Esta resurrección promete. El próximo 26 de febrero llegará a las librerías una nueva entrega del mítico detective Philip Marlowe. Será en La rubia de ojos negros, la novela que ha escrito Benjamin Black (alias de John Banville para la novela negra) por encargo de los mismísimos herederos de Raymond Chandler y que Alfaguara publica en febrero de este año, de forma simultánea con el Reino Unido, Estados Unidos e Italia.
La historia está ambientada en década de los cincuenta. Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como siempre y el negocio vive sus horas bajas, cuando irrumpe en su despacho una nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegantemente vestida, pretende que Marlowe encuentre a un antiguo amante, un hombre llamado Nico Peterson.
Tras ponerse manos a la obra, Marolowe pronto descubre que la desaparición de Peterson no es más que el primero de una serie de sucesos desconcertantes. Antes de que se dé cuenta, Marlowe se verá enredado con una de las familias más ricas de Bay City y podrá comprobar lo lejos que están dispuestos a llegar con tal de proteger su fortuna… Sólo Benjamin Black, un maestro moderno del género, era capaz de escribir una nueva aventura de Philip Marlowe.
Ha sido justamente el alter-ego literario de Banville el encargado de resucitar a uno de los personajes más complejos de la novela detectivesca. Marlowe, el detective privado ficticio creado por Raymond Chandler, protagoniza una larga serie en la que se incluyen las novelas El sueño eterno y El largo adiós. Marlowe apareció inicialmente en una historia corta, llamada Finger Man (El confidente), publicada en 1934. No es casualidad que su resurrección ocurra 80 años más tarde.
Banville, uno de los grandes talentos de la lengua inglesa y Premio Booker 2005, comenzó su incursión en el género negro con el pseudónimo Benjamin Black en 2006, cuando apareció El secreto de Christine, a la que siguieron cuatro novelas protagonizadas por Quirke, el patólogo forense que muchos consideran un heredero taciturno de la estirpe detectivesca anglosajona.
Sobre su experimento literario -ser Banville, Black y Chandler a la vez-, dijo el irlandés a Vozpópuli: "Ha sido muy divertido, más fácil que los libros de Quirke, porque es una narrativa en primera persona y Marlowe es además un personaje muy interesante. Creo que la gente no se ha dado cuenta de que lo esencial de Marlowe es su profunda soledad. En el libro se ve en una escena: entra una mujer en su casa. Él dice algo como 'la vi mirando los cuadros y la alfombra, el tablero de ajedrez para un solo jugador. Nunca sabes qué tan estrecho es un espacio hasta que alguien de afuera entra en él'".