Cultura

'Los que se quedan': la diferencia entre sobrevivir y ser feliz

Alexander Payne y Paul Giamatti se reencuentran en un relato de iniciación que busca recuperar la fe en la humanidad

Nada parece nuevo ni sorprendente en esta historia y, sin embargo, se ha convertido en la película más entrañable de esta Navidad. Los que se quedan es el título de la nueva cinta de Alexander Payne, el director de Entre copas (2004), Los descendientes (2011) o Nebraska (2013), que en esta ocasión viaja a los años 70 para tejer un relato de iniciación ambientado en plena época navideña. Lo único que se le puede echar en cara es su estreno en España este miércoles 3 de enero, una fecha demasiado tardía.

Los que se quedan (The holdovers, en su título original) es una película reflexiva, conmovedora, destinada a recuperar la fe en la humanidad, que presume de optimista pero no peca de inocente, y que compensa la ternura con buenas dosis de humor ácido para no resultar empalagosa ni en su trama ni en su desenlace.

Es, paradójicamente, la mejor película navideña imaginable que llega a las salas de cine cuando muchos empiezan a retirar el belén, así que todo lo que se pueda reivindicar esta maravilla será poco y en el peor de los casos quedará diluida entre los restos del espumillón y las prisas de última hora de los Reyes Magos de Oriente.

Esta historia se desarrolla en la Academia Burton, un instituto privado masculino de Nueva Inglaterra (Estados Unidos). Allí, el profesor Paul Hunham (Paul Giamatti), un hombre muy gruñón, irascible y cascarrabias, experto en Historia Antigua y también en despertar el odio de todo su alumnado, tiene que hacerse cargo durante la Navidad de 1970 de los chicos que no pueden pasar las fiestas con su familia, que en lugar de disfrutar de unas vacaciones de ensueño se enfrentarán a unos días de disciplina y aburrimiento.

Se trata de tres personajes solitarios con unas vidas traumáticas que no cuentan con mucho margen para cambiar sus circunstancias

Por suerte para la mayoría de ellos, uno de los padres les rescata a todos menos a uno, que se verá obligado a convivir con su profesor y la cocinera del centro educativo durante dos semanas. Si bien la perspectiva vacacional puede ser terrible para los tres, estos personajes solitarios, que cuentan con unas vidas traumáticas en las que no hay mucho margen para cambiar sus circunstancias, encontrarán algo de luz.

Junto a este profesor, castigado por suspender al hijo de un importante benefactor de la institución, permanecen en el centro Angus Tully (el debutante en la gran pantalla Dominic Sessa), un joven muy inteligente y con una situación familiar compleja, así como Mary Lamb, la jefa de cocina que trata de superar el prematuro fallecimiento de su hijo, recientemente graduado en Burton y caído en combate en Vietnam.

Todos ellos están solos y se sienten de alguna manera frustrados por no poder compartir en familia esta época del año al igual que el resto de la sociedad, pero para su sorpresa encontrarán en esta convivencia forzosa un bálsamo para su soledad.

Esta es una historia profundamente humanista, que busca los lazos familiares donde uno no los imagina y rescata la esencia de autores como J. D. Salinger, y lo hace con la mejor banda sonora imaginable, en la que hay espacio para canciones de Badfinger, Damien Jurado o The Chambers Brothers, así como la música original para la película de Mark Orton.

Los que se quedan: el reencuentro con Paul Giamatti

En Los que se quedan, Payne se reencuentra con Paul Giamatti, a quien dirigió con éxito hace casi veinte años en su aclamada Entre copas, y que aquí es el actor idóneo para este papel. En esta ocasión, se convierte en un personaje un tanto opaco, que presume de cierta misantropía y que, sin embargo, no deja de ser alguien acomplejado y con unas heridas que le impiden mostrar empatía, amor y complicidad con el prójimo.

La metamorfosis que experimentará empieza por la ruptura de su caparazón, una capa dura e impenetrable que le impide sentirse humano y que busca en sus libros la manera de aislarse del mundo y sus habitantes. Este profesor conseguirá salir de su burbuja al escuchar un trauma familiar, servir de apoyo ante la tragedia y tener el coraje para hacer algo realmente trascendental en su vida.

Si Los que se quedan puede entenderse como un cuento navideño es porque esta película muestra que lo relevante que es el contacto, la palabra y el abrazo. Lo importante en esta historia, para esta redactora de Vozpópuli, no es tanto si los personajes son capaces de afrontar y superar sus problemas, la realidad que les ha tocado vivir o las desgracias que sufren, sino si consiguen encontrar una mano a la que agarrarse.

Los protagonistas de esta historia son cínicos, pero encuentran en esta historia motivos para hacer de su vida algo más que una lucha por la supervivencia. Son los vínculos los que les permiten ser felices, y aunque esto no sea una sorpresa para nadie, no está de más recordarlo de vez en cuando.

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