La reforma de la Ley de Pensiones aprobada en 2013 comienza a pasar factura, probablemente a quienes menos corresponda. Según el texto aprobado y vigente desde hace 18 meses, los escritores están obligados a elegir entre dos derechos: el que tienen como autores de una obra y aquel que les corresponde como ciudadanos, su jubilación. No pueden cobrar ambos a la vez y si así lo han hecho, pues que se atengan a las consecuencias.
Si esta legislación hubiese existido en 2006, cuando Álvaro Pombo ganó el Planeta, el autor (que tenía 67 entonces) podría haberse despedido de la pensión
Si esta legislación hubiese existido en 2006, cuando Álvaro Pombo ganó el Planeta (dotado de 601.000 euros), el autor de La Fortuna de Matilde Turpín –que tenía entonces 67- podría haberse despedido de la pensión (además de 270.000 euros que debía pagar a Hacienda por el premio). Al menos eso es lo que se desprende de la interpretación de la ley, según la cual un escritor debe renunciar al cobro de su pensión si sus ingresos profesionales superan el salario mínimo anual (9.172,80 euros). Eso abarca charlas, premios y conferencias y por supuesto derechos de autor, incluyendo el de las obras escritas antes de jubilarse.
No son pocos los afectados por la reforma. Los premios Cervantes José Caballero Bonald o Antonio Gamoneda y también Eduardo Mendoza figuran en la lista de quienes se han visto obligados a pagar multas de hasta 30.000 euros por el cobro simultáneo de la jubilación y los derechos de autor, algo que podía hacerse desde 1998 y que la reforma de Fátima Báñez penaliza hasta con cuatro años de pensión en caso de que incurran en esta supuesta infracción.
"Estás obligando a elegir un derecho u otro", asegura el abogado y novelista Lorenzo Silva, ganador del Planeta en 2012, quien asegura que la gran mayoría de los escritores no cotizan por su actividad creativa, sino por otras asociadas a la docencia o cualquier otro oficio. Sin embargo, lo realmente grave, a juicio de Silva, tiene que ver con los distintos escenarios que se desprenden de toda esta situación. Uno de ellos es el hecho de que desincentiva por igual la cotización y la creación. “El Estado no te pone pegas para que especules con inmuebles o en bolsa, algo que te permite cobrar íntegra la pensión máxima. Esa es una cosa, pero hay otra: no todos son escritores superventas, hay gente que recibe unos derechos de autor mínimos que llegan a colocarlos por debajo del umbral de la pobreza”, asegura Silva, a quien le quedan todavía unos cuantos años para jubilarse, cosa que –al menos en la literatura- no piensa hacer. “Visto así, más valdría optar por un plan de pensiones privado”.
"No todos son escritores superventas, hay gente que recibe unos derechos de autor mínimos que llegan a colocarlos por debajo del umbral de la pobreza"
¿Qué piensan los autores más jóvenes todavía, los que pueden ver desde fuera el alcance de lo que esta reforma consigue con esto? “Asumida la dificultad para vivir exclusivamente de tu obra literaria, cultivas otras facetas. Yo, por ejemplo, escribo columnas, artículos, reportajes, y cuando se hace de noche, y he acabado, empiezo a escribir novelas. Llevando esta vida bifurcada los escritores ajustan cuentas con su existencia y, por supuesto, con Hacienda, como todo el mundo, esperando que el día de su jubilación (o sin esperarlo, porque tal vez no pensamos en qué será de nosotros el día de mañana) tenga derecho a una prestación, que no le impida, mientras tenga cabeza y manos, seguir ejerciendo su obsesión: la escritura”, explica el novelista y columnista Juan Tallón al ser consultado por Vozpópuli.
Según puntualizan expertos y afectados, el escritor se ve doblemente castigado en esta reforma. Un autor debe pagar a Hacienda no sólo por las ganancias de una novela, sino por el anticipo que recibe de la editorial para poder vivir mientras la escribe. A eso se suma el 20% que debe pagar a su agente. Si además de eso tuviera que renunciar a la pensión, pues sus finanzas se verían estranguladas. De ahí que Antonio Gamoneda dijera que la reforma lo obligaba a elegir entre jubilarse y escribir.
“No se tiene en cuenta que escribir no es una profesión de la que uno se jubile”, explica Elvira Navarro, una autora muy lejos de los 67 años pero que ha abordado en su más reciente novela, La trabajadora, la precariedad de un oficio en el que la mayoría se ve obligada a cotizar como autónomo con unas ganancias exiguas. Lorenzo Silva comparte con Navarro esa idea: el tiempo de la vejez es el de la creación, cuanto más necesaria es la prestación para poder dedicarse a la escritura. A juicio del autor de Los cuerpos extraños y creador de Bevilacqua y Chamorro, la pareja de investigadores de la Guardia Civil que protagonizan su saga policiaca, el tema aquí es mucho más grave. Para todos.
