Octubre de 1938. Una patrulla del ejército alemán llega a un pueblecito español en medio de la celebración de una boda a la que ponen fin con sus metralletas. Después de la ejecución, arrojan unas extrañas bombas de mano. Más tarde, el oficial nacional Jan Lozano (Miki Esparbé) se libra de una ejecución si lleva una nota a través del terreno enemigo con su joven conductor Decruz (el debutante Manel Llunell). Una patrulla republicana les captura justo antes de toparse con el primer muerto viviente colgando de un árbol. Javier Caldera (‘el director más majo de nuestro cine’, según Aura Garrido) y Alberto de Toro explican el origen de una trama tan loca en la que fachas y rojos luchan por un objetivo común: sobrevivir. Vozpópuli asistió al pase de prensa.
Pregunta: Es la primera colaboración entre vosotros, el realizador de éxitos como 3 bodas de más, Anacleto: Agente secreto o Superlópez y tu montador de siempre.
Javier Ruiz (JR): Alberto es mi colaborador desde mi primera película, después de conocernos en 1996 en la ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña) hablando de John Carpenter [hay un tema de él en la película] y cómics. Hace diez años leímos la novela Noche de difuntos del 38 de Manuel Martín y decidimos adaptarla para afrontar nuestra primera película juntos como realizadores. Queríamos hacer algo de género fantástico o de terror.
Alberto de Toro (AdT): La novela toca todos los palos y la productora Mediaset nos invitó a que añadiéramos más humor para que su adaptación fuera más accesible pero sin contaminar la trama tan seria de muertos vivientes.
P: No se entendería una producción de Javier Ruiz Caldera sin humor.
JR: En España nos va la coña. Incluso añadimos una pátina de wéstern con, por ejemplo, el personaje de Luis Callejo (el sargento republicano) desenfundando su pistola al estilo John Wayne.
AdT: Incluso el plano final remite a Raíces profundas, El jinete pálido o Infierno de cobardes. Estas cosas salieron durante el rodaje.
P: ¿Cómo os dividías el trabajo, como los Coen, uno en la parte técnica y otro con los actores?
J.R.: No, lo hicimos todo a la vez. Íbamos a reunirnos antes del rodaje repartirnos las pero nunca lo hicimos. Somos muy amigos pero acordamos que jamás discutiríamos delante de los actores o del equipo (risas). Yo siempre había rodado solo y nadie sabe lo que es eso así que me encantó tener alguien al lado. Al final dos cabezas son mejor que una.
AdT: Yo ya no concibo continuar mi nueva carrera de director en solitario. Además, teníamos actores de mucho nivel y temíamos que podían testarnos, pero se comportaron de forma increíble. Luego nos dijeron que su técnica para saber cómo tenían que hacer cada secuencia era preguntar al director que tenían más cerca. Nos pareció muy bonito.
P: El reparto es impresionante (además de los mencionados, Álvaro Cervantes, María Botto, Jesús Carroza, Manuel Morón…) ¿Cómo conseguisteis juntarlos?
AdT: La película es muy coral pero todos los actores vieron que tenían su secuencia para lucirse. Era duro poner a María Botto, por ejemplo, casi de figurante en algunas secuencias pero sabía que tendría su momento. Todos hicieron piña. Incluso cuando preguntabas por uno para darle algunas instrucciones siempre estaba con los demás.
JR: Y muchos tienen el don de la comedia desde su verdad. Tú puedes haber escrito un diálogo brillante y realizar un buen montaje o un plano fijo, pero luego todo es cuestión de tener al actor adecuado. Luis Callejo habla desde su verdad pero tiene el don de hacer reír con la cara seria, y eso se tiene o no se tiene. Por eso hay muchos actores que prefieren no meterse en este género, porque saben que es un género en el que hay que valer o no.
P: ¿Cuál es el secreto de la comedia?
JR: Para responder eso te cito la famosa respuesta de Blake Edwards: hay que gritar ‘¡Timing!’ [el tempo, el ritmo] antes de que terminen de formular la pregunta.