infantil de Catalina Griñán esa reflexión es casi una pedrada.

-Quería retratar la experiencia traumática familiar de una niña que recoge en su caja negra (porque ese es el significado real de la caja negra) la memoria de los accidentes del pasado. Se trata de cómo esa niña, que tiene una mentalidad conservadora que le llega de todos los estímulos culturales y familiares, es capaz de aprender de la vida y replantearse cosas respecto a su propia identidad.

-Es un retrato individual y colectivo de una España remota pero que tampoco parece tan lejana.

- Esta novela habla de la transición, pero sin ninguna nostalgia, imbricándola en un presente de crisis, una crisis en la que se están recortando una serie de derechos adquiridos desde hace ya mucho tiempo: salariales, laborales, sanitarios e incluso el mismo derecho al aborto.

-Coincide la publicación de la novela con la tan criticada reforma de la Ley del Aborto que ha impulsado Gallardón. Es una casualidad, pero también un síntoma.

-Sin duda. Esta novela parte de un cabo suelto que yo había dejado en La lección de Anatomía, mi única novela autobiográfica: cómo se relaciona la realidad con sus representaciones. Sin embargo, mis libros están conectados con al realidad. Por eso digo que Daniela Astor es una novela de la crisis. Está relacionada con la merma de derechos, también con los flecos del mundo feliz que pensamos fue la transición española.

-¿Son las hijas de la democracia niñas huérfanas?

-Catalina queda huérfana porque, de pronto, desaparece la figura de la madre, que es institucionalmente retirada de manera injusta e irracional. En el caso general de las niñas de la transición, no sé si estamos huérfanas, pero sí hemos crecido desconcertadas, intentando dar respuesta a preguntas como qué significa nuestra liberación.

-¿Por ejemplo?

-Se habla hoy de las musas de la transición. Sí, pero quién las desnudó ¿Se desnudaron por iniciativa propia? ¿Quién les quitó la ropa?¿Había muchas directoras de cine en ese momento? Todo está filtrado por un ojo masculino. Incluso, directores de corte intelectual y artístico no dejaron de hacer lo que hizo el destape de la transición más rancia.

-Catalina ama a sus divas de las revistas del corazón, pero odia que su madre tenga ganas de aprender, detesta a Inés Marco, la  madre de su mejor amiga, Angélica, porque es socióloga ¿Qué hay en esta niña?

-Esta niña odia a todos los referentes femeninos reales. A su madre la odia porque es de pueblo e ignorante y autoritaria en la casa. Sin embargo, a la socióloga la odia por todo lo contrario, porque es socióloga y debería de estar más tiempo en su casa, con su hija Angélica, cuidándola. Mientras, con los personajes del papel cuché es la fascinación absoluta. Hay una brecha ahí entre la realidad y las ficciones. Por el contrario,de los hombres tiene siempre una visión admirada. Su padre es el hombre culto, paciente, cariñoso, el que resuelve los problemas y el padre de su amiga Angélica es el objeto de la seducción. El Don Juan incomprendido que no ha dado con la mujer adecuada y sin embargo es ella la mujer adecuada para conquistarlo.

-¿Por qué todo esto?

-Esta niña tiene absolutamente interiorizados los dictados de la sociedad patriarcal. Cuando su vida entra en crisis y ve lo que le pasa a su madre y cómo se comporta su padre, y ve el apoyo que recibe de la socióloga que le parecía detestable y cómo este hombre que era objeto del deseo comienza a sumir el rol del padre, todo cambia. Su experiencia vital la obliga a recolocar el mundo.

-Sin embargo, en ella Daniela Astor es parte de una confusión a la vez que una necesidad.

-Daniela Astor es la parte femenina y vulnerable pero por otro lado, la que le da coraje. Es una dualidad. Por una parte es bueno que la abandone Daniela Astor, porque logra hacerse más cercana a la realidad, más compasiva, más empática pero a la vez es necesario que recurra a la distancia y el poderío de Daniela Astor para poder llevar las situaciones. Y ese es el doble papel de las ficciones, por un lado nos hace empáticos con las cosas que ocurren en la realidad y, por otra parte, nos permite distanciarnos, colocarnos por encima y evadirnos. La máscara de Daniela Astor en esta niña juega ese doble papel.

-¿Cómo no debería leerse esta novela?

- No quisiera que se leyera como novela nostálgica de la transición tampoco como novela feminista autoritaria ortodoxa, porque es una novela que parte de preguntas.

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