"¿El creador no genera también un patrimonio público? ¿Hay que sangrarle por eso? ¿La solución es quitarle todo?”
"El fruto de la propiedad intelectual es patrimonio común de todos y eso es una realidad legal: a los 60 años de la muerte de un autor pasa a ser de todos, es decir, los derechos comerciales de ese texto", explica Silva. Sería de recibo que ese creador pudiera recibir la contraprestación de una obra que será de todos. "El valor de la obra de Larsson, aunque no hayan caducado los derechos, ¿acaso no vale nada? ¿el creador no genera también un patrimonio público? ¿hay que sangrarle por eso? ¿la solución es quitarle todo?”, explica Lorenzo Silva.
La portavoz de Cultura de Ciudadanos (C's), Marta Rivera, dijo tras una reunión con la Sociedad Colegial de Escritores, que con la situación actual de los autores, que deriva de la aplicación de la Ley de Pensiones, Cervantes nunca hubiera escrito la segunda parte de El Quijote. "Muchos escritores en nuestro país se ven obligados a elegir entre su pensión en lugar de seguir trabajando para no hacer frente a la fiscalidad que se les reclama, con esta situación legal sobre la mesa, Cervantes nunca hubiera escrito la segunda parte de El Quijote". La portavoz de C's asegura también que se está cometiendo "una injusticia", además de "perjudicar a la sociedad", que se ve obligada a prescindir de charlas y encuentros con escritores.
Pero no es sólo Fátima Báñez, Montoro también atiza
Ha habido episodios lamentables. Ruinas como la que sufrió Ángeles Caso con la Agencia Tributaria. Aunque el 48% correspondiente al Planeta fue ingresado directamente al fisco, desgravó 15.000 euros del premio como gastos relacionados con su profesión: luz, calefacción, teléfono, internet y viajes de promoción y documentación. La revisión de esa desgravación hizo que, en 2013, se enfrentara a varias declaraciones paralelas, la devolución de los 15.000 euros, un 50% en concepto de multa y otro 5% en intereses desde 2009. A Lucía Etxebarría no le fue mucho mejor. En 2013 tuvo que participar junto a personajes del papel cuché en el reality de Telecinco, Campamento de Verano, para poder pagar una deuda con Hacienda.
No todos los escritores ganan el Planeta, ni el Cervantes, ni escriben Alatriste, buena parte publica una obra cuya contraprestación es modesta...
No todos los escritores ganan el Planeta, ni el Cervantes, ni escriben Alatriste, buena parte publica una obra cuya contraprestación es demasiado modesta como para colocarlos en ese selecto club, por lo que se ven obligados a vivir a partir de unos ingresos exactos y, por supuesto, de la financiación que aportan los editores mientras completan un libro. Hasta febrero de 1999, los autores tributaban exactamente igual que el resto de las personas. Si recibían un adelanto, tenían que pagar íntegramente lo que Hacienda demandaba. A saber: si alguien cobraba un adelanto dos millones de euros, le quedarían unos 800.000 libres para vivir el tiempo que durase la escritura del libro. Al final, insisten algunos, la cantidad de dinero del que disponían para terminar un libro quedaba prácticamente en nada.
Pero entonces llegó Carmen Balcells y todo cambió. Fue ella quien ejerció presión e hizo de lobista para conseguir que el Real Decreto de 5.II.99 aprobase el Reglamento del IRPF. En el artículo 6, apartado 3, permitió a los autores no tener que declarar como ingresos de un solo ejercicio los adelantos por una obra, sino que podían declararlos progresivamente, en función de las ventas anuales. A la hora de declarar sus ingresos, los autores tienen varias opciones: hacerse autónomos, constituirse en sociedades anónimas o aceptar un sueldo fijo de una editorial, como hicieron en su momento algunos autores como Francisco Umbral o Antonio Gala.
Los escritores se organizan
Las asociaciones de autores y creadores pedirán a partidos políticos y grupos parlamentarios una reunión para negociar un nuevo marco legal que haga compatible la percepción de la pensión de jubilación con la actividad creativa así como que se paralicen las sanciones impuestas a algunos escritores. Representantes de estas entidades de gestión de los derechos de autor se han reunido en la sede de la SGAE, donde han acordado constituir la plataforma "Seguir creando" para defender esta reivindicación.
Entre las medidas que pedirán a los partidos políticos se encuentra la suspensión de las inspecciones ya abiertas y la paralización de los actuales procesos puestos en marcha contra escritores como el Premio Cervantes 2006 Antonio Gamoneda, Javier Reverte o José Manuel Caballero Bonald. Durante el acto de presentación de la plataforma, e l escritor Manuel Rico, presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España y miembro de la directiva de CEDRO, aseguró: "El Gobierno que hace gala de la marca España niega a Premios Cervantes que puedan transmitir su experiencia", ha indicado Rico, que ha recordado el caso de Antonio Colinas, Premio Nacional de Poesía y de la Crítica, al que de una pensión de 600 euros "le quitan el diez por ciento por una colaboración